Los líderes europeos, durante la reciente cumbre de Malta

Los líderes europeos, durante la reciente cumbre de Malta Yves Herman/Reuters

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Nada que celebrar en el 25 aniversario del Tratado de Maastricht

Los líderes europeos buscan una respuesta común frente a los nuevos retos de la administración Trump y el auge del populismo.

7 febrero, 2017 14:16
Bruselas

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Acechados por múltiples crisis, los dirigentes europeos han optado por el perfil bajo a la hora de conmemorar el 25 aniversario del Tratado de Maastricht, que se firmó el 7 de febrero de 1992 en esta ciudad fronteriza holandesa y convirtió a la Comunidad Económica Europea en la actual Unión Europea. Ninguna cumbre extraordinaria de celebración ni actos públicos destacados.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que entonces era primer ministro de Luxemburgo y es el único de los firmantes que sigue en activo, se ha limitado este martes a visitar a los funcionarios comunitarios que gestionan las políticas de educación y juventud. Quería mostrar que el Tratado de Maastricht "no es un texto del pasado sino orientado hacia el futuro", ha dicho su portavoz.

"El de Maastricht es el Tratado más ambicioso que hemos tenido. Porque no hablaba sólo de economía y del mercado interior, sino que ponía en marcha nuevas políticas como la exterior y de defensa, la de justicia e interior y creó la unión monetaria y sentó las bases del euro", explica a EL ESPAÑOL en conversación telefónica Sophie Vanhoonacker, decana de la Facultad de Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Maastricht y experta en política europea.

Pero si el Tratado de Maastricht supuso el mayor salto adelante en la construcción europea, 25 años después la UE vive un momento de repliegue y desintegración. A principios de marzo, la primera ministra británica, Theresa May, tiene previsto activar el brexit. Será la primera vez que un Estado miembro abandone la UE desde su creación. Una salida cuya semilla también puede remontarse a Maastricht, ya que allí Reino Unido logró una excepción para no adoptar el euro y quedar así fuera del núcleo duro de la Unión.

También el contexto político es muy diferente. "El hecho de que en Maastricht se tomaran decisiones tan importantes tiene que ver con el entorno: la caída del muro de Berlín, el fin de la división de Europa y de Alemania o el hundimiento de la Unión Soviética y el fin de la guerra fría", resalta Vanhoonacker. Los líderes -que en aquel momento eran 12, lo que facilitaba la toma de decisiones- acordaron en una "atmósfera positiva" que se necesitaban "medidas audaces" para consolidar estos avances.

¿Fin de la historia o crisis sin fin?

Frente al optimismo de aquellos años, que llevó a algunos analistas a hablar del "fin de la historia", la UE no para de encadenar crisis en los últimos años a las que es incapaz de responder de forma eficaz. Primero fue la financiera (2008); luego la de la deuda griega de Grecia que se extendió a Irlanda, Portugal y España (2010-2012), después la de refugiados y la de seguridad por los ataques terroristas en Francia, Bélgica o Alemania (2015-2016).

Algunas de estas crisis tienen también su origen en el Tratado de Maastricht. Allí se fijaron los límites del 3% de déficit y 60% de deuda del Pacto de Estabilidad y la cláusula de "no rescate". Pero la construcción de la unión monetaria quedó incompleta porque no había ningún mecanismo para salir en auxilio de los países con problemas, que ya no podían recurrir a la devaluación. Los líderes europeos se vieron obligados a improvisar en plena tormenta soluciones como el fondo de rescate de la UE (MEDE) o la unión bancaria.

"Nunca hubiera imaginado que estaría lidiando con las consecuencias del Tratado cada día", ironizó en diciembre el presidente del Eurogrupo, el socialista holandés Jeroen Dijsselbloem. La acumulación de crisis ha provocado fracturas sin precedentes dentro de la Unión. La crisis de deuda enfrentó al norte contra el sur, acreedores frente a deudores. Y la de los refugiados ha causado una nueva fisura porque los países del este, liderados por Hungría y Polonia, se niegan a acoger migrantes.

Todo ello ha dado alas al auge de partidos populistas y antieuropeos incluso en los países fundadores de la UE. Unos partidos que medirán sus fuerzas en las elecciones que se celebran este año en Holanda, Francia o Alemania. A estos problemas internos se suma la llegada al poder de Donald Trump, el primer presidente de EEUU que mantiene una actitud hostil o cuanto menos de desprecio hacia Europa. Ha apoyado el brexit y sostiene que la UE es un vehículo al servicio de Alemania.

En este contexto de máxima incertidumbre, los líderes europeos sí tienen previsto conmemorar el 60 aniversario de la firma del Tratado de Roma, el origen del proceso de integración europea. Para ello, celebrarán una cumbre extraordinaria el próximo 25 de marzo en la capital italiana. Allí quieren aprobar una declaración que defina los próximos pasos de la UE a 27.

¿Serán capaces de dar un nuevo salto espectacular como hicieron con Maastricht? "Se necesita tomar medidas audaces, porque el orden mundial está cambiando rápidamente y la UE se enfrenta también a desafíos internos importantes como el brexit, el auge de los populismos o la falta de confianza de los ciudadanos en Europa. Pero no está claro si los líderes europeos serán capaces de hacerlo. Podrían ir en esa dirección, por ejemplo avanzando hacia un ejército europeo como ha propuesto Juncker. Pero si no logran unirse tendremos grandes problemas", señala la decana de la Universidad de Maastricht.