Bill y Hillary Clinto junto a los reyes, durante su visita a los reyes en 1997.

Bill y Hillary Clinto junto a los reyes, durante su visita a los reyes en 1997. Efe

Política ANDALUCÍA

Sevilla, sin 'remake' tras la cancelación de la visita de Obama

Un discurso desde un balcón, el regalo del turismo, el vecino en contra de la visita americana, políticos que no hablan inglés. En Sevilla se dan los elementos para revisar la obra maestra de Berlanga.

9 julio, 2016 00:48

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No hará falta que Sevilla se disfrace de Sevilla, como sí hizo Guadalix de la Sierra (Madrid) en 1953 para convertirse en Villar del Río, camuflar su esencia castellana e imitar una Andalucía de flamenca y sombrero cordobés. Obama ha cancelado esta madrugada el viaje a la ciudad tras el tiroteo en Dallas que ha costado la vida a cinco policías. Aún así, han pasado 62 años desde que Berlanga rodara la visita de los americanos de 'Bienvenido, Mister Marshall', y la visita frustrada de Obama a la capital hispalense bien podría haber valido un remake. Porque el tiempo puede cambiar las cosas, pero algunas no las logra borrar.

Ya lo decía el actor Manolo Morán desde el balcón del Ayuntamiento de Villar del Río: “Los americanos van a venir. Han ofrecido un premio al que lo reciba mejor. ¡Ah! pero no solamente mejor sino al gusto de los americanos. Y yo que he estado en América, amigos míos, que conozco esas mentalidades nobles pero infantiles, os digo que España se conoce en América a través de Andalucía”.

“No hemos cambiado tanto”

Uno de los expertos en Berlanga, sobre todo de este filme, es Kepa Sojo, profesor de Historia del Cine en la Universidad del País Vasco, director de cine y guionista, autor del libro 'Americanos os recibimos con alegría. Una aproximación a 'Bienvenido Mister Marshall' (Madrid, Notorious, 2009). Tiene claro que Berlanga fue un “visionario” y que su obra sigue vigente y es perfectamente extrapolable a nuestros días. No sólo esta película, cree que anticipó muchas otras cosas de nuestra sociedad en 'Todos a la cárcel' o 'La Escopeta Nacional'.

“En el fondo, no hemos cambiado tanto”, afirma, y reflexiona sobre el valor de la visita del mandatario estadounidense como un símbolo, ya no de “aperturismo” como lo era en la película de Berlanga (no de recursos, porque España fue excluida del Plan Marshall de reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial), pero sí tiene una carga importante de afianzar con la primera potencia los lazos políticos y económicos.

Entre los posibles paralelismos, Sojo cita la reciente campaña electoral. El discurso del balcón del alcalde, Don Pablo, interpretado por Pepe Isbert, en el que iba a dar una explicación a su pueblo no escapa a la comparación. Ahora que se habla de transparencia, el discurso repetitivo de este político duro de oído no queda lejos en forma y contenido de los mítines que desde diciembre y hasta el pasado 26 de junio se han venido escuchando.

En su alocución acaba reconociendo que el arreglo del pueblo para el recibimiento a los americanos no va a costarles nada. “Ni un solo céntimo ha salido de la caja municipal, porque la caja municipal, lo sabéis de sobra, nunca ha tenido un céntimo y siempre ha estado vacía. Todos los trajes y lo que venía han salido a crédito… y pagaremos lo que se debe cuando vengan los americanos con sus dólares”, grita . ¿A qué ayuntamiento de hoy en día le cuadran las cuentas, no tiene deuda municipal y tiene oxígeno gracias al crédito bancario?

Lo que podría entenderse como un “programa electoral” serían, según Sojo, las peticiones que anotaba Don Pablo en su libreta. Eran deseos y necesidades de los vecinos que no iban a ir a ningún lado. La diferencia es que ahora los ciudadanos eligen a quien cree que va a cumplir, antes se tenían que aguantar con quien era designado a dedo por el régimen de Franco. Y no lo podían echar cada cuatro años.

De las peticiones al turismo

La llegada de los americanos hacía soñar a un pueblo entero. Hacían cola con sus sueños y la confianza puesta en quienes se suponía que iban a dejar un regalo que les sacara de la miseria y con su alcalde y su subalterno, que prometían desde ese balcón que “los americanos van a estar mucho tiempo, gastándose todo el dinero que traigan”. La confianza ahora está puesta ahora en las relaciones internacionales, en los objetivos militares, económicos y políticos compartidos. Y el regalo más inmediato hubiera sido explotar el filón de una visita de Obama como reclamo turístico.

El Ayuntamiento de Sevilla tenía previsto aprovechar su visita para promocionar el destino con una campaña específica, porque su presencia iba a tener una proyección “muy importante”. Como prueba, la estancia hace dos años en Marbella (Málaga) de su esposa, Michelle Obama, y una de sus hijas supuso alrededor de 50.000 impactos en los medios de comunicación. Para Granada, la visita de Bill Clinton en 1997, donde dijo ver “la más bella puesta de sol del mundo” desde el mirador de San Nicolás frente a la Alhambra, fue una campaña turística impagable.

El mercado norteamericano es el cuarto desde el punto de vista turístico en Sevilla, por lo que esta era una buena ocasión para reforzarlo. Más aún, después de que hace apenas un mes la ciudad acogiera el congreso de la American Society of Travel Agents (ASTA) que reunió a más 300 agentes de viajes de Estados Unidos.

Los comerciantes del centro de la ciudad estaban encantados. El precio no iba a ser tan alto a pagar: la visita era en domingo y aunque sí habían sufrido las restricciones de acceso al casco histórico por motivos de seguridad (también hay comitiva y hombres de negro en el film de Berlanga), a cambio les esperaba una gran campaña de publicidad.

Sojo discrepa y no ve que sea una oportunidad. Más allá de una ciudad colapsada por las medidas de seguridad, no cree que fuera a dejar tanta huella. “Deja mucho más dinero el rodaje de una serie como Juego de Tronos que la visita de un mandatario”, asegura.

Aunque no tiene cifras en las que apoyarse, razona su postura desde su experiencia como cineasta. “Cuando un presidente llega a una ciudad apenas está una horas, y los gastos de su visita se sufragan con dinero público. Cuando hay un rodaje, hay un equipo de producción que mueve a muchas personas y se deja dinero durante meses en una ciudad. Una visita como esta genera gastos, una película genera beneficio”, resume.

Además de lo que pueda reportar a las arcas municipales y a la economía local un rodaje, se puede añadir el efecto llamada con rutas turísticas. Sólo hay que preguntar en Osuna, una de las localizaciones elegidas para la grabación de capítulos de la quinta entrega de Juego de Tronos. Su Ayuntamiento cifra en un 75% el crecimiento del turismo en el municipio a raíz de que su centenaria plaza de toros fuera uno de los escenarios elegidos. Desde los Reales Alcázares de Sevilla, otro de los enclaves de esa serie, ya hay una ruta turística de dos horas por el precio de 46 euros, con opción de ir a al coso de Osuna.

Al igual que en el Villar del Río de Berlanga, en Sevilla no todos estaban de acuerdo con el viaje presidencial. Era el hidalgo Don Luis, noble sin dinero, el que despotricaba contra sus vecinos tras el discurso del balcón por su entrega a los “indios” americanos. En Sevilla, son las Plataforma contra la Guerra y las Marchas de la Dignidad de Sevilla quienes gritarán un “Obama, go home!”.

La asignatura pendiente de todos los presidentes

Un salón del Oeste americano. El alcalde luce una placa de Sheriff y lleva dos pistolas. Farfulla en un idioma ininteligible que pretende ser inglés. ¿Ha cambiado algo respecto a la película de Berlanga? Geoff Giddins, director de la academia Idiomas First Class, tiene la respuesta: en la sociedad sí, pero no rotundo en la clase política.

“Por lo que sabemos, el único presidente español que hablaba inglés era Calvo Sotelo. Está claro que no se ha cambiado nada, seguro”, afirma. Hace memoria: Felipe González se manejaba en francés, pero ni José María Aznar ni José Luis Rodríguez Zapatero, y tampoco Mariano Rajoy, tienen dominio de otros idiomas. De los tres últimos hay episodios imborrables en la memoria colectiva: desde el discurso de Aznar en la Universidad de Georgetown, pasando por el “hablo en español” con el que respondió Zapatero a una pregunta de una periodista en inglés, y acabando con la frase “It’s very difficult todo eso” con el que Rajoy quiso romper el hielo en un encuentro con el primer ministro británico David Cameron. Tampoco se queda atrás el “relaxing cup of café con leche” de la ex alcaldesa de Madrid Ana Botella.

Lamenta esta situación que en otros países no sería aceptable. Por cercanía, recuerda que el ex primer ministro británico Tony Blair dominaba el francés, o el ex viceprimer ministro Nick Clegg, que se expresa fluidamente el español. “Es especialmente preocupante, porque muchas veces lo importante no es tanto lo que se pueda debatir o acordar en un foro internacional, sino en lo que luego se discute en los pasillos”, advierte.

“Es irónico, en la clase política no se refleja ningún cambio mientras desde hace años es creciente el interés de la sociedad por el conocimiento de otras lenguas, y los universitarios, pero sobre todo, los niños de ahora, van a ser políglotas”, vaticina, aunque puntualiza que donde sí se aprecia un giro es en el nivel de inglés que ya tienen cargos políticos e institucionales de rango intermedio.

Y llegando al final, si la comitiva americana pasaba de largo del decorado de Villar del Río dejando tras de sí una nube de polvo, esta vez será lo mismo. Porque Obama y su séquito, tras muchos días de preparativos y que iban a estar unas 18 horas en una ciudad blindada, ya no estarán. Iba a llegar la noche de este sábado para marcharse a mediodía del domingo. Una visita de unas horas para callejear por un centro histórico que, según los planes, iba a estar cerrado a cal y canto. Los sevillanos serán como los falsos villareños de Guadalix de la Sierra, tampoco verán a Mr Obama.

La historia de Berlanga se podrá repetir en Sevilla o no, pero sí que ha sido real y ha tenido su réplica. Kepa Rojo tiene ya en fase de postproducción un documental, aún sin título, sobre Posada del Bierzo, una pequeña pedanía del municipio de Carrecedelo (León). Un pueblo de colonización creado en 1957 por la construcción del pantano de Bárcena, al que Franco llegó cuatro años después para inaugurarlo, descubrió una placa y se marchó. Como Mister Marshall, Sojo señala que los vecinos se volcaron, con aplausos y pancartas, como así lo recoge también en su edición del 17 de septiembre de 1961 ABC y el NODO. Un acto de minutos en un pueblo donde decenios después ya sólo quedan poco más de 150 vecinos.