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El terremoto que asoló Nepal en abril del año pasado dejó un país en ruinas. Y además, agravó una serie de problemas endémicos de la zona. Problemas que quedan relegados a un segundo plano. Son muchas las entidades que están ofreciendo ayuda para la reconstrucción del país tras el seísmo, pero pocas las que se están preocupando de un drama que se ha incrementado tras el desastre: la trata de seres humanos.

Nepal es uno de los países del mundo con mayor número de casos de venta y desapariciones de personas. La mayor parte de ellas son niñas y su destino es, en la mayoría de los casos, algún burdel de las principales ciudades de la India. Este país tiene una gran ascendencia sobre Nepal. Muchos ciudadanos indios residen allí y hasta las decisiones políticas se toman en función de los intereses de los vecinos indios. 

Phulsani Tamang es una de las miles de víctimas de la trata. A los 11 años, un hombre la sacó de su aldea con la promesa de un trabajo y la llevaron a un burdel en la India. Fue rescatada en una redada por la ONG local Maiti Nepal, colaboradora en la zona de Ayuda en Acción. Hoy, cumplidos los 18, trabaja en un importante salón de belleza de Katmandú.

ESPECIAL Las esclavas de Nepal: la trata de mujeres y niñas. Videoentrevista de Javier Zurita y Ofelia de Pablo

NIÑAS POBRES E ILETRADAS

El perfil de estas niñas suele ser coincidente: residentes en los distritos más pobres de la capital (y la parte occidental del país), nacidas en el seno de familias sin recursos y con un bajo nivel de alfabetización. Las mafias acuden a Nepal en busca de niñas menores y les prometen una vida mejor. Abonan un dinero simbólico a los padres y las arrancan de su hogar. Esta transacción suele hacerse con la connivencia de la propia familia, que ve imposible proporcionarle un futuro digno a las pequeñas y prefiere creer la promesa de un futuro mejor.

La mayor parte de estas niñas son captadas entre los 5 y los 12 años por mafias que en su mayoría proceden de la India. Se trata de uno de los países con más casos de prostitución infantil del mundo. Y en gran parte de los casos se trata de una cuestión relacionada con la religión y el sistema de castas que impera en el subcontinente indio. Desde tiempos inmemoriales, las niñas devadasi (pertenecientes a la casta más baja) son entregadas como ofrenda a la diosa Yallamma. Cuando el sacerdote lo decide, se les obliga a satisfacer sexualmente a los varones de la zona, sin que puedan negarse. Se trata de una práctica muy extendida y socialmente aceptada en muchas ciudades del país.

FALKLAND ROAD, EL GRAN BURDEL DE BOMBAY

Las niñas nepalíes no pertenecen, por ser extranjeras, a ninguna de las castas de la India, por lo que reciben el tratamiento más bajo: son equiparadas a las devadasis. Lo que sucede es que, en la mayoría de los casos, ellas no pasan a la tutela de ningún religioso, sino directamente a burdeles de las principales ciudades indias. En especial a los de la Falkland Road de Bombay. Se trata de la calle por antonomasia de los prostíbulos. Fundada por los británicos durante los tiempos de las colonias, la carretera de Falkland se ha convertido en el principal reclamo del país en materia de turismo sexual. Muchos de los prostíbulos cuentan entre su oferta con niñas menores de edad, con la connivencia de las autoridades.

La península de Bombay se convierte de este modo en el final de un tortuoso camino que arranca en las aldeas más pobres de Nepal. Las mafias captan a las niñas en las aldeas aledañas a las ciudades secundarias del país, especialmente donde más daño hizo el terremoto. Prometen a las familias que les van a ofrecer a las niñas trabajos en hostelería en alguna gran ciudad. De ahí pasan a los distritos periféricos de Katmandú. Pero los trabajos en la hostelería nunca llegan. Muchas de ellas son enviadas a fábricas textiles, donde son obligadas a trabajar con horarios infrahumanos.

