Trump no ha cambiado su postura pese a su reunión con Peña Nieto.

Trump no ha cambiado su postura pese a su reunión con Peña Nieto. Carlo Allegri Reuters

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Trump, tras reunirse con Peña Nieto: "México va a pagar el muro"

Horas después de reunirse con el presidente mexicano, el candidato republicano a la Casa Blanca vuelve al tono duro para hablar de su futura política migratoria.

1 septiembre, 2016 11:28
México D.F.

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Phoenix, en el Estado fronterizo de Arizona, es el lugar de Estados Unidos que ha escogido el candidato republicano Donald Trump para aclarar la gran duda. “Éste no es un discurso cualquiera, sino uno detallado sobre uno de los temas que importan: la inmigración ilegal”, anunció nada más subirse al estrado del Phoenix Convention Center, donde se congregaron sus partidarios. Con seis banderas estadounidenses detrás, cargó de nuevo contra los migrantes y residentes indocumentados, el mantra con el que pretende lograr su objetivo y lema: Make America Great Again (Hagamos que EEUU sea grande de nuevo).

“Son las víctimas de la Administración Obama-Clinton y su política de fronteras abiertas”, dijo mientras enumeraba y nombraba hombres y mujeres asesinados por migrantes indocumentados. Curiosamente, al decir que uno de los muertos era de Arizona, sonó como un aplauso, al estilo de concierto de rock. “Los ilegales han cometido 25.000 asesinatos, que se pueden evitar, y nos cuestan miles de millones de dólares, dinero que podemos dar a nuestros estudiantes”.

“Hay muchos inmigrantes ilegales que son buena gente, pero eso no quita que la mayoría sean trabajadores con baja cualificación que compiten con los estadounidenses pobres, eso no seguirá pasando, noviembre [cuando son las elecciones presidenciales] es la fecha”, afirmó. De repente el público estalló y gritó "Trump, Trump, Trump Trump".

“Podemos ser compasivos con ellos, pero nuestra mayor compasión deber ser para nuestros compatriotas”, dijo el el magnate. El cántico cambió entonces a "USA , USA, USA, USA" y el multimillonario de pelo imposible advirtió de que esos indocumentados sin estudios quitan trabajos a los afroamericanos e hispanos que residen legalmente el país.

Luego pasó a repasar las políticas migratorias que piensa poner en marcha en caso de llegar a la Casa Blanca. “¿Estáis listos? La primera es un gran muro y México lo pagará, aunque aún no lo sepa, pero pagará por él”, ha anunciado a una audiencia entregada, “con sensores por encima y debajo del suelo, para detectar los túneles de los narcos, y México trabajará con nosotros, más ahora que me he reunido con su magnífico presidente”.

La expectación sobre este “gran discurso sobre inmigración” aumentó después de que Trump aceptase el martes por la noche hacer una visita relámpago a México para entrevistarse con el presidente Peña Nieto el propio miércoles, pocas horas antes de este mitin. A preguntas de los periodistas sobre su gran promesa electoral, la construcción de un muro en los 3.000 kilómetros de frontera entre los dos países y que México sea el pagador, el magnate contestó que aunque habían hablado sobre el proyecto, no habían llegado a discutir a quién le tocaría financiar semejante infraestructura.

Si alguien esperaba que pidiera disculpas por los múltiples insultos que ha proferido contra México y sus habitantes a lo largo de su campaña para ser el candidato republicano al Despacho Oval, que incluyen decir que “México no es nuestro amigo” y llamar a los mexicanos “violadores” y “criminales”, se quedó con las ganas. Eso sí, suavizó un poco el tono, refiriéndose a la inmigración de indocumentados como “desastre humanitario”, pero lo ha recuperado en cuanto ha pisado suelo estadounidense.

Otras de sus propuestas fueron acabar con la política que ha denominado de “catch and release” (atrapar y soltar), anunciando que cualquier migrante que sea sorprendido cruzando la frontera será expulsado al país del que ha venido; tolerancia cero con los migrantes que delincan, asegurando que “hay dos millones de alien criminals (delincuentes extranjeros)” ; “no más dinero federal para las ciudades santuario”, las poblaciones que tienen políticas diseñadas para no perseguir a las personas indocumentadas que residen en ellas; obligar a la veintena de países que no aceptan deportaciones a recoger a sus nacionales; dejar de dar visas a países como Libia o Siria, “de donde vienen refugiados de los que no se sabe nada”...

Había la duda de si iba a seguir por el camino de las últimas semanas, con una moderación mayor en su retórica para tratar de atraer votantes menos radicales, pero que puede costarle la base que lo aupó a la candidatura presidencial por encima de una decena de competidores. Los últimos en rendirse fueron Ted Cruz, una figura ligada al ultraconservador Tea Party y senador por Texas, y John Kasich, gobernador de Ohio. Esta pregunta quedó claramente despejada.  

Entre las medidas más polémicas que el candidato ha lanzado, además del famoso muro, están confiscar las remesas resultado de salarios ilegales o expulsar a todos los indocumentados que encuentre. Algunas, como esta última, las ha ido medio matizado en los últimos días, pero en el discurso del miércoles volvió a reiterar que “todo aquel que haya entrado al país ilegalmente está sujeto a la deportación”.

En EEUU, hay, según los datos oficiales, 11,3 millones de personas en situación irregular. Según un sondeo del Pew Research Center, mientras que el 84% de sus potenciales votantes está a favor de la gran muralla, en el caso de las deportaciones masivas sólo le parece bien a la mitad.