Fotograma del filme 'Gomorra', sobre la mafia napolitana

Fotograma del filme 'Gomorra', sobre la mafia napolitana E.E.

Europa Italia

Los hijos de la Camorra llevan la guerra a Nápoles: así son los 'baby gángsters'

  • Las detenciones de los últimos años han dejado los clanes descabezados, pero no escasean los herederos. Los llamados 'baby gángsters' siguen ajustando cuentas en el sur de Italia. 
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11 junio, 2017 01:55
Nápoles

Tenía 15 años cuando acudió al apartamento de dos miembros del clan Amato-Pagano para ajusticiarlos ante la ascendencia que estaban alcanzando entre los vendedores de droga de la periferia de Nápoles. Llegó, vació el cargador contra sus cabezas y huyó. Hace días, el Tribunal de menores de la ciudad del sur de Italia declaró a este joven culpable de doble homicidio por la masacre cometida el año pasado. Tanto el menor como sus dos víctimas trabajaban para una de las familias que resultaron vencedoras de la batalla en el seno de la Camorra que se libró hace una década.

Se conoció como la 'guerra de Scampia', el barrio napolitano considerado centro neurálgico de la mafia local. A finales de los noventa, el capo Paolo Di Lauro había instaurado allí el mayor supermercado de la droga en Europa. Tal era el éxito, que comenzaron las tensiones en el seno de la banda, hasta que unos años más tarde se desencadenaron decenas de asesinatos, en un intento por hacerse con una parte más grande del pastel. Varios miembros del clan se exiliaron en España, aunque finalmente la mayor parte de la cúpula –incluido Paolo Di Lauro- terminó entre rejas.

No fue algo excepcional, ya que en los últimos años la mayoría de los capos han sido arrestados. Resulta complicado dibujar el árbol genealógico de la Camorra, pero se calcula que puede haber hasta un centenar de familias poderosas dentro de la porosa estructura de la organización. Según las cifras que maneja Giuseppe Borrelli, fiscal antimafia de Nápoles, sólo entre junio de 2015 y julio de 2016 –el último periodo del que hay estadísticas- hubo 1.418 órdenes de arrestos, en la media de lo que viene ocurriendo durante la última década.

Los clanes han quedado descabezados, pero eso no significa que hayan perdido poder o que escaseen los herederos. Al contrario, el juez Borrelli, explica al teléfono que este fenómeno “ha liberado territorios antes controlados por determinados grupos, de modo que ante el vacío de poder, muchachos cada vez más jóvenes intentan conquistarlos a base de violencia”.

Efecto contagio



En lo que va de año se han registrado, según datos de la fiscalía, una quincena de homicidios. Seis de ellos, sólo en una semana. En la mayoría, los protagonistas son estos chicos, los llamados ‘baby gángsters’. Su práctica habitual es el asesinato a sangre fría, en la vía pública y antes de que caiga el sol, para conseguir mayor visibilidad.

Es algo que produce un efecto contagio. Esta semana otro joven de 15 años, llamado Alex Pititto, fue detenido como principal sospechoso de haber asesinado a tiros a Francesco Prestia, de su misma edad. Ambos eran buenos amigos, aunque la principal hipótesis es que la víctima había dado a ‘me gusta’ en Facebook en la foto de la novia de Alex.

Organizaron un encuentro en un descampado, en el que Francesco recibió tres disparos. El supuesto asesino es hijo de un capo de la ‘Ndranguetta –la mafia calabresa- y aunque sea un episodio aislado, sin relación con los adolescentes que lideran los clanes de la Camorra, demuestra que la violencia se hereda en todas las organizaciones criminales. 

El año pasado murieron más de 40 personas en Nápoles, 35 en 2015. “Estamos ante un proceso de fibrilación continúa, sus acciones son muy imprevisibles”, argumenta Borrelli, para dar cuenta de que la mayoría de los crímenes de este año se han producido en la periferia o en pueblos de la provincia de Campania –cuya capital es Nápoles-, mientras que en años anteriores se registraron sobre todo en el centro de la ciudad.

