Marco Rubio choca los puños con uno de sus hijos.

Marco Rubio choca los puños con uno de sus hijos. Aaron P. Bernstein Reuters

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Marco Rubio, el ganador que quedó tercero

El senador hispano de Florida superó las expectativas en los caucus de Iowa. La carrera es larga, pero ahora es el mejor posicionado para ser el candidato republicano a la Casa Blanca. 

3 febrero, 2016 02:27
Council Bluffs (Iowa)

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Marco Rubio es uno de los primeros en subirse al escenario en Des Moines el lunes por la noche. Sonríe, tiene a su mujer y a sus hijos al lado y el podio muestra como fondo el lema de su campaña “A new American century”. Ha dejado el polo gris de los últimos días y ha vuelto al traje y la corbata. Por los altavoces suena Greater de la banda texana de “música contemporánea cristiana” MercyMe: “Don’t you know that’s not your name, you will always be much more to me”.

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“Éste es el momento que dijeron que nunca llegaría”, dice el candidato abriendo los brazos. 

“Durante meses nos dijeron que no teníamos ninguna oportunidad. Durante meses nos dijeron que ofrecíamos demasiado optimismo en estos tiempos de enfado. Nos dijeron que no teníamos una oportunidad porque no teníamos los apoyos correctos, las conexiones políticas correctas… porque mi pelo no era suficientemente gris y mis botas tenían demasiado tacón… Me dijeron que tenía que esperar mi turno, que tenía que esperar a la cola”. 

Rubio ha quedado el tercero en los caucus de Iowa, pero su resultado es mejor de lo esperado, con el 23% de los votos, a solo un punto del gran favorito, Donald Trump. Su tono es triunfal.

No cita nombres, pero Rubio se refiere a quienes decían “que esto no era posible”, es decir a Jeb Bush y su entorno, que insistían en que era demasiado pronto para el senador de Florida que fue elegido en 2010 y ahora es el más joven de la carrera, con 44 años. Hasta algunos de sus amigos no creían que se atreviera a presentarse contra el exgobernador de Florida y antiguo mentor.

En marzo de 2013, a unos pasos de Rubio durante la conferencia conservadora anual de Washington, Al Cárdenas, jefe del partido y antiguo protector del candidato, me dijo que el senador no se presentaría contra Bush, que no tenía sentido que compitiera por los mismos recursos en Florida. Al año siguiente, en verano de 2014, el excongresista Lincoln Díaz-Balart repitió el mismo mensaje. En Miami, su amiga Ana Navarro, consultora y casada con el propietario del hotel del poder local, el Biltmore, se decantó por Bush por su experiencia. Hasta la estrella de la radio del exilio cubano Radio Mambí, Ninoska Perez, me dijo el pasado agosto que era demasiado pronto para Rubio.

LAS EXPECTATIVAS

El discurso de Rubio del lunes suena a victoria. Habla de la Casa Blanca, critica al presidente Barack Obama y termina con la historia personal inspiradora de sus padres cubanos, que empujaron a su hijo desde puestos humildes: su padre, Mario, fue barman la mayoría de su vida; su madre, Oriales, que aún vive, limpiadora de hotel. 

La carrera es larga y la competencia es dura en el lado republicano, pero Rubio ha ganado en Iowa la batalla de las expectativas, la más importante de un estado que reparte pocos delegados y no suele acertar quién será el candidato republicano.

Este domingo la encuesta del Des Moines Register, de referencia, le daba un 15% de intención de voto. Durante meses ha rondado el 10% y no estaba claro que consiguiera el tercer puesto. El lunes por la noche, el mercado de predicción se dio de inmediato la vuelta y colocó a Rubio como el aspirante con más probabilidades de ser elegido candidato a la Casa Blanca, por encima de Trump, Cruz y Bush. 

Marco Rubio celebra los resultados en Iowa.

Marco Rubio celebra los resultados en Iowa. Aaron P. Bernstein Reuters

La campaña de Rubio se ha esforzado en insistir durante meses en que lo tenía difícil en Iowa e incluso en dar la apariencia de que su candidato casi no hacía campaña allí. Al final, pasó unos pocos días menos en Iowa que Cruz, el más presente y que visitó los 99 condados del estado. Sus mítines no eran tan multitudinarios como los de Trump, Cruz, Hillary Clinton o Bernie Sanders, pero el tono calmado de Rubio, centrado en criticar a Obama y no a sus oponentes, y su habitual oportunismo fue ganándole fieles adeptos. 

Igual que se subió a la ola del Tea Party en 2010 y luego se bajó de ella cuando se pasó de moda, Rubio ha dejado de lado para Iowa su interés por la reforma migratoria, ha hablado más de su fe católica y ha endurecido su mensaje contra el plan sanitario de Obama. Sus ideas son más conservadoras que las de Trump y casi tanto como las de Cruz pero su tono amable, su historia personal y su juventud atraen hasta a los demócratas. 

“Yo puedo tejer más alianzas con otros mejor que Ted, puedo atraer a otro tipo de gente”, le decía Rubio el sábado a un indeciso inclinado por Cruz en un mitin en la Universidad del estado de Iowa en Ames. A pocos pasos, una arquitecta demócrata llamada Ann Soviech Munson decía sobre Rubio: “Me parece que es el más dispuesto a dialogar con todos, también con los demócratas, aunque no compartas sus ideas”.

PASIONES RURALES

En las zonas rurales el mensaje pragmático ha funcionado menos para Rubio. Ganó en cinco de los diez condados más poblados. No venció en ninguno de los otros 89.

En lugares como Council Bluffs, una ciudad ferroviaria en la frontera con Nebraska, el enfado y la sinceridad de Trump se impusieron. Pero los de Rubio ya tienen más claro su mensaje de aquí a New Hampshire y más allá.

El lunes por la noche, durante el caucus más grande de Council Bluffs, el del instituto Thomas Jefferson, el discurso del representante de Rubio no es ni el más apasionado ni el más aplaudido de la noche. Lo da un congresista de California, Doug LaMalfa, que se presenta como cristiano y granjero. Su exposición es la más práctica. “Rubio puede conseguir un espectro de apoyo más amplio”, dice.

En este caucus acaba ganando Trump. Le sigue Cruz y Rubio queda tercero. Pero el argumento de LaMalfa es uno de los principales motivos de los votantes de Rubio en Iowa e indica hacia donde se pueden mover los republicanos.

El 44% de quienes le apoyaron el lunes por la noche dicen que lo hicieron sobre todo porque creen que puede ganar en noviembre. Sólo el 24% de los que votaron por Trump y el 22% de los que lo hicieron por Cruz valoran ese factor de “capacidad de ser elegido”, según las encuestas a pie de caucus.

Rubio llega fuerte a las primarias de New Hampshire, el proximo martes 9. Hasta ahora iba el quinto en la media de las encuestas en este estado. Aunque mejorará, las expectativas esta vez juegan en su contra.

Según los sondeos, su primera victoria en votos llegará en Carolina del Sur o en Nevada, a finales de febrero. Sólo un político ha sido candidato presidencial de su partido sin ganar Iowa o New Hampshire: Bill Clinton.