Cuando estaba pensando de qué iría esta última columna de Convergencia Digital ESG, –¡no os preocupéis, última antes del esperado parón veraniego!– me venían muchas ideas a la cabeza, desde hacer un resumen de lo comentado los últimos meses hasta entrar en temas de liderazgo, de sostenibilidad del cloud computing, de brechas, de seguridad… Finalmente he querido hacer una reflexión sobre el “Gran Reinicio”, el “Capitalismo Inclusivo”, sobre Gaia-X y la importancia de la interoperabilidad, la portabilidad y la transparencia.
Leyendo el mensaje introductorio de Douglas Peterson en el Anuario de Sostenibilidad 2021, de S&P Global, vemos que las finanzas sostenibles siguen tirando del carro de los ESG. En este anuario hacen una evaluación de la sostenibilidad corporativa y nos comentan que el año pasado participaron más empresas que nunca, lo cual implica una cantidad récord de datos ESG corporativos; algo fundamental para cualquiera que desee conocimiento independiente y transparencia para tomar decisiones mejor informadas. Tal como indica Douglas, es muy importante “aumentar los niveles de participación para crear la inteligencia esencial para impulsar los mercados del futuro y acelerar el progreso en nuestro mundo”.
En 2019 se pusieron las bases de la evolución del capitalismo, se empezó a hablar del “Gran Reinicio” y de “Capitalismo Inclusivo” en todo el mundo, y fue calando la idea de Klaus Schwab (fundador del World Economic Forum) de negarnos a reducir el papel de la empresa al de una unidad económica generadora de riqueza. No sólo eso, sino también la pregunta que a su parecer definirá nuestra época: ¿qué tipo de capitalismo queremos?
Es evidente que existe una necesidad de que todas las organizaciones den a conocer de mejor forma cómo gestionan aspectos relacionados con los ESG, qué están haciendo para definir su estrategia y ponerla en práctica, y cómo están midiendo su progreso. De lo contrario, incurrimos en el riesgo de que todo este movimiento se quede en mera propaganda y que no tenga el impacto que la mayoría deseamos.
Asumimos el riesgo de darle la razón a los negacionistas, a los escépticos con fundamento tan bien representados por los profesores de Harvard Lucian Bebchuk y Roberto Tallarita en sus interesantes reflexiones plasmadas en el documento “The Illusory Promise of Stakeholder Governance”; donde nos dicen que “no se debe permitir que la promesa ilusoria de las partes interesadas promueva una agenda directiva y oscurezca la necesidad crítica de intervenciones externas para proteger a las partes interesadas a través de la legislación, la regulación y el diseño de políticas.”
Es posible que os estéis preguntando qué tiene que ver todo lo anterior con Gaia-X. La verdad es que todo tiene un denominador común, un nexo de unión: los datos. Hace unos días, en la presentación oficial del Hub Nacional de Gaia-X, Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, comentó que “debemos transitar hacia una economía digital donde el dato sea uno de los activos de mayor valor añadido”. Coincido plenamente y lo vinculo con todas las iniciativas que se están desarrollando para definir un marco de auditoría y unas métricas para todo lo relativo a los ESG.
La buena voluntad de muchas organizaciones es tan obvia como la presión de los ciudadanos y el efecto beneficioso que están teniendo los criterios de financiación sostenibles. Pero necesitamos más y los datos son un pilar fundamental no sólo para medir las cosas, sino para mejorar la transparencia. Estamos en pleno proceso transformador, la economía del dato –al igual que los ESG– supone una oportunidad, pero también retos. Sé que Gaia-X ya tiene alguna iniciativa que gira alrededor de la financiación sostenible y espero que en los próximos meses aparezcan muchas más para que podamos abarcar toda la amplitud de los ESG.
Para terminar me quedo con unas palabras de Joan Fontrodona y Philip Muller en el Cuaderno de la Cátedra CaixaBank de Sostenibilidad e Impacto Social: Horizonte ESG, de IESE: “No nos resignamos a creer que el Great Reset o el “capitalismo inclusivo” sean nociones sin contenido, aunque también reconocemos que, en última instancia, depende de las empresas que sean una realidad y no se queden en meras palabras.”