El supuesto jefe de la Camorra Alessandro Giannelli, tras ser arrestado en febrero de 2016

El supuesto jefe de la Camorra Alessandro Giannelli, tras ser arrestado en febrero de 2016 Efe

Esto podría explicar que los clanes buscan descentralizar su radio de acción o simplemente alejarse temporalmente de los puntos tradicionales, muy vigilados hoy por las fuerzas de seguridad. Ante la última escalada de violencia, el Gobierno ha mandado a los céntricos barrios de Los Españoles, Forcella o Sanità cientos de efectivos del ejército y la policía. No han frenado los asesinatos, pero sí que ha habido nuevas redadas que han permitido la detención de decenas de menores.

Según el último informe de la Dirección Nacional Antimafia (DNA), buena muestra del nivel de violencia alcanzado fue el tiroteo con fusiles kalashnikov contra la sede de los Carabinieri en el barrio de Secondigliano, que se produjo en 2016 como respuesta a una orden de alejamiento temporal sobre dos menores de los Vanella-Grassi. En el documento de la DNA, referido al Parlamento, se repiten apellidos de algunos de los clanes más importantes -como los Casalesi o los Mazzarella- cuyos líderes están en prisión, pero que siguen controlando el territorio.

En el caso de la familia Lo Russo o del clan Moccia, relata el informe, hay evidencias de que “se han expandido a través del mercado ortofrutícola de Barcelona”. En cuanto al panorama general, la DNA traza una “situación desorgánica, en la que coexisten una identidad criminal en la que son frecuentes las acciones violentas; y grupos estructurados que se proyectan fuera de Campania o en el extranjero, reafirmándose como grandes traficantes de estupefacientes, en el reciclaje o en el lavado de capitales ilícitos a través de sofisticados mecanismos financieros”.

 Estos chicos que buscan reafirmarse con acciones espectaculares para evidenciar el  control de los clanes


La asociación Libera es uno de los principales colectivos que se dedican a gestionar en todo el territorio italiano los bienes confiscados a la mafia, generalmente de este tipo de actividades, así como a asistir a las víctimas. Su coordinador provincial en Nápoles, Antonio D’Amore, responde al teléfono que el mayor peligro actual de la Camorra es “que estos chicos que buscan reafirmarse con acciones espectaculares para evidenciar el control de los clanes que han creado una Camorra líquida”.

Conexión Latinoamérica



Parafraseando al filósofo Zygmunt Bauman, D’Amore cree que la “mafia napolitana se parece cada vez más a las bandas criminales latinoamericanas”. De hecho, son varios los informes que vinculan a la Camorra con la ‘Ndranguetta y a su vez con los narcos de Colombia, México o Perú. Aunque han diversificado el negocio –son varias las investigaciones que han determinado que las mafias se han infiltrado en el sistema de acogida de migrantes en Italia y que han sacado provecho de ello- la droga sigue siendo la principal fuente de financiación para el crimen organizado. La ruta de transporte habitual parte de estos países latinoamericanos, pasa por Holanda o España y termina en Italia.

La crisis económica, sin embargo, también ha modificado el mercado y la forma de gestionarlo, según D’Amore. “El negocio de la droga también ha mermado, por lo que el espacio para los camorristas se ha reducido y esto también explica que se haya desatado una nueva guerra entre ellos”, considera el experto.

Mientras el resto de organizaciones mafiosas han priorizado la infiltración en distintos organismos y sectores económicos, la Camorra sigue siendo la organización más sanguinaria de Italia. Aunque para D’Amore, la clave está en su “capacidad de transformación”. Los clanes persiguen el dinero y si la vía más directa son los asesinatos, tampoco renuncian a ellos. Sobre todo si quienes están al frente son muchachos que bordean la mayoría de edad, sin apenas experiencia y con el cometido de que siga girando la maquinaria.