Imagen de archivo de José Antonio Segurado, cofundador de la CEOE y presidente de honor del CEIM

Imagen de archivo de José Antonio Segurado, cofundador de la CEOE y presidente de honor del CEIM EFE

España

El liberal que modernizó la patronal española y soñó con la unidad de la derecha

José Antonio Segurado nació en Barcelona el 23 de enero de 1938 y murió en Madrid el pasado jueves 16 a los 79 años.

18 febrero, 2017 19:21

José Antonio Segurado fue un hombre que vivió por delante de su tiempo. Tenía los ojos puestos en el mundo cuando España se miraba en el ombligo. Se empeñó como pocos en modernizar la empresa nacional, recién salida de la férrea tutela del Estado. Y dedicó gran parte de sus esfuerzos políticos al intento de crear una gran fuerza de la derecha política, fragmentada tras el franquismo e incapaz de encontrar un líder que superara los personalismos de figuras como Fraga o Suárez. 

Fue esencial en la transformación de un empresariado provinciano, enquistado en la autarquía, al conseguir asociarlo en una estructura sólida –la CEOE–, que le ofrecería amplitud de miras e intereses más ambiciosos. Con su Partido Liberal, intentó aglutinar la derecha española en una fuerza política moderna, basada en la defensa acérrima del libre mercado. “Tolerancia, menos Estado y más individuo”. Así resumió su ideario en una entrevista con ‘El País’ en 1989.

Siempre ha llamado la atención por su elegancia. Aunque algunos llegaron a tacharle de afectado, su aspecto era el de todo un dandy, con una forma de vestir siempre impecable. En más de una entrevista, tuvo que desmentir que fuera un playboy. “No, no lo soy -dijo a Feliciano Fidalgo en la mencionada entrevista-, pero siempre me ha parecido un espectáculo fascinante una mujer inteligente, natural y bella, y trabajo rodeado de ellas”. 

Era un lector compulsivo. Declaró que donde mejor se encontraba era en “la soledad y el silencio de su biblioteca”. Cosmopolita, amante de los viajes, de la música jazz y de las motos. Se le caía la baba con la BMW de gran cilindrada que le regaló su mujer al cumplir los 50 años. Los que trabajaron con él aseguran que era tremendamente perfeccionista, exigente, pero sobre todo consigo mismo.

Segurado nació en Barcelona en 1938. Era hijo de un corredor de seguros muy aficionado al deporte, que llegó a ser campeón de España de los 110 metros vallas. Realizó estudios de Derecho y Economía en la muy prestigiosa Universidad de Deusto y en la Complutense de Madrid, entre los años 55 y 57 del pasado siglo. Aprovechaba a fondo sus vacaciones para estudiar en Inglaterra. El aprendizaje del inglés sería fundamental en su carrera profesional en una España cerrada al mundo y a los idiomas.

Tuvo que interrumpir de forma abrupta sus estudios por la temprana muerte de su madre, “motor y guía espiritual de la familia”, en sus propias palabras. Era el mayor de cuatro hermanos y tuvo que trabajar desde muy joven. Comenzó en el sector de los seguros, el que tenía más a mano por la profesión de su padre, y completaba sus ingresos impartiendo clases de inglés. El idioma también le serviría para trabajar desde 1960 a 1963 en la base de Torrejón como representante de una empresa financiera de Texas.

En 1961 se casó con María del Mar Martí Goenaga, de la que se separó en 1970, después de haber tenido tres hijos. En cuanto se legalizó el divorcio, volvió a casarse de nuevo. Esta vez con Ana María Galobert Satrústegu, con quien tendría otro hijo, y que sería su gran apoyo durante el resto de su vida.

En 1962 hizo sus primeras incursiones en el asociacionismo empresarial –su gran pasión- con la creación de la Asociación Financiera Intercontinental. Años más tarde, ya en Madrid y con la llegada de la libertad sindical y de asociación, siguió intentado agrupar a los hombres de negocios. Creó, de la mano del legendario empresario de la comunidad judía Max Mazin, la Agrupación Empresarial Independiente (AEI). Fue la base de la CEIM (Confederación de Empresarios Independientes de Madrid), de la que llegó a ser presidente, y que resultaría decisiva luego en la creación junto a Carlos Ferrer Salat de CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales). Sería imposible entender la evolución económica española de las últimas décadas sin la agrupación de los patronos, de la que Segurado llegó a ser vicepresidente.

En 1983, pasada la fase inicial de la transición y con los socialistas ya instalados en el poder, la política comienza a tentarle. El primero en hacerle una oferta fue el presidente de Alianza Popular, Manuel Fraga. Le pidió que encabezara la lista a la alcaldía de Madrid, pero el empresario la rechazó. Finalmente, Jorge Verstrynge fue el candidato y cayó ante el aclamado Enique Tierno. Fraga se encontraba demasiado a la derecha para Segurado. Representaba un conservadurismo muy alejado de sus ideas liberales.

En enero de 1985 abandonó la CEIM para hacerse cargo de la Presidencia del Partido Liberal, que él mismo había fundado. En las elecciones de junio de 1986, consiguió escaño en el Congreso por Coalición Popular, en la que estaba encuadrado el Partido Liberal. Se había aliado con la Alianza Popular de Fraga y el Partido Demócrata Popular, de Óscar Alzaga, proveniente de la dinamitada UCD de Suárez. La gran ambición política de Segurado siempre fue unificar la derecha en un gran partido que defendiera el mercado libre y las libertades públicas.  

Pero se le anticiparía Manuel Fraga, dando un paso al lado y abriendo el melón de la sucesión en su partido. A mediados de enero de 1989, el Partido Liberal optó por integrarse en el recién creado Partido Popular, nacido en el IX Congreso de Alianza Popular. A raíz de esta integración, Segurado ocupó una de las vicepresidencias de la nueva formación. El presidente y candidato a la presidencia del Gobierno sería José María Aznar.

Segurado concurrió en el tercer puesto de la candidatura del PP por Madrid en las elecciones generales del 29 de octubre de 1989. Obtuvo el escaño y se ocupó de forma brillante de la comisión de asuntos económicos, desde la que ejerció una oposición dura y fundamentada. Cuando el futuro presidente de Gobierno le anunció que le sustituiría en el debate de los Presupuestos en el Congreso de los Diputados, el empresario se sintió ninguneado.

El líder liberal confirmó sus sospechas de que Aznar no le incluía entre su círculo más próximo y de que no confiaba en él. El nuevo líder de la oposición nunca le perdonaría el apoyo público prestado aquel mismo año en las elecciones europeas a Marcelino Oreja, quien también había aspirado a ser el sucesor de Fraga.

Se sintió desencantado de la política. Se mostró muy crítico. Llegó a responsabilizar a la derecha –que de nuevo había perdido las elecciones contra González– de permitir que España fuera durante muchos años “un país de partido único”, en referencia al “felipismo”.

Y todavía habría otro factor –más decisivo aún- para que en 1990 dimitiera de todos sus cargos en el partido y en la cámara baja Sería la coincidencia de que dos de sus tres hijos enfermaran gravemente y acabaran muriendo prematuramente en 1992 y 1995. Entonces, se refugió en Mallorca con intención de superar el “inmenso vacio” al que se tuvo que enfrentar. “Dejé la política para atender la enfermedad de mis hijos”, confirmaría años después a la subdirectora del diario ‘ABC’ Yolanda Gómez Rojo. 

En 1995 fue nombrado presidente del Club Última Hora de Mallorca, vinculado al diario del mismo nombre, donde se convirtió en auténtico agitador de la vida cultural mallorquina. Además comenzó allí su carrera como articulista, que continuaría en ‘Diario 16’ ‘El País’ y finalmente ‘ABC’, donde publicó su última columna –“Telegramas económicos”– la pasada semana. También fue asiduo de tertulias y debates en Intereconomía, VEO 7 TV y la cadena Cope, entre otros medios. 

Pese a su pasión por el periodismo, nunca llegó a abandonar la vida de empresario. Ocupó todos los cargos imaginables en las más diversas empresas: de director general a presidente, pasando por consejero delegado. En los últimos años, aún pertenecía al consejo de Ebro Foods y continuaba siendo presidente honorífico de los empresarios madrileños.

Pero de nuevo la enfermedad volvería a cruzarse en el camino de José Antonio Segurado. “Tengo una mujer que me quiere desde hace 46 años, unos pocos y verdaderos amigos y unas responsabilidades empresariales... Lucharé por ganar esta batalla”. Así comunicaba hace sólo un mes a la mencionada Yolanda Gómez Rojo el mal que le acababan de diagnosticar, y que terminó con su vida de forma fulminante el pasado jueves. 

José Antonio Segurado nació en Barcelona el 23 de enero de 1938 y murió en Madrid el pasado jueves 16 a los 79 años.