Un inmigrante descubierto en el interior del asiento de un coche.

Un inmigrante descubierto en el interior del asiento de un coche.

España INMIGRACIÓN

El ‘hombre asiento’ y otras formas de entrar clandestinamente en España

La desesperación de los inmigrantes y el trabajo de las mafias aviva el método del doble fondo en la frontera con Melilla.

4 febrero, 2017 01:49
Alejandro Requeijo Daniel Montero

Acoplados en el interior del asiento de un coche, en el salpicadero o hasta en el contorno de un parachoques. Paralelamente a los saltos masivos a la valla de Melilla que acaparan la atención en los últimos años, en la frontera entre España y Marruecos subsiste un drama fruto de la desesperación de muchos inmigrantes por alcanzar suelo europeo. Se trata del método del doble fondo, una medida extrema que va en aumento y que consiste en introducirse en recovecos imposibles entre las distintas partes de un vehículo. Y casi siempre en condiciones infrahumanas poniendo en riesgo su vida. Todo ello repercute en un lucrativo negocio para las mafías, que cobran entre 3.000 y 4.000 euros a cada persona que recurre a esta vía.

“Es un fenómeno único en Europa”, advierte a EL ESPAÑOL un experimentado miembro del Instituto Armado, acostumbrado a detectar esta manera de burlar los controles fronterizos. “Habría que remontarse a los años del muro de Berlín cuando desde la República Democrática Alemana trataban de cruzar a la zona occidental sin ser detectados”, añade. Sólo en el año 2016 entraron en España 770 inmigrantes con este método. Esto supone un incremento de más del doble con respecto al año pasado (372 personas) y casi el triple que en 2015 (245), según las estimaciones del Ministerio del Interior a las que ha tenido acceso este periódico.

Otros acceden en el parachoques del coche.

Otros acceden en el parachoques del coche.

46 vehículos en 2016

El pasado ejercicio fueron interceptados 46 vehículos con estos dobles fondos frente a los 33 del año anterior y fueron arrestadas 70 personas, 29 más que en 2015. Se les acusa de un delito contra los derechos de las personas extranjeras. Pueden ser condenados con penas de hasta ocho años de cárcel si se dan agravantes como intentar pasar un menor o acreditarse la pertenencia a un grupo criminal. “Quienes no tienen dinero intentan saltar la valla o llegar por el mar, quienes lo tienen usan esta vía”, advierten las fuentes consultadas. La Guardia Civil ha localizado y rescatado a 114 inmigrantes el año pasado  frente a los 51 de 2015.

Según las fuentes consultadas, en esta actividad participan diferentes actores, no sólo quienes cobran a los inmigrantes, sino también los que se encargan de adaptar el vehículo, los conductores (los llamados “pasadores”) o quienes facilitan la infraestructura a los recién llegados. Ser detectados en suelo español ya supone una victoria para muchos inmigrantes porque no serán devueltos de manera directa a Marruecos. No obstante, el objetivo último suele ser alcanzar la península, muchas veces como polizones en algún barco.

Se dan cada vez más casos de asientos vaciados para poder esconder en ellos a inmigrantes. Detectarlos exige experiencia y también intuición. “Un tornillo, una modificación que se pone varios centímetros más abajo… cualquier cambio en el interior de un vehículo puede llamar la atención a uno de los agentes, aunque hacen auténticas obras de ingeniería”, relatan los expertos. En ocasiones se valen de perros que detectan por el olfato presencia humana en escondites inverosímiles. Otras veces entra en juego la experiencia de los guardias. Llama la atención de los expertos la tranquilidad que demuestran siempre los “pasadores”. Pese a ser carne de arresto, de puertas para fuera aparentan una tranquilidad pasmosa.

Cualquier parte del coche puede ser convertida en escondite.

Cualquier parte del coche puede ser convertida en escondite.

Un jefe de sucursal bancaria

En una ocasión uno de los guardias civiles de la frontera estaba frente a uno de estos “pasadores” que no terminaba de generarle confianza. En ese momento optó por posar su mano en el pecho, a la altura del corazón, y comprobó que presentaba un alto ritmo de pulsaciones. Esto hizo desconfiar aún más al agente, que registró en profundidad su coche hasta que encontró a uno de estos polizones. En otra ocasión el detenido fue un jefe de sucursal bancaria en Marruecos que pasaba escondido a un inmigrante en un vehículo de alta gama. Pensó que las apariencias no llamarían la atención.  

“Las mafias tratan de rentabilizar sus ‘pases’ y por eso cada vez es más frecuente que en los vehículos introduzcan a más personas”. Se dan casos de hasta siete personas introducidas en un doble fondo. “El mismo beneficio con menos riesgo para ellos”, lamentan desde la Guardia Civil. “A veces les sacamos medio muertos. Las mafias no tienen escrúpulos, los ponen en situaciones límite, algunas veces somos casi sus ángeles de la guarda“, reivindican desde el Instituto Armado.

Preguntadas las fuentes consultadas acerca del método más peligroso de cuantos han presenciado, apuntan a aquellos que se ocultan en el parachoques. Este recurso tiene una peligrosidad añadida con respecto a otras fórmulas ya que, en caso de se produzca cualquier incidencia de tráfico, las personas ocultas en el parachoques pueden resultar gravemente dañadas. “Vienen en auténticos ataúdes”, denuncian.

Otra imagen de inmigrantes introducidos en partes inverosímiles.

Otra imagen de inmigrantes introducidos en partes inverosímiles.

Colaboración con Marruecos

Las fuentes consultadas ponen en valor la colaboración de las fuerzas de seguridad de Marruecos a la hora de combatir este problema. Si en 2015 interceptaron siete vehículos con doble fondo antes de llegar a la frontera con Melilla, el año pasado fueron 32. Entre los detenidos por las autoridades marroquíes hay ciudadanos españoles. Por su parte, las personas rescatadas fueron 97. La comunicación con la Gendarmería Real es fluida, también con la Policía Nacional con la que la Guardia Civil tiene competencias compartidas en los cuatro controles fronterizos que hay en Melilla.

Las fuerzas de seguridad se topan con un problema añadido: encontrar el equilibrio entre la seguridad y mantener la fluidez en los pasos fronterizos. Por ello las inspecciones de vehículos deben hacerse a un ritmo alto para no colapsar la frontera. En Melilla se dan 7.000 rotaciones de vehículos al día. “El inmigrante se queda siempre. Es un servicio a la carta. Quien paga, acaba entrando de una manera u otra. Las mafias tienen cientos de coches”, sentencia uno de estos agentes sobre un fenómeno que no cesa.