2.000 KILÓMETROS HASTA EL INFIERNO

En un momento dado, les preguntan a las niñas si quieren salir de la fábrica. Ellas, desesperadas, suelen aceptar. Y es ahí cuando inician el último tramo del camino a su infierno. Un viaje de más de 2.000 kilómetros hasta Bombay. Tres días de trayecto en coche y autobús para llegar a la capital india de la prostitución. Allí, las niñas son enviadas a burdeles en los que se ven obligadas a satisfacer sexualmente a decenas de clientes, en la mayor parte de los casos sin ningún tipo de protección. Este es el principal motivo de la expansión del sida en la India y de que las niñas vendidas tengan una esperanza de vida de tan solo 30 años. Además, las condiciones insalubres en las que son obligadas a sobrevivir les provocan otras enfermedades mortales, como la tuberculosis.

Además de los abusos sexuales, las niñas asumen la responsabilidad de devolver la cuantía que les fue abonada a sus padres. Es decir, si las chicas son vendidas entre 1.200 y 1.500 euros que reciben sus padres, son ellas las que heredan esa deuda. Así, hasta que no paga hasta la última moneda del importe que recibieron sus progenitores, la niña no puede ser libre. En ocasiones, los plazos se acortan por motivos médicos. Las víctimas son sometidas a un control constante pero no cuentan con medios de protección contra las enfermedades venéreas. Cuando uno de esos controles arroja resultados positivos por VIH, las niñas son apartadas de los prostíbulos y abandonadas a su suerte.

El principal motivo por el que las niñas contraen el VIH es porque en la India (el país con mayor tasa de personas infectadas de VIH del planeta) existe la creencia de que los hombres con la enfermedad se curan si mantienen relaciones sexuales con una niña virgen. En los prostíbulos en los que las niñas son esclavizadas, los enfermos de sida acuden buscando menores, con la certeza de que así sanarán. Por un módico incremento de precio, los clientes pueden mantener relaciones sexuales con las menores sin preservativo. Una vez que resultan infectadas, las niñas que contraen el VIH son despedidas de los burdeles e intentan volver a sus pueblos de origen. Allí son rechazadas por sus familias porque han adquirido lo que en Nepal se conoce como "la enfermedad de Bombay": el sida.

DE LA INDIA A ORIENTE MEDIO

El destino de las niñas vendidas no es siempre un burdel. Ni siquiera la India, aunque este sea el país por el que abandonan Nepal en la mayoría de los casos. En ocasiones, su destino final es Oriente Medio. Muchas de las víctimas son vendidas a adinerados compradores de países árabes como Kuwait, Dubai o Qatar, que las emplean no como prostitutas sino como servicio doméstico. Las adquieren como una propiedad y las confinan en sus lujosas residencias. Allí viven en régimen de esclavitud absoluta. El comprador se convierte en el propietario de la niña y la primera medida que toma el nuevo dueño es la retirada del pasaporte. De este modo, evita que su adquisición pueda abandonar el país. Una vez en casa, las niñas pasan a vivir en un régimen de esclavitud. Sus propietarios les agreden física y psíquicamente y les imponen horarios de trabajo infrahumanos. En la mayor parte de los casos, las niñas acaban siendo violadas por varios miembros varones de la familia.

UN PORCENTAJE DE ÉXITO IRRISORIO

La última macrooperación policial que hizo caer una red de trata de personas humanas en India y Nepal tuvo lugar en mayo de 2015. Las autoridades de ambos países, en colaboración, lograron desmantelar una mafia que se encargaba de comprar a menores de edad. Fueron liberadas 26 niñas, entre las que se encontraban dos de nacionalidad nepalí. Sin embargo, se estima que hasta 8.000 mujeres han sido víctimas de las mafias de la trata de personas en este último año en el país. Las 26 niñas salvadas, a las que luego se le sumaron otras 11 en otra operación similar, se convierten en un porcentaje irrisorio -pero no menos grave- de la globalidad del problema. 

Los problemas que golpean a Nepal después del terremoto (a los daños provocados por el seísmo se le suma el boicot energético de la India, que cortó el suministro de combustible el pasado verano) provocan que las autoridades asuman otras prioridades relativas a la reconstrucción del país. Así, sólo algunas ONG extranjeras están trabajando por erradicar esa lacra, con medios muy precarios.

De la cabaña en Nepal al burdel en Bombay: el viaje al infierno de las niñas vendidas es un reportaje elaborado con la colaboración de Ayuda en Acción.