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. Carlos Rodríguez Casado

Opinión Libro primero, camino del 36

El comité ejecutivo del PSOE

(16 de diciembre de 1935, lunes)

16 diciembre, 2015 02:12

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-Antes de que arranque esta reunión y que intervenga el compañero Prieto, que es tan hábil con las palabras y que tanto ha presionado para que la reunión se produzca, quiero dejar constancia de que sigue sorprendiéndome la facilidad del compañero Prieto para pasar la frontera sin ser visto por la policía, y la ligereza con que ha atacado a los compañeros que hemos permanecido en la cárcel Modelo estos últimos meses, proclamando todo tipo de infamias… 

-¿A qué infamias te refieres?

-He oído decir de todo, desde que yo pretendía dimitir de la presidencia del Partido la víspera de la huelga general por miedo a sus consecuencias, hasta que me propongo llevar la UGT a la CNT, un total disparate. Entremedias, mientras unos callábamos por necesidad, el compañero Prieto ha utilizado su altavoz en El Liberal de Bilbao, del cual es propietario y director, para defender el criterio de que los socialistas acudamos a estas elecciones unidos a los republicanos, pero sin reclamar para nuestras candidaturas la proporción numérica de cargos a los que tendríamos derecho, porque, según él, "la hora política es de los republicanos y no de los socialistas". Es decir, que ellos tendrían una mayoría para gobernar, ganada no por sus propias fuerzas, sino a expensas de las nuestras. Ahora entraremos en la discusión del asunto, pero antes quiero dejar claro que mientras la Comisión Ejecutiva del Partido estaba encarcelada, sin que sus miembros pudiéramos hacer nada para dirigirnos a la opinión, y sin que la Ejecutiva hubiese tomado ningún acuerdo sobre el particular, porque resultaba prematuro, el compañero Prieto ya estaba dirigiendo el Partido a su antojo, sin contar con nadie y aprovechando la circunstancia para hacer una política personal y arrimar el ascua a la sardina de los republicanos, cuando todavía no había dado nadie públicamente su opinión sobre el tema... El compañero Prieto maneja como nadie el truco de atribuir a los demás actitudes por él imaginadas y ha sembrado la sospecha de que yo quiero la abstención, un auténtico disparate con el que pretende desacreditarme, cuando todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de un triunfo electoral para liberar a nuestros presos. Y empiezo a estar francamente cansado de esos trucos.

-¿Algo más, compañero Caballero?

-Sí, que no he contestado las cartas injuriosas de algunos compañeros asturianos que, haciendo de voceros de quien yo me sé, se han permitido enviarme mientras estaba preso. Con todo, lo que más indignación me ha producido ha sido que, aprovechando la estrategia fijada colegiadamente de no asumir ninguna responsabilidad política en la revolución de Asturias, haya ido el compañero Prieto, el simpático don Inda, diciendo que era una vergüenza que nadie se responsabilizase del armamento, a sabiendas además de que fue el acuerdo de la Ejecutiva, votado también por él. Nadie menos autorizado que alguien a quien en la huelga del año 17 le faltó tiempo para cruzar la frontera dejándonos a los demás en la brecha. Él, que en diciembre del 30 se apresuró a salir al extranjero, permitiendo que los restantes miembros del Comité Revolucionario respondiéramos por todos de lo hecho. Él, que habiéndose acordado permanecer en Madrid, por si fuera necesario reunirse, en octubre del 34 se escapó a Francia dejándonos al resto a los pies de los caballos… Repito que no conozco a nadie que desaparezca tan fácilmente en momentos de peligro, ni recuerdo un solo caso en que haya estado en la cárcel por defender nuestras ideas o los intereses de los trabajadores. Para el compañero Prieto no existe policía, ni gendarme en la frontera francesa, y aunque es fanfarrón, no tiene valor para sufrir en su cuerpo una molestia por causa de sus ideas. Desde París censuraba a quienes estábamos en la Modelo. ¿Por qué, entonces, no regresó y se presentó al juez haciéndose responsable, lavando de ese modo la vergüenza de que habla? Os diré por qué: porque no siente las ideas socialistas y tiene un miedo cerval a la prisión. Todos sus gritos, manoteos y golpes de pecho, son una comedia ensayada. Y ahora, ya sí, pasemos al orden del día.

-Pues va a ser una reunión calentita. Después de estos preliminares, que ruego a la compañera taquígrafa no recoja en el acta, arranco el orden del día con mi intervención, que traigo escrita en unos folios, no por otra cosa sino por si no hubiera podido estar presente en esta reunión y debiera leerla alguien más...

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