Competición

La maldición de Toyota en el Dakar

9 enero, 2017 17:47

La edición 2017 del Dakar parecía el momento perfecto para que Toyota diera el gran salto y por fin consiguiera su primer triunfo en el rally-raid más duro del planeta. Las modificaciones en el reglamento técnico, el gran trabajo de suspensiones y reparto de pesos realizado y los fichajes de hombres de la talla de Nasser Al-Attiyah y Nani Roma, indicaba que la Hilux V8 4x4 tenía una segunda oportunidad y que el proyecto buggy podría esperar al menos un año más.

El Dakar sudamericano ha sido dominado durante la última década por Volkswagen y el MINI de X-Raid. Después de que los de Wolfsburgo decidieran abandonar el Dakar en 2012 para competir en los tramos del Mundial de Rallies, el trono de los raids quedaba vacante. Toyota decidía que era el momento de tratar de coronarse campeona del Dakar y tras reforzarse con un ex precisamente de los de Volkswagen, Giniel de Villiers, realizaba su primer asalto a la cita sudamericana en la era moderna.

Averías, abandonos, falta de rendimiento frente a los MINI All4 Racing, los motivos que impedían el triunfo de la firma nipona eran mucho y con suficiente peso como para que les fuera prácticamente imposible tener posibilidades reales de triunfo. Sin embargo, en 2017 todo parecía perfectamente alineado para que las Hilux V8 tuvieran definitivamente opciones de conseguir levantar al cielo de Buenos Aires el trofeo con forma de tuareg dorado que te corona como campeón del Dakar.

Las dos primeras etapas dejaban señales muy positivas. Nasser Al-Attiyah comenzaba mandando todavía sobre suelo guaraní. 39 kilómetros eran suficientes para que el qatarí dejara una buena muestra de su velocidad y que además metiera el miedo en el cuerpo de sus rivales, especialmente a Peugeot Sport, la cual ha sido la gran damnificada por los cambios normativos. Carlos Sainz o Sébastien Loeb ya adelantaban que sería muy difícil batir a las Hilux oficiales y a la de Overdrive de Nani Roma en etapas tipo rally.

A pesar de ello, los rostros en Toyota GAZOO Racing South Africa tampoco expresaban tenerlo todo en la mano. Un problema de sobrecalentamiento en el shakedown previo al comienzo de la prueba la unidad de Giniel y una fuga de aceite que provocaba un conato de incendio en el de Nasser, daban una clara señal de advertencia al equipo de que todo lo que se estaba consiguiendo en las primeras etapas se podía perder en un segundo. Al fin de cuentas estamos hablando de que en el Dakar se completa cada día la misma distancia contra el crono que puede tener un rally completo del WRC.

Llegaba el tercer día, ya en Argentina y con los primeros kilómetros de navegación pura y dura que había preparado Marc Coma para los participantes. Y de un plumazo todas las opciones de lograr el primer Dakar absoluto para Toyota se esfumaban, algo reservado a muy pocos fabricantes. Primero eran Giniel de Villiers y Nani Roma los que tenían un pequeño encontronazo mientras buscaban el siguiente punto de paso y después las malas noticias se reproducían prácticamente por minutos.

Giniel de Villiers perdía media hora por un problema en la bomba de combustible y posteriormente era el piloto español, una vez ganador en motos y otra en coches, el que tenía que detenerse por un fallo eléctrico. Lo peor estaba por llegar. Nasser Al-Attiyah, que hasta ese momento estaba en segunda posición de la general esperando el momento para atacar a Sébastien Loeb, sufría una salida de pista en la que dañaba gravemente su Hilux.

A pesar de que el ganador con Volkswagen y MINI se las ingeniaba para llegar a meta a tres ruedas, los daños en el chasis eran lo suficientemente graves como para no poder tomar la salida de la cuarta etapa. Toyota se quedaba sin su punta de lanza en sólo un segundo, cuando mejor parecía ir el V8 atmosférico aderezado por la nueva brida. El equipo se quedaba en pista sólo con un coche bajo la estructura oficial y el seguro de vida que siempre supone Nani Roma. Ahora deberán confiar en el talento del de Folgueroles y en los grandes finales de carrera que acostumbra hacer de Villiers para poder lucharle a los Peugeot y a los MINI el podio. C'est le Dakar, patron.