Manifestación de la plataforma Salvem El Cabanyal en 2014.

Manifestación de la plataforma Salvem El Cabanyal en 2014. Efe

España VALENCIA

El Cabanyal: el barrio condenado por Barberá desespera por revivir

Los vecinos critican que la ruina, la pobreza y la venta de droga continúan en las calles año y medio después del cambio de gobierno.

14 noviembre, 2016 02:14

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Poco o nada ha cambiado en la ‘zona cero’ del Cabanyal. Así es como se conoce al cuadrante de casas ubicada en la zona de este barrio de Valencia que más sufrió el empecinamiento de la exalcaldesa Rita Barberá por llevar adelante su “irrenunciable” plan: la prolongación de una gran avenida hasta el mar que implicaba el derribo de 1.600 viviendas y partir en dos un barrio declarado Bien de Interés Cultural (BIC).

“Es la herida sangrante que dejó el PP”, lo define Maribel Doménech, portavoz de Salvem El Cabanyal, la plataforma vecinal que lideró los casi veinte años de resistencia. La zona cero es –todavía- una amalgama de viviendas semiderruidas, casas ocupadas (por familias sin recursos o por el movimiento okupa) y solares abandonados como rastro de los derribos de antaño.

Ha pasado año y medio desde el desalojo de Barberá en el Ayuntamiento y en el barrio no se visualizan signos de mejora tras veinte años de progresiva degradación. Los vecinos viven el cambio entre la incredulidad de llegar a tener un barrio rehabilitado, la esperanza y, también, el miedo a una especulación que querían evitar. Las inmobiliarias ya han comenzado a llamar a la puerta.

El del Cabanyal es también un gran conflicto social porque la ‘zona cero’, además de ser un centro de venta de droga, es una bolsa de pobreza donde se mezclan los vecinos de toda la vida (los menos) con los okupas y con familias gitanas rumanas, en su mayoría, que son el centro de las críticas de los vecinos. “Pedimos un plan integral que vaya más allá de la rehabilitación, aquí no se ha hecho un mapa de familias en exclusión y que vivan en infraviviendas y es muy importante”, dice Maribel Doménech. Una de las grandes incógnitas del futuro del barrio es saber qué va a hacer el Ayuntamiento en este sentido. Ellos aseguran que se dará solución a las familias, pero en la zona no hay rastro de servicios sociales.

Luisa es una madre con cuatro hijos que habita en plena ‘zona cero’ y que vive en esta incertidumbre. “Espero que no me tiren porque no tengo dinero para pagar un alquiler”, dice. Ella es una de las decenas de familias sin recursos que están viviendo en el barrio. Cuenta que lleva 16 años en el Cabanyal, yendo de casa en casa hasta llegar a la actual “hace tres o cuatro años”. Vive ‘enganchada’ al agua y la luz y con la incertidumbre de que algún día “alguien del ayuntamiento” venga y le diga que se tiene que ir. “De momento no ha venido nadie”, asegura.

El Ayuntamiento que dirige Joan Ribó (Compromís) paralizó en el primer pleno el plan que Barberá tenía en el Cabanyal, aunque el Ministerio de Cultura de Ángeles González-Sinde primero y el Tribunal Supremo después dijeron que el plan era irrealizable porque implicaba el expolio del patrimonio en esta zona marítima de viviendas modernistas y escenas retratadas por Sorolla. El nuevo gobierno quiere rehabilitar por completo el barrio y recuperar la zona que la ahora senadora quería derruir a toda costa. Aseguran que hay previstos unos 60 millones de euros a cinco años entre fondos europeos, estatales, autonómicos y municipales.

UN PROYECTO TAMBIÉN CON OPOSITORES

El Ayuntamiento de Valencia ha aprobado ayudas a la reforma en el Cabanyal que han reclamado ya 600 propietarios. El máximo por casa es de 20.000 euros. Pero estas ayudas no están en la ‘zona cero’ porque esa zona es casi exclusivamente patrimonio municipal por las compras de viviendas que hizo Barberá con el único objetivo de derribarlas. Eran compras, no expropiaciones. Así que el consistorio tiene unas 600 propiedades que gestiona directamente o a través de la sociedad pública Plan Cabanyal. “El Ayuntamiento no tiene capacidad para rehabilitarlas de golpe”, dicen fuentes municipales que aseguran que sí hay previstas la rehabilitación de 30 el próximo año. “Va a quedar todo prácticamente rehabilitado, en 2019 la situación será irreversible y nadie se planteará que haya una avenida”, dicen desde el departamento de Urbanismo.

“Celebramos el cambio porque ahora tenemos un futuro por construir y antes no”, afirma Maribel Doménech. La portavoz de Salvem El Cabanyal admite que el cambio todavía no se ha visibilizado en el barrio. Esta aparente inacción tuvo su respuesta en las pasadas elecciones de junio porque el PP volvió a ser la lista más votada en la zona. “Es un toque de atención para #ALaValenciana, a lo que no se ha hecho durante un año”, decía Salvem en un tuit.

Algunos vecinos han perdido la esperanza con el barrio. “Esto es un desastre muy grande, por mí que pase la máquina y que lo tire todo. Yo creo que no hay remedio”. Quien habla así es Vicente Bau, un vecino que nació en el Cabanyal, que defendía la avenida y que afirma estar realmente “enfadado” porque “el barrio está hecho polvo”. “Está todo deshecho y me dan ganas de llorar”, dice.

