La mesa de control del Centro Europeo de Física de Partículas.

La mesa de control del Centro Europeo de Física de Partículas.

Comunidad Valenciana

Belén Salvachúa, una ingeniera valenciana en la mesa de control del CERN

Es una de los siete ingenieros que se encargan de "vigilar" cómo se mueven las partículas en el acelerador

20 febrero, 2019 12:42

La "segunda casa" de la valenciana Belén Salvachúa es una sala llena de pantallas con miles de variables que recuerda un centro de control de la NASA: ella también se dedica a controlar, pero en su caso las partículas del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), en busca de nuevos hitos de la Física. "Es un trabajo que requiere una visión global de lo que está pasando, aunque contamos también con la ayuda de muchos expertos", cuenta en una entrevista a Efe esta joven científica ligada al Centro Europeo de Física de Partículas (CERN) desde 2002.

Salvachúa, que completó su formación en la Universidad de Valencia, el Instituto de Física Corpuscular (IFIC) e instituciones de Alemania y EEUU, es desde hace cuatro años una de los siete ingenieros de diversos países (entre ellos otra española, Reyes Alemany) que coordina las operaciones del centro de control. Éste se encarga de "vigilar" cómo se mueven las partículas -normalmente protones- en el acelerador y de coordinarse con las zonas de experimentos que se llevan a cabo, sobre todo en las cuatro zonas de colisión (ATLAS, ALICE, CMS y LHCb).

"Nuestra labor es inyectar el haz (de partículas) en la máquina, controlar que parámetros como la órbita sean adecuados", explica. "También nos ponemos en contacto con los distintos experimentos para ver si necesitan algún tipo de test", añade tras explicar cómo imanes y cavidades de radiofrecuencia de alta tecnología mueven las partículas hasta velocidades próximas a la de la luz.

Las estanterías en las paredes del centro de control están adornadas con decenas de botellas de champán que se abrieron cuando se logró algún hito en el CERN, entre ellos el más mediático, el hallazgo del bosón de Higgs en 2012, para el que el trabajo en equipo fue la clave, según Salvachúa. "Trabajar en grupo con un objetivo final es muy bonito", opina, y subraya que "la mayoría de mis compañeros son gente supermotivada, a la que le encanta la ciencia, y en el día a día cuando tienes una idea la comentas con ellos y estos le añaden las suyas".

El acelerador, de 27 kilómetros de longitud y que discurre 100 metros bajo tierra en la frontera francosuiza tiene como principal motivo validar el Modelo Estándar de la Física "o bien hacer nuevos descubrimientos que cambien nuestra forma de entender el universo", en palabras de la ingeniera.

El Modelo Estándar funciona bien para describir la composición de la materia, pero aún no lo explica todo, señala. "Es habitual en Física partir de un modelo más sencillo, como las aún válidas leyes de Newton, para después ampliarlo con teorías más complejas como la de la relatividad de Einstein".

Uno de los enigmas que aún quedan por demostrar en la Física, y en el que los avances del CERN puede ayudar, es la desproporción materia-antimateria. "Tras el big bang se debería haber producido un 50 % de materia y otro 50 % de antimateria, pero sólo conocemos la primera, por lo que debe haber otro mecanismo", analiza.

La prioridad en el LHC ahora es seguir estudiando el bosón de Higgs, que sigue siendo difícil de aislar (suele durar una miltrillonésima de segundo tras una colisión) y encontrar otras partículas subatómicas. Para los no versados en Física es complicado entender el significado del boson de Higgs, una partícula que podría explicar por qué otras se unen formando una masa, algo tangible. "Las aplicaciones prácticas (del bosón) de momento se desconocen, porque es una partícula que conocemos poco, pero también ocurrió cuando se descubrieron el protón o el electrón", comenta.

En todo caso, los avances del CERN ya tienen efectos en otras ciencias como la Medicina (se investiga el efecto de la aceleración de partículas en el tratamiento de enfermedades como el cáncer). Además, de forma indirecta, la masiva cantidad de datos que proporciona el LHC (50 millones de gigabytes al año) ha servido para construir sistemas de análisis pioneros en la gestión del "big data".

El acelerador LHC detuvo su actividad en diciembre para iniciar dos años de obras de mejora, lo que no significa que la científica valenciana esté menos ocupada en la actualidad, aunque muchas de las pantallas del centro de control estén hoy apagadas. "Tenemos mucho trabajo, preparando nuevos instrumentos para cuando volvamos, y el mantenimiento de los imanes superconductores", explica.

En 2021 el acelerador volverá a ponerse en marcha para proseguir el análisis del bosón de Higgs y la búsqueda de otras posibles partículas, ya que algunas teorías, como la de la Supersimetría (que apunta a que toda partícula tiene una contraria) apuntan a que quedan aún decenas por descubrir.