Pablo Iglesias en el cierre de campaña de Unidos Podemos.

Pablo Iglesias en el cierre de campaña de Unidos Podemos. Andrea Comas Reuters

España

IU achaca el mal resultado al poco tiempo para explicar la coalición y al rechazo hacia Iglesias

Fueron juntos, pero se explican por separado. Ambos creen que no hubo tiempo de explicar el acuerdo.

29 junio, 2016 02:16

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Del adelantamiento al estancamiento, no hay una sola razón que explique lo que ha pasado el 26J para que Unidos Podemos con 71 diputados, los mismos que seis meses atrás. Lo que estaba llamado a ser una suma que les catapultaría al sorpasso al PSOE, no ha sido tal. Ha sido la confluencia de muchos factores en contra. Andalucía ha sido un auténtico campo de batalla. Era la comunidad que más podía aportar al proyecto compartido. La suma se produjo, pero mucho menos de lo que se esperaba: si Podemos cosechó en solitario 10 diputados, con IU han subido a once. Aspiraban a quince.

Ahora es un botón de muestra, al menos, de lo que puede haber pasado con IU. Se manejan muchas explicaciones. Hay elementos comunes en el enfoque pero con elementos divergentes si quien hace el análisis está a un nivel u otro de la organización, del ámbito local al provincial y acabando en el regional. Este miércoles la dirección regional dará su explicaciones, y lo hará una hora antes que la otra mitad de esta coalición electoral, Podemos. Fueron juntos, pero sacan conclusiones por separado.

En la dirección regional tienen muy claro que no ha habido tanta fuga de votantes ni tanta abstención. Como prueba, en los municipios andaluces donde siempre han ganado históricamente, lo han vuelto a hacer. Un ejemplo que mencionan es Trebujena (Cádiz). Salvo un mandato, el de 1987 a 1991 que tuvo alcalde socialista, siempre ha sido fiel primero al PCE y luego a IU desde 1979. Ahí el resultado ha sido de un 60%, con 2.589 votos.

Sin embargo, no termina de ser un buen ejemplo. En diciembre de 2015, el recuento fue de un 61,5%. En otras poblaciones que son feudos históricos de IU, como Conil (Cádiz), Torredonjimeno (Jaén) o Montalbán (Córdoba), aún con buenos resultados el pasado domingo, son unos puntos más bajos que lo cosechado en diciembre. Es decir, puede ser un goteo pequeño hasta ser una fuga.

“¡Al coletas yo no le voto!”

Es a nivel local donde a las campañas electorales y a las votaciones se les toma el pulso de manera directa, tanto como casi para saber qué vota cada habitante. Un dirigente local explica lo que ha pasado en su pueblo, un municipio de 20.000 habitantes: la mitad de los votantes de IU se evaporaron. Algunos se quedaron en casa y otros votaron al PSOE. “¡Al coletas yo no lo voto, es que no le voto!”, cuenta que le dijeron algunos feligreses a pie de urna y después de depositar la papeleta del PSOE. Es una anécdota, pero demuestra que pesaba tanto el rechazo a la confluencia como a quien la capitaneaba como candidato a la presidencia del Gobierno.

La reacción tampoco es para extrañarse. Aunque desde que fraguara esta alianza electoral, Iglesias ha sido más generoso con IU, aún resuena en la memoria aquel Foro por el Cambio del 11 de julio en Vallecas. Entonces, para Iglesias IU era un “pitufo gruñón” y las puertas estaban abiertas para la gente y no para los partidos, lo que se traducía en un sí para Garzón y un no para IU, y lo peor fue la durísima entrevista en Público, en la que se despachó a gusto calificándoles de “cenizos políticos”. “Que se queden con su bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar”, recogía el titular de aquella entrevista.

Tampoco han ayudado las reticencias del sector de Íñigo Errejón o más aún, los bandazos ideológicos para acabar en un discurso socialdemócrata. Otros factores más superfluos, pero no menos importantes para quienes han ondeado durante años sus valores contra viento y marea, que han podido influir son la recomendación de que las banderas republicanas y comunistas se procurara que no fueran tan visibles en los mítines conjuntos de las dos formaciones.

Podemos queda lejos del mundo rural

En el mundo rural, la sensibilidad electoral no es tan epidérmica como en las grandes ciudades. La identificación con el proyecto y las siglas de IU es más profunda. Muy profunda. “Nos ha costado mucho esfuerzo abrir espacio de IU a través de los años”, explica alguien que conoce bien ese terreno. La fidelidad de ahora es con mayúsculas. Ahí ha sido complicado retener el voto para Unidos Podemos porque el “estilo” de Podemos “les queda lejos”, explica. Son “culturas ideológicas e incluso sociológicas muy distintas”, argumenta, y recuerda que una de las claves estratégicas de la alianza electoral con Podemos es que IU cubría ese flanco débil de la formación morada con sus votos, infraestructuras, implantación en el territorio y experiencia municipal.

Un miembro de la comisión ejecutiva descarta de plano que los resultados sean que el electorado de IU haya dicho un no rotundo a la coalición electoral. Defiende a capa y espada que IU tiene “suelo fiel” de votantes, que a pesar de las dificultades, que han sido muchas a lo largo de 30 años, siguen al pie del cañón. Está convencido de que se ese límite se mantiene inalterable y apunta también a que haya podido haber “un exceso de confianza” por parte del votante de Podemos. La euforia de las encuestas puede haberlo dejado en casa pensando que todo estaba hecho.

Esa tesis es compartida por un dirigente provincial, pero añade factores endógenos como la alta movilización del PP. Su provincia es “sociológicamente popular”. Es un territorio donde es difícil desbancar a los populares y, en este caso, cree el que el voto del miedo ha estado “muy movilizado”, tanto como para no dejar hueco a nadie más. No cree que el problema haya sido de la suma, que al final no ha multiplicado, pero tampoco ha restado. “Unidos Podemos es una referencia de la izquierda con un 21%. ¡Qué país europeo tiene algo así!”, defiende, y recuerda que son 71 diputados los que se han conseguido, que IU ha pasado de cinco a ocho, y dos de ellos de Andalucía. De donde no había nada, ahora hay algo más.

En lo que los cuatro coinciden es que ha pasado factura muy alta la campaña intensa del miedo tanto del PP, pero en Andalucía especialmente del PSOE y de Susana Díaz, y también que ha faltado tiempo para que la confluencia se asentase. Para que las piezas encajaran, se engrasaran bien y funcionara la maquinaria. Ahora habrá que ver si la maquinaria va a seguir en marcha. Ahora es el momento de analizar y revisar lo que ha podido fallar en algo que definen como “precipitado y forzado”.

Desde la dirección regional se apuesta por la confluencia electoral vaya a una confluencia política de hecho. El coordinador regional de IU, Antonio Maíllo, lo dejaba claro tras el escrutinio. Maíllo ha sido uno de los grandes defensores de la alianza con Podemos y ha estado al lado de Alberto Garzón como el que más. Además, ha tenido sintonía con su homóloga en Podemos, Teresa Rodríguez, tanto como que ambos se hayan definido a sí mismos como una “pareja de hecho”.

“Se consolida una cohesión entre las organizaciones en Andalucía, que hemos dado un paso irreversible entorno a la confluencia y para crear un bloque alternativo al conservador”, dijo pocas horas después del escrutinio en una entrevista en Canal Sur Radio. “La unidad es un camino que siempre tiene resultados, no va al ritmo que queremos, aunque desde el punto de vista de escaños se ha sumado literalmente, pero hace falta una pedagogía desde abajo y tener una organización arraigada en el territorio”, afirmó. Antonio Maíllo.

También se alinea con esta tesis quien ha sido Julio Anguita, principal referente de la confluencia. Aunque ve el resultado “frustrante”, tiene claro que, a pesar de todo, la “confluencia es la única salida para construir algo alternativo a lo existente”. Y anuncia que se implicará personalmente por la construcción de “una mayoría política que coincida con la mayoría social” ya existente en el país, a la que hay que presentar, desde el “consenso”, un "programa de medidas inmediatas y concretas".

Desde otros frentes internos de IU lanzan una advertencia. Lo que promueven Maíllo y Anguita debe quedar, por el momento, en el ámbito “de los deseos personales”. “No están legitimados para decirlo porque no aún no son decisiones colectivas”. Quien esto dice se apoya en un dato de calado la única consulta a la militancia fue si se quería coalición electoral, y acto seguido advierte: esa decisión fue apoyada por el 87% de quienes participaron, pero un 60% no votó.

Lo que todos comparten es que ahora no es momento de ir más allá de los resultados electorales, analizarlos con calma y más ante el escenario de tensión interna entre las corrientes de Iglesias y Errejón. IU y Garzón deben esperar, “sería un error meterse en la pelea interna de otra fuerza”, sugiere un veterano con muchos trienios en la coalición de izquierdas.