Otros se muestran escépticos. “Sinceramente no sé si se podrá rehabilitar todo, igual es que no hay dinero”, dice Adolfo Saiz, un vecino de las casas que están en primera línea de playa, afectadas por el plan pero salvadas de la degradación. Adolfo habla del abandono del barrio como una estrategia del gobierno del PP. “Querían degradarlo para tirarlo todo”, apunta. Es lo que opina la práctica totalidad. “Hace 25 años esto estaba todo lleno de comercios, no tenías que ir a Valencia para nada, pero aquí no de daban licencias para nada, los vecinos hacían reparaciones a escondidas de la policía y tampoco había licencias para nuevos comercios”, explica. Durante años el gobierno de Barberá negó cualquier permiso en la zona.

Y otra parte de vecinos habla del miedo a la especulación. La gentrificación se ha convertido en palabra de moda en el Cabanyal. La gentrificación es algo así como un proceso de ‘elitización’ que implica la llegada de inversiones y el aumento del nivel de vida que acaba por desplazar a los habitantes tradicionales. “Ha surgido un movimiento especulativo que ha creado un clima insoportable, están buscando clientes en el mercado exterior para supervalorar las viviendas”, asegura A. O. (sólo se identifica por iniciales), uno de los vecinos que viven en las primeras casas frente al mar. A. O. lleva casi 70 años viviendo allí y asegura que ha pasado a ser algo común que las inmobiliarias llamen a tu puerta. Cuenta que vienen “a diario” y que han llegado a ofrecer 220.000 euros por una casa que es una concesión. En la calle ya se ha vendido uno. “No puede ser que después de todo lo que se ha luchado con esto ahora se esté especulando”, lamenta.

LA “PEQUEÑA BURBUJA” DEL CABANYAL

Su temor es fundado. En solo un año han nacido al menos cuatro inmobiliarias en la zona. Han llegado por el proyecto del Ayuntamiento de fomentar la rehabilitación y reconstrucción del barrio. En una de ellas se anuncian los ‘chollos’: Bajo vivienda para reformar con patio y elementos antiguos, 45.000 euros. “Esto ha cambiado mucho en un año, estamos vendiendo mucho”, dicen en una de estas inmobiliarias. Los gerentes aseguran que en el último año han vendido medio centenar de casas en la zona degradada y en las colindantes. “Vendemos cinco al mes, ahora mismo tenemos doce en reserva. Nos faltan casas, compradores nos sobran”, dicen.

La mitad de los compradores son extranjeros pero en la inmobiliaria sostienen que son extranjeros que ya viven en el Cabanyal. “Tenemos un alemán que nos ha comprado un edificio entero y que nos ha traído a otros que también quieren comprar, esto va a ser como la segunda Mallorca”, dicen. El perfil de comprador, explican, es el de inversor que compra para rehabilitar y transformar viviendas abandonadas en apartamentos turísticos. Los precios ya están comenzando a subir. En la zona cero se vende a 700 euros el metro cuadrado para reformar. A 1.000 en otros puntos del barrio. Desde la inmobiliaria ven como “inevitable” el proceso de gentrificación y ya hablan abiertamente de que en el Cabanyal se ha creado “una pequeña burbuja”.

Desde Salvem admiten que sí han llegado “buitres” al barrio pero sostienen que las normas urbanísticas que se han aprobado de forma transitoria hasta la redacción de un nuevo plan en el Cabanyal tienen salvaguardas a la especulación. Entre ellas citan que no se puede construir en altura y que no se pueden unir más de dos parcelas continuas.

Desde el Ayuntamiento aseguran que un alto porcentaje de las viviendas que son propiedad municipal serán rehabilitadas para convertirse en viviendas públicas con un alquiler más económico. Vicente Gallart fue una de las caras de la resistencia de Salvem y ahora es el gerente de la sociedad pública Pla Cabanyal-Canyamelar que gestiona las subvenciones y una pastilla de unas 250 propiedades entre viviendas y solares. “Ahora mismo una de las preocupaciones es la de evitar la gentrificación, no queremos morir de éxito”, apunta. Gallart habla de que el Cabanyal se ha convertido en una “imagen de marca” que está atrayendo a los inversores. Él mismo asegura haber recibido la visita de alguno y recalca que se está intentando incentivar un desarrollo sostenible que mantenga el carácter del barrio. La sociedad ha vendido ya una decena de pisos y solares. Gallart explica que quieren buscar un punto de equilibrio y que si se vende es para tener más dinero para rehabilitar su patrimonio.

LOS OKUPAS, LA NUEVA BATALLA

Junto al temor de gentrificación que alegan los vecinos, al Ayuntamiento se le ha abierto un nuevo problema. En la zona hay unas 160 viviendas ocupadas, 66 públicas. De ellas una pequeña parte ha sido objeto de ‘okupación’. Y este movimiento, que antes hizo frente a los planes de Barberà y combatió junto a Salvem, tampoco va a poner las cosas fáciles al gobierno de Ribó. El pasado mes de septiembre los okupas impidieron que los técnicos entraran en una de las viviendas de propiedad municipal para los trabajos previos a la rehabilitación. Sostienen que la rehabilitación es gentrificación. “Somos conscientes de que el movimiento okupa nos va a plantar cara”, admite Gallart. En total, son tres los casos en los que los técnicos no han podido entrar y el Ayuntamiento ya ha tomado medidas legales. No han encontrado oposición para entrar en las casas ocupadas por familias en riesgo de exclusión.

El alcalde, Joan Ribó, anunció hace meses que denunciaría la ocupación ilegal de 29 viviendas por parte de personas que, según dijo, no están en riesgo de exclusión social. El regidor sostiene que los temas urbanísticos están “encarrilados” pero asume que hay que poner soluciones al problema social: “El Cabanyal dentro de unos años se verá cambiado, pero esto no puede ser de un día para otro, es un proceso”.