Las visiones económicas de los movimientos populistas europeos son dispares.

Las visiones económicas de los movimientos populistas europeos son dispares. C. Hartmann Reuters

Europa

'¿Putin o no Putin?': así se diferencian los ultraderechistas europeos

A partidos como el Frente Nacional en Francia o el AfD en Alemania los separan más cosas de las que los unen.

15 marzo, 2017 03:11
Berlín

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En las elecciones generales de Los Países Bajos, el Partido de la Libertad (PVV) que lidera el populista Geert Wilders, ha sido frenado finalmente por los liberales. Todavía está por ver qué ocurrirá en Francia con el Frente Nacional (FN) y en Alemania, donde todavía gobierna la canciller Angela Merkel, con Alternativa para Alemania (AfD).

Wilders, la líder frontista Marine Le Pen y su homóloga en AfD, Frauke Petry, están en el mismo barco cuando se trata, por ejemplo, de criticar el proyecto de integración europeo o de acusar a los inmigrantes y al islam de amenazar la identidad de sus naciones. Los tres se presentan como parte de un movimiento que no diferiría mucho del que llevó a la victoria a Donald Trump en la contienda presidencial estadounidense.

Junto a Matteo Salvin, cabeza de la Liga Norte italiana, y otros líderes del populismo ultraderechista del Viejo Continente, Wilders, Le Pen y Petry escenificaron esa unidad frente “a los partidos establecidos” a finales del pasado mes de enero en un acto público celebrado en Coblenza (oeste alemán). Sin embargo, no son pocas las diferencias que separan a los populistas.

Según el país del que procedan, serán deudores de diferentes “tradiciones culturales y de diferentes percepciones de Europa”, dice desde La Haya a EL ESPAÑOL Adriaan Schout, experto en cuestiones europeas del Instituto Neerlandés de Relaciones Internacionales Clingendael. “Los partidos euroescépticos en Europa son diversos, al igual que sus objetivos pues están más interesados en cuestiones de política nacional que en asuntos internacionales”, agrega.

DESIGUAL PESO EN EL DEBATE PÚBLICO

De un tiempo a esta parte, según Schout, se tiende a exagerar el peso de estos partidos en el debate público europeo. “El PVV representa, de acuerdo con las encuestas, un 20% de los votos, no deberíamos considerarlo más grande de lo que es”, apunta este investigador. En Alemania, a AfD se le atribuye, como mucho, el 11,5% de la intención de voto en las encuestas de cara a los comicios de septiembre.

Con el FN de Marine Le Pen se asocia cerca de un 25% del electorado galo. “Esto significa que, en Francia, el 75% de los franceses no votará por Le Pen. Por eso, en tamaño, ni siquiera el FN es tan grande”, recalca Schout.

Ni siquiera Fidesz-Unión Cívica Húngara, el partido del primer ministro magiar Viktor Orbán y uno de los que cuenta con más apoyo de la población en su país, se identifica con la mayoría de los votantes. En las últimas elecciones generales de Hungría, celebradas en 2014, el partido de Orbán se hizo con un 44,8% de los votos.

Hay otras vías para llegar al Gobierno. Por ejemplo, Erna Solberg ejerce de primera ministra de Noruega gracias a una alianza de su partido, el Partido Conservador, con la formación populista Partido del Progreso de Noruega (FrP). Esta formación euroescéptica es la tercera fuerza política del país, después de que en las elecciones de 2013 se hiciera con un 16,3% de los votos, por detrás de conservadores (26,8%) y socialdemócratas (30,8%).

SIN ALTERNATIVA A LA UNIÓN EUROPEA

Otra cosa bien distinta a llegar al Gobierno es que las formaciones euroescépticas tengan una idea común sobre lo que debería ser Europa o sobre el método para acabar con la UE. De entrada, hay partidos como la Liga Norte, que “no está a favor de la desintegración de la UE, aunque esto es algo a lo que sí son favorables Wilders o Le Pen”, señala a este periódico Dina Paradijs, experta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés). Ella también es la coautora del informe de dicho think tank dedicado a partidos políticos populistas que fue publicado el pasado mes de junio titulado The World According to Europe's Insurgent Parties (“El mundo según los partidos isurgentes”).

Partidos como el PVV, el FN y AfD plantean de un modo u otro acabar con el proyecto de unificación continental. Pero en el FN hablan de organizar un referéndum para que Francia salga de la UE. Por su parte, en AfD plantean salir de la UE sólo en caso de que no se reformen los tratados europeos para que sea más fácil vetar las directivas de Bruselas y salir de la Unión a través de una consulta popular.

“Estos partidos tienen planteamientos muy diferentes sobre cómo debe funcionar Europa”, señala a EL ESPAÑOL en Berlín Nikolai von Ondarza, experto en cuestiones europeas del Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad (SWP, pos sus siglas alemanas). 

Schout, por su parte, invita a considerar el caso del líder del PVV. “Wilders dice que quiere dejar la UE pero las encuestas muestran que la gente que le vota quiere permanecer en el mercado comunitario. Los votantes que dicen a las claras que van a votar por él son incluso menos radicales que el propio Wilders”, señala este experto neerlandés.

POLÍTICAS EXTERIORES CONTRADICTORIAS

Si los eslóganes sobre recuperar la “libertad” de Europa que utilizan PVV, FN, AfD y la Liga Norte, resultan difusos, las cuestiones generales de política internacional son incluso conflictivas. Así lo entiende, Dina Paradijs, la experta holandesa del ECFR. Desde Londres, Paradijs asegura que “hay razones para ver conflictos potenciales en estos partidos en vista de lo que cada uno defiende”.

De este modo, Wilders ha evitado pronunciarse en la campaña sobre Rusia y sus maniobras de influencia durante la campaña en Estados Unidos o sobre la implicación de Moscú en el conflicto del este de Ucrania. Sin embargo, antes del referéndum organizado en Los Países Bajos sobre el Acuerdo de Asociación de Ucrania y la Unión Europea en abril del año pasado, “Wilders dijo que Rusia es un país peligroso, y que no hay que hacer nada que pudiera enfadar a los rusos”, subraya Paradijs.

En el Frente Nacional, Marine Le Pen quiere acercarse a Rusia”, señala desde París a EL ESPAÑOL Philippe Moreau Defarges, investigador en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). Así lo creen también en AfD. Frauke Petry, de hecho, viajó recientemente a Moscú para mantener diversas reuniones con hombres de confianza del presidente ruso, Vladímir Putin. Entre ellos destacaba Wjatscheslaw Wolodin, viceprimer ministro ruso.

LA OTAN, OTRO ESCOLLO

Las posiciones sobre la Alianza Atlántica y las relaciones transatlánticas también varían en la ultraderecha europea. Bien es cierto que con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca toda buena formación euroescéptica desea establecer estrechos vínculos con Estados Unidos. Esto no ha sido siempre así.

AfD siempre ha sido crítica con las políticas estadounidenses, por ejemplo, en Oriente Medio. En ellas Frauke Petry y compañía ven “el origen de la crisis de los refugiados y del auge del radicalismo islámico”, según se lee en The World According to Europe's Insurgent Parties.

En dicho análisis, publicado aún bajo la presidencia de Barack Obama, el PVV de Wilders aparece descrito como “proamericano” y “a favor de una OTAN fuerte”. Para AfD, la Alianza Atlántica siempre ha sido un objeto de intenso debate. En este partido hay un sector que ha pedido la salida de Alemania de la OTAN. En Francia, Marine Le Pen tiene una agenda soberanista, no es atlantista ni está especialmente a favor de la OTAN”, apunta Moreau Defarges, el investigador del IFRI.

HETEROGENEIDAD DEL POPULISMO ECONÓMICO

Partidos como el PVV, el FN o AfD “no se van a unir para hacer algo económicamente unidos, porque quieren destruir Europa para que las políticas se decidan de nuevo en el interior de los países”, recuerda Von Ondarza. De hecho, en el área económica, las ideas de estos partidos no pueden ser más dispares.

Así, en otro de los debates internos de AfD se ha escuchado decir a Beatrix von Storch, una de las figuras de la dirección del partido, que el FN es “socialista” en lo que a política económica se refiere. Le Pen plantea, entra otras cosas, reducir la edad de jubilación, para dejarla en 60 años frente a los 62 actuales, mantener la semana laboral de 35 horas o implementar una “auténtica” política natalista “reservada a familias francesas”.

“Von Storch tiene razón, a Marine Le Pen lo que la define desde un punto de vista económico es el proteccionismo y el soberanismo, son las mismas ideas que las de Jean-Luc Mélenchon”, señala Moreau Defarges, aludiendo al candidato izquierdista de la formación Francia Insumisa.

Aunque buena parte del programa del PVV está centrado en la “desislamización” de Los Países Bajos, Paradijs, la experta del ECFR dice que, cuando escucha hablar de temas económicos a Wilders, lo que éste dice le suena a las propuestas de alguien salido “de la izquierda”. No es la única.

“El primer ministro Mark Rutte [del conservador Partido Popular por la Libertad y la Democracia] ha dicho que nunca haría una coalición con Wilders porque lo considera, demasiado a la izquierda, contempla demasiadas ayudas sociales”, concluye Paradijs.