Al finalizar el mes de marzo en medio de Semana Santa, como era de suponer bajó el paro registrado y subió la afiliación. Buena noticia. Aún así los desempleados en el SEPE son casi cuatro Millones.
Si a estos se le suman los 750.000 en ERTE, 200.000 en cursos de formación cobrando del SEPE y 500.000 de autónomos en cese de ocupación, suman sobre 5,4 millones de parados reales. Eso en una población de más o menos 24,5 millones de activos son más del 20% de desempleo. Muy alto.
A ello se añade un déficit público del 11%, una caída de ingresos por impuestos y un aumento de la deuda pública al 120%. Más un PIB que bajó en 2020 casi otro 11% y que no se va a recuperar en la medida esperada en 2021 como ya reconoce la vicepresidenta Nadia Calviño y yo mismo avisé aquí en Invertia. La economía no va bien.
El Gobierno puede achacarlo a la pandemia; tiene razón en parte. Pero se necesita con urgencia paliar la situación. Sus dos grandes esperanzas son: el turismo de verano y los fondos de recuperación europea.
La primera se ralentiza con las noticias de la lentitud de vacunación. En España y en el resto de Europa (nuestros clientes). Lo denuncia hasta la OMS. Se está vacunando en un sprint estos meses. Pero no será hasta final de verano cuando se alcanzará el 70% de población vacunada (inmunidad de rebaño). De las ayudas europeas las noticias son que “las cosas de palacio van despacio”. Hasta el cuarto trimestre del año nada de recibir fondos.
Las esperanzas del Gobierno para la economía no se van a dar cómo se esperaba cuando los Presupuestos Generales del Estado fueron aprobados para 2021. Ya avisaron los expertos que eran irreales entonces y han quedado obsoletos por los acontecimientos posteriores. La tercera ola, y la posible cuarta, del COVID en Europa los ha mandado al “baúl de los recuerdos”.
Las esperanzas del Gobierno para la economía no se van a dar cómo se esperaba cuando los Presupuestos fueron aprobados para 2021
La situación no sería tan dramática si se pudieran aprobar los Presupuestos para 2022. Pero eso parece difícil. ERC da señales de que no los pactará con Sánchez. Los independentistas no quieren darle alas ni en Barcelona, ni en Madrid a un PSC/PSOE que gana las elecciones en Cataluña, aunque no gobierne.
JxCat, con Puigdemont al fondo, exige unidad de acción con ERC en el Congreso en Madrid, para investir a Aragonés como President en Barcelona. Los indultos no son suficientes, piden amnistía; reconocer que no hubo delito en el pseudo-referéndum del Process y acordar otro pactado de autodeterminación.
Cosas difíciles de aceptar por Sánchez. JxCat ya ha dado por muerta la comisión negociadora y Puigdemont quiere que funcione como parlament paralelo el fantasmal Consell per la República. Dos elementos más de distorsión. Sólo un milagro de un tripartito PSC/ERC/Comunes, cambiaría la situación. Pero eso ahora es utopía.
Por tanto el Gobierno PSOE-UP no tiene Presupuesto, aunque formalmente exista. El que hay sobre la mesa del Consejo de Ministros es papel mojado. Sin Presupuesto en 2021, si no hay posibilidades de pactar el de 2022, la lógica económica en democracia parlamentaria es: disolver las cámaras y convocar elecciones antes de final de año ¿Lo hará Sánchez?
El Gobierno PSOE-UP no tiene Presupuesto, aunque formalmente exista
Las encuestas (sobre todo las del CIS de Tezanos) dan ganador al PSOE si se adelantasen las elecciones. Pero su aliado, ahora en Moncloa más comunista que populista, está debilitado electoralmente y el PP puede salir reforzado de las autonómicas de Madrid.
Unas nuevas elecciones harían a Sánchez más dependiente de los nacionalistas e independentistas que antes, con Ciudadanos al borde de la desaparición. Le costaría más conseguir el Gobierno que el que ya tiene. No le salen los números parlamentarios, aunque disolver sea la lógica económica.
Ya tuvimos un Presupuesto prorrogado tres años, el de Montoro. ¿Por qué no hacer lo mismo con el de Montero? Al fin y al cabo los dos eran irreales para los años que se usaron. El problema es que el Presupuesto es el instrumento orientador de una política económica y sin él todo es arbitrario.
¿Otra vez lo lógico en economía se enfrenta a lo posible en política?
*** J. R. Pin es profesor del IESE.