Colau, el pasado miércoles en un acto en el Parlament

Colau, el pasado miércoles en un acto en el Parlament Marta Pérez Efe

España

El imparable ascenso de Ada Colau

En menos de un año su partido ha ganado la alcaldía de Barcelona y las generales en Cataluña. Ahora pretende consolidar su proyecto con una formación a nivel autonómico.

31 enero, 2016 02:48

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En la puerta del despacho de Ada Colau en el Ayuntamiento hay un cartel que pone “no olvidemos nunca quiénes somos y por qué estamos aquí”. La alcaldesa de Barcelona ha pasado en menos de un año de ser una activista antidesahucios a liderar la izquierda catalana y gobernar la segunda ciudad del país. Su vida hace 12 meses no tenía nada que ver con la actual y, según explican en su entorno, ese cartel le ayuda a mantener los pies en el suelo.

Después de haber ganado la alcaldía de Barcelona contra todo pronóstico y de haberse impuesto en las elecciones generales en Cataluña, Colau prepara una operación que alterará significamente el espacio a la izquierda del PSC. Barcelona en Comú (BComú) quiere superar la fórmula de la coalición empleada hasta la fecha y consolidarse como un partido de abasto catalán que pueda optar a la Generalitat de Cataluña. Los otros dos partidos que ocupan ese espacio, ICV y Podemos, podrían acabar desapareciendo si no se suben a su barco.

El control de los tiempos

Si algo ha demostrado Colau ha sido saber controlar los tiempos. Supo decir ‘no’ tanto a ICV como a la CUP cuando le propusieron encabezar sus candidaturas en las autonómicas de 2012. Supo decir ‘no’ a ICV y Podemos cuando le pidieron que participara en las últimas autonómicas: la polarización entre partidarios y detractores de la independencia hizo fracasar a la coalición que representaba su espacio. Tres meses después su partido se presentó a las generales y ganó en Cataluña con la defensa del referéndum como bandera. Ahora, cuando sus socios de coalición pasan por su peor momento, Colau se lanza a por el dominio de la izquierda catalana.

Tanto Podemos como ICV tuvieron buenas reacciones ante la propuesta del nuevo partido de Colau. Ambas formaciones se encuentran en una situación de extrema debilidad y negaron que la propuesta de la alcaldesa de Barcelona fuese una OPA a sus partidos. La coalición en el Parlament Catalunya Sí Que Es Pot (que incluye a estos dos partidos pero no el de Colau) se encuentra fuertemente dividida por el choque entre dos maneras de hacer y entender la política.

A pesar de las buenas palabras en público, muchos consideran el anuncio de Colau un órdago para quedarse con su electorado. Algunos dirigentes de ICV se sintieron traicionados, aunque por otro lado son conscientes de que su salvación pasa por subirse al barco de Colau. “Si no fuese por ICV, BComú no habría ido ni a un debate electoral. Me gustaría saber cómo habría ganado las elecciones”, remacha una miembro de la formación. El día de la presentación de su partido, Colau sugirió algo parecido: “No somos una coalición, pero como transición hemos utilizado la manera que nos ha podido beneficiar más”.

“Tanto ICV como Podemos deben ver el nuevo partido como una oportunidad que vaya más allá de sus propias fronteras”, explica Joan Subirats, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los fundadores de BComú. “La duda es si funcionarán unas lógicas de cuotas y partidos o se entiende la necesidad de construir una fuerza que vaya más allá y mantenga la mirada ciudadanista”.

El contacto con la calle

El primer día como alcaldesa de Barcelona, Colau se fue a Nou Barris a paralizar un desahucio. Ese gesto, que muchos consideraron populista, está en la línea del cartel que hay en la puerta de su despacho: Colau se esfuerza a diario para no perder el pulso de la calle, a pesar de las dificultades que esto implica para una persona que ocupa su cargo. Ese esfuerzo lo combina con la voluntad de mantener el perfil institucional que requiere ser la alcadesa de una ciudad como Barcelona.

“Colau Ha tenido que dejar atrás muchas maneras de actuar a las que estamos habituados”, explica Susanna Segovia, miembro de la Ejecutiva de BComú. “Se ha visto en situaciones que, por su trayectoria, eran muy incómodas para ella y ha dado una respuesta de nivel”.

La alcaldesa de Barcelona acude una vez al mes a un encuentro con los vecinos de cada barrio, algo inédito en una ciudad como Barcelona. A diferencia de los políticos al uso, no llega rodeado de asesores y miembros de su partido sino que acude acompañada por el concejal de ese distrito. En estos meses en la alcaldía, Colau se ha enfrentado a comunidades vecinales muy molestas con el Ayuntamiento, como por ejemplo los vecinos de la Barceloneta. Colau llegó a ese encuentro el pasado noviembre y se encