"Lo que funcionó ayer podría no ser aplicable o incluso plausible hoy". Esta es una de las ideas que hemos escuchado con frecuencia en el mundo de la innovación que nos recuerda la autora Andrea Belk Olson en un artículo reciente para HBR. Andrea explica que existen tres debilidades principales al confiar en fórmulas para abordar cuestiones comerciales en un entorno en constante cambio: La primera es que no funcionan igual en todos los contextos. La segunda es que pueden ser replicados por la competencia. La tercera es que pueden entrañar riesgos ocultos.

Para gestionar un clima empresarial fluctuante, las empresas necesitan un conjunto de herramientas diferentes. En lugar de depender de fórmulas estáticas que funcionaron en el pasado, las organizaciones deben centrarse en cambiar la forma de pensar de las personas.

Esto requiere fomentar tres formas básicas de perfeccionar las habilidades cognitivas. En primer lugar, se deben analizar las incógnitas conocidas. Esto significa que sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. En segundo lugar, se debe potenciar el uso del pensamiento divergente. Este tipo de pensamiento se utiliza para generar ideas creativas mediante la exploración de muchas soluciones posibles. Implica dividir un problema en sus diversos componentes para obtener información sobre sus diversos componentes. Si se hacen de manera espontánea y fluida, las ideas se generan de forma aleatoria y desorganizada. En tercer lugar, se debe aplicar el pensamiento de primeros principios que implica dividir problemas complejos en elementos básicos y luego volver a ensamblarlos desde cero.

Esta revolución del pensamiento cognitivo de las personas será fundamental para que las organizaciones puedan aprovechar las increíbles oportunidades que traerá la innovación, digitalización y la transformación digital.

“Apostar por la digitalización no es negociable”. Esta es una segunda idea fuerza que recuperamos y que procede del informe Insight Intelligent Technology Report 2023 de IDC sobre tecnologías e innovación. En este documento se ofrecen algunos datos importantes como que el 82% de las organizaciones encuestadas coinciden en que “las empresas deben invertir en transformación digital o quedarse atrás”. Sin embargo, sólo el 23% de las empresas esperan alcanzar el nivel de convertirse en una empresa digital disruptiva. Más del 60% esperan ofrecer un ROI con impacto en el 2024 a través de la transformación digital.

La conexión entre la estrategia corporativa y la acción es el factor determinante a la hora de que la empresa pueda capturar el mayor valor posible de la transformación digital”. Esta es la tercera idea fuerza que proviene de un estudio publicado en la revista Deloitte Insights Magazine 31 de Tim Smith, Tim Bottke, Grebory Dost y Diana Kearn-Manalatos realizado a más de 4.000 empresas globales sobre el valor que se obtiene de la transformación digital.

En dicho estudio, los autores ofrecen un modelo que incluye cuatro conceptos y tres acciones concretas. Entre los conceptos se encuentran: a) La capacidad de cambio en relación con los procesos operativos, la agilidad, la eficiencia operativa, la transformación de la fuerza laboral, etc. b) Digitalización, en referencia a la estrategia digital, las capacidades digitales, la innovación digital, la transformación digital, los ecosistemas digitales y las tecnologías emergentes entre otras. c) La estrategia corporativa, en relación a los nuevos segmentos, los nuevos portfolios, la posición competitiva, la innovación de producto, la transformación del negocio, los nuevos productos, los nuevos mercados, etc. d) La tecnología, en referencia a la realidad digital, big data, inteligencia artificial, aprendizaje automático, la computación en la nube, RPAs, internet nativo en la nube, el internet de las cosas, IaaS, PaaS, Saas, XaaS, gemelos digitales, edge computing, blockchain, ciberseguridad, etc.

Pues bien, la adopción de todas estas tecnologías y oportunidades dependerá de factores humanos. Mike Maddock explicaba hace algunos años en un artículo publicado en Forbes que los líderes del negocio se enfrentan a un reto enorme. Según sus datos, apenas el 11% de los empleados aceptará el cambio, independientemente de las amenazas a las que se enfrente la empresa. Es decir, en un equipo de diez personas únicamente una de ellas aceptará el cambio. Las otras nueve lo rechazarán, aunque ello lleve a la desaparición de la empresa.

¿Por qué ocurre esto? Sucede que las empresas contratan a las personas según una serie de competencias que son todas esas habilidades innatas y adquiridas que tiene esa persona para desempeñar el puesto de trabajo. La persona contratada debe trabajar en base a unas responsabilidades, funciones y tareas, y al final todos estos procedimientos y procesos provocan que los empleados trabajen para ser más competentes, mejorando su trabajo de forma incremental día a día. Esto, que a priori parece positivo, puede suponer un problema, ya que puede fomentar efectos como un foco excesivo en el corto plazo. Por este motivo es tan importante seguir los consejos de Andrea dejando de depender en fórmulas estáticas que funcionaron en el pasado para centrarse en cambiar la forma de pensar de las personas.

*** Paco Bree es director de programas de innovación de Deusto Business School y director general de Inndux.