Dilma Rousseff durante una comparecencia en Palácio do Planalto.

Dilma Rousseff durante una comparecencia en Palácio do Planalto. Adriano Machado Reuters

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El Senado de Brasil aparta a Rousseff del poder de forma temporal

Será apartada 180 días mientras se resuelve definitivamente si continúa al frente del país. Su lugar será ocupado por el hasta ahora vicepresidente Michel Temer.

12 mayo, 2016 08:53
Río de Janeiro

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Tras 20 horas de sesión parlamentaria, 55 senadores se han pronunciado a favor y 22 en contra del impeachment a Dilma Rousseff. Es decir: continuará el proceso hacia un juicio político contra la presidenta de Brasil y será apartada de su cargo durante 180 días mientras se resuelve de manera definitiva si continúa al frente del país o no. Entretanto, su lugar será ocupado desde este mismo jueves por el hasta ahora vicepresidente Michel Temer, con un nuevo gobierno. Todo quedará certificado con la votación, esperada para cuando la sesión de la cámara esté cerca de alcanzar las 24 horas de duración.

La tendencia favorable al impeachment, ahora ya imparable, ya se conocía de antemano, dado que los propios senadores habían ido avanzando a los medios, pero no por ello fue una sesión ligera o sin contenido. Lo dijo en varias ocasiones durante la sesión el propio presidente del Senado: el impeachment “es un proceso largo, complejo y traumático”. Y su último capítulo sirvió de digno epílogo. De todas maneras, la sesión fue mucho más ponderada, incluso seria, hasta cierto punto, comparada con la votación estrambótica del Congreso del mes pasado. En el Senado la liturgia fue aún más larga, pero diferente: cada parlamentario dispuso de quince minutos para detallar su parecer respecto al impeachment y, en casi todos los casos, definir su voto por adelantado. Desde los primeros discursos quedó clara la inclinación de la mayoría de los senadores. 

Sólo uno mostró su indefinición, y su nombre es significativo: Fernando Collor de Mello, precisamente el expresidente que también sufrió un proceso similar al de Rousseff en 1992 pero que prefirió dimitir antes de que se culminara. Collor hizo un alegato contra el impeachment de forma general: “Vivimos espasmos de democracia, por todo eso el sistema está en ruinas”, dijo el expresidente. Luego recordó que su proceso fue muy rápido, menos de cuatro meses, en un discurso que pareció más un descargo ante la historia, también citada por los senadores fieles a la presidenta

“Tenemos la cabeza erguida porque sabemos que es una injusticia. La historia la absolverá, presidenta”, dijo Lindbergh Farías (PT) parafraseando el célebre alegato de Fidel Castro tras el asalto al cuartel de Moncada en 1953. “Las elites nunca tuvieron talante democrático en este país”, completó Farías, insistiendo en el discurso del golpe que en las últimas semanas ha repetido Dilma Rousseff.

Del otro lado se repitieron también los argumentos contra el gobierno, referidos casi siempre al presunto delito de responsabilidad fiscal en el que incurrió Rousseff, la razón que sobre el papel ha llevado a la dirigente del PT a una situación límite.

Traspaso de poderes

Si los tiempos en las cámaras legislativas fueron pausados hasta el límite, el traspaso de poderes se hará de inmediato, en solo unas horas a lo largo del jueves. Esta tarde Rousseff se hará acompañar de todos sus ministros cesantes y de Lula da Silva, que nunca llegó a ejercer tras su suspensión judicial, para dirigir un último mensaje antes de salir del palacio de Planalto. A continuación, se emitirá en las redes sociales un discurso a los brasileños y luego saldrá hacia el palacio de Alvorada, su residencia oficial, que mantendrá durante los 180 días pese a no ejercer como presidenta. La comparecencia de Rousseff será inmediatamente después de que le notifiquen su salida del cargo e inmediatamente antes de que Michel Temer, el hasta ahora vicepresidente, asuma el cargo y, con él, sus nuevos ministros. Se prevé que se dirija a la prensa –no a la nación de forma oficial- también esta noche, lo antes posible para evitar un vacío de poder.

En la calle los brasileños se lo han tomado de una forma mucho más pausada que en la etapa del Congreso. Frente a las pantallas gigantes y las plazas llenas de gente que se vieron entonces, esta vez no hubo multitudes, ni siquiera en la explanada de los Tres Poderes en Brasilia, centro político del país. Allí se había levantado una valla para separar a favorables y detractores del gobierno, pero se reunieron apenas unos centenares de personas y los problemas que hubo fueron entre la policía y militantes progubernamentales.