Arnaldo Otegui y Rafael Usabiaga.

Arnaldo Otegui y Rafael Usabiaga.

Política Cinco años del cese de los atentados

Las cartas de Otegi y Usabiaga a presos de ETA: "Tengo confianza en mis dotes de persuasión"

EL ESPAÑOL accede a sus misivas de 2009 sobre el plan abertzale para abandonar las armas que aceleró el fin de la banda. 

20 octubre, 2016 01:03
Alejandro Requeijo Daniel Montero

ETA decretó hace hoy cinco años el cese definitivo de sus atentados, pero aquella decisión comenzó a cocinarse antes. El año 2009 fue clave en los movimientos dentro del mundo etarra, que veía como la presión policial y judicial mermaba las filas de la banda y abocaba a su brazo político a la desaparición. Las fuerzas de seguridad detectaron en aquellas fechas decisivas las misivas de los líderes abertzales Arnaldo Otegi y Rafael Diez Usabiaga en las que empezaban a dibujar la estrategia para garantizar su supervivencia. Eso pasaba por convencer a la dirección de la banda del fin de "la estrategia militar".

Otegi había salido de prisión en agosto de 2008 después de cumplir una condena por participar en el homenaje al histórico etarra ‘Argala’. Durante su estancia en la cárcel donostiarra de Martutene coincidió con Juan Luis Aguirre Lete, condenado por el asesinato del dirigente socialista Fernando Múgica. Ambos labraron una gran amistad que continuó de forma epistolar a la salida de Otegi de la cárcel. El portavoz batasuno le mandaba cartas a su ex compañero de cárcel en las que le transmitía los pasos que iba dando en el exterior.

Según los informes de Interior a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, especialmente significativa del debate que se iba a librar entre los distintos frentes del MNLV es la que Otegi le remitió en agosto de 2009. En ella le adelantaba las dificultades que iba a tener para lograr que una ETA asfixiada por las detenciones aceptase que los atentados no servían ya para doblegar al Estado. “La complementariedad, tu ya me entiendes”, le decía Otegi. Se refería a la histórica estratégica político militar de ETA, el ‘bietan jarrai’ (seguir en las dos) que acompañaba siempre el anagrama de la banda del hacha y la serpiente, la combinación de “la lucha armada” y la “lucha política de masas”.

Pérdida de sex appeal con los jóvenes

En la carta Otegi se mostraba convencido de sus capacidades de negociación: “sigo teniendo confianza en mis dotes de persuasión y seducción, aunque ya sabes que, a medida que uno va haciendo años, va perdiendo sex appeal con los jóvenes, pero bueno, siempre me quedará el último recurso de llamar anormal a alguien”. Al mismo tiempo, ETA dejaba claro en sus comunicaciones internas que el final de los atentados no era una opción, entre otras cosas, porque consideraba que con el PSOE sería imposible reeditar otro proceso negociación como el que fracasó en la T4 en 2006. “Hay más opciones con el PP”, llegó a dejar por escrito la organización criminal.

ETA tenía entonces más de 700 presos en las cárceles (hoy son 400), Batasuna estaba ilegalizada y sin presencia en las instituciones, sólo en 2008 fueron detenidas 86 personas por su relación con ETA, 2009 terminó con 124 arrestos más. En ese tiempo habían caído hasta cuatro jefes de la banda: ‘Thiery’, ‘Txeroki’, Jurdan Martitegui y Aitzol Iriondo. Para lograr una salida, ETA había encargado a su brazo político que llegase a acuerdos con Eusko Alkartasuna para crear un nuevo frente institucional, pero sin renunciar a los atentados.

El histórico dirigente del sindicato abertzale LAB, Rafael Díaz Usabiaga, le mandó en abril de ese año 2009 otra carta a Teresa Toda, subdirectora del extinto diario Egin, quien complía condena por el proceso 18/98. En la misiva, Usabiaga también hacía partícipe a su interlocutora de los planes que tenían él y Otegi y de los riesgos que tendrían en esa estrategia los atentados de la ETA: “según movamos fichas, no hay que descartar que ellos también sacudan para condicionar y agujerear o debilitar la situación”.

“Otro atasco monumental”

Usabiaga también abordaba la cuestión de la complementariedad que había apuntado Otegi: “hay una evolución positiva, pero existiendo tendencias a creer que todo es compatible y eso nos podría llevar a otro atasco monumental, parece que se van a cuidar las cosas, que se apuesta realmente por darle forma y cuerpo a ese bloque independentista”. Tres meses después ETA intentó una matanza en la casa cuartel de Burgos y un día después asesinó a dos guardias civiles en Calvía, sus dos últimas víctimas mortales en España. Las tensiones entre las dos formas de ver el futuro del MNLV eran un hecho y terminaría por imponerse la que representaban Otegi y Usabiaga.

Ambos líderes abertzales redactaron en octubre de 2009 un documento titulado “Aclaración de la fase política y la estrategia” en el marco de la reconstrucción de Batasuna por lo que fueron arrestados días después en la operación Bateragune. Aquel documento abogaba por un cambio de ciclo basado solo en las vías políticas, pero cuando era debatido en las asambleas de la izquierda abertzale era boicoteado por los miembros de Ekin, los guardianes de la ortodoxia etarra en las distintas estructuras del entramado. Para contrarrestarlo introdujeron en el debate la ponencia Mugarri, una apuesta clara por mantener la violencia como forma de forzar al Gobierno a negociar.

Golpe al último intento de atentar

Con ese fin la banda se instaló en Portugal huyendo de la presión policial en Francia para iniciar otra campaña de atentados desde territorio luso. Pero sus planes fueron otra vez desbaratados a principios de 2010 por las fuerzas de seguridad con la desarticulación de una base ubicada en Óbidos, una localidad al norte de Lisboa. Paralelamente también fue detenido el etarra Faustino Marcos, quien tenía órdenes de asentarse en Cataluña. Aquello sumió a la dirección de la banda en una situación de colapso y suspensión de sus actividades que aprovecharon los partidarios del fin de la violencia para introducir en el debate interno la ponencia Zutik Euskal Herria: “nueva fase”,  “acumulación de fuerzas”, “lucha institucional”...

ETA respondía al desafío interno con comunicados como el que emitió en abril de 2010 por el Aberri Eguna: “la desactivación de la respuesta armada no soluciona el conflicto político”. Pero la izquierda abertzale firmó dos meses después su acuerdo estratégico con Eusko Alkartasuna, que obligó a los terroristas a anunciar una suspensión de actividades. Quedaba algo más de un año para el cese definitivo y la dirección se iba quedando sin recursos para revertir la situación. La dirección de la banda pasó de boicotear el cambio de estrategia a aceptarlo a regañadientes como demostraron dos portavoces etarras en una entrevista a Gara: “Zutik Euskal Herria fija la posición política, ETA no la haría suya palabra por palabra, pero estamos de acuerdo con la apuesta política que se desprende de esa resolución”.

El año 2011 arrancó una “tregua permanente, general y verificable”, antesala de lo que fue el cese definitivo del 20 de octubre de ese año. Entre medias de ambos anuncios ETA remitió a su brazo político un documento interno en junio en el que admitían su derrota y reconocían a los suyos su imposibilidad para seguir ejerciendo la vanguardia política y militar de siempre. Los golpes policiales habían llevado a ETA al punto que anticiparon en sus cartas a las cárceles Otegi y Usabiaga.