13 de octubre

13 de octubre Carlos Rodríguez Casado

Opinión

Todos somos republicanos

(13 de octubre de 1935, domingo)

13 octubre, 2015 01:35

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- Veinte en bastos. Hoy tengo suerte y tú estás despistado. Roba, anda. Te veo pensativo, ¿pasa algo?

- Me preocupa lo que está sucediendo últimamente, padre.

- Si es lo que te cuenta tu amigo Ángel Navarrete, ten cuidado con él y con todos los sindicalistas. Esos lo que quieren es la revolución social. Y, cuando llegue, Dios nos asista.

- ¿Usted cuándo se hizo republicano, padre?

- ¿A qué viene esa pregunta?

- Me interesa la política, bien lo sabe usted.

- Pues cuando firmaron el manifiesto contra la monarquía Ortega, Marañón y Pérez Ayala, los de la Agrupación al Servicio de la República. Lo leímos en el café, y yo fui de los muchos que pensó, si estos señores ya han decidido que esto es insostenible, es que es insostenible…

Aquel texto, hoy clásico, venía a decir que el grave momento de crisis obligaba a los firmantes a salirse de sus profesiones para ponerse al servicio de la necesidad pública; que el Estado tradicional había llegado al último grado de descomposición debido a sus propios vicios, y que la monarquía no era más que una asociación de grupos particulares parasitando el organismo colectivo y que por eso se iba quedando sola y había que sustituirla. Y como no era plausible que el rey cediese galantemente el paso y a sabiendas de que solo se rendiría ante una formidable presión pública, ellos tomaban la iniciativa de movilizar la intelectualidad para formar un primer contingente de republicanos que actuaran sobre el resto del cuerpo nacional y preparasen el triunfo de la República en unas elecciones constituyentes. De todas maneras, no muchos meses antes, Ortega había publicado su famoso artículo Delenda est Monarchia, en El Sol, con el que había dado un golpe casi de gracia a la institución monárquica.

- ¿Y así fue? ¿De un día a otro se hizo usted republicano? 

- No fui yo solo, Pepe. Fue todo el país. La dictadura de Primo de Rivera abrió el camino. Su régimen hizo parecer odioso al rey. Y aunque luego, con Berenguer y la dictablanda, se intentó volver al constitucionalismo, era difícil salvar su imagen y casi imposible contener el movimiento. La rebelión de Galán y García Hernández en Jaca fue solo la punta del iceberg, y aunque el alzamiento fue sofocado, el espíritu de rebeldía latía en todas partes. Tú mismo viste que había una verdadera manifestación de automóviles a las puertas de la Cárcel Modelo. La gente que llegaba de todas partes a estrechar la mano de los presos políticos. Estaba ahí el Comité Revolucionario al pleno, hasta Alcalá-Zamora, al que detuvieron al salir de misa. Y todos, no solo los jóvenes, nos dábamos cuenta de que la monarquía estaba agotada. La gente de tu edad está alimentada con demasiada literatura rusa, que en buena hora se tradujo. Hasta en familias burguesas, monárquicas de toda la vida, los hijos militaban no ya en el republicanismo, sino en el socialismo o incluso el comunismo. Mira tu propia biblioteca: tienes libros a los que no llega la Censura, que es el arma más potente del Gobierno. Con esas lecturas se había ido adquiriendo un espíritu incompatible con cualquier Gobierno que pudiera ofrecer el régimen monárquico, por muy democrático que intentara ser, y por muchos malabares que hiciesen Romanones y compañía. Visto como estaba el patio, la monarquía no podía subsistir, y ni siquiera hizo falta la violencia para que cayera. Se fue ella misma. La echaron las tertulias. Ya sabes que en Madrid los problemas se resuelven alrededor de una mesa de café, entre humo y gritos. De ahí pasan las opiniones a las redacciones de los periódicos, y estos las inyectan en el cerebro de todos. La influencia de las tertulias en la marcha del país es inmensa. Por eso conviene, cuando se tiene tu edad, escuchar a los que llevan la batuta allí, porque es lo que luego aparece en los diarios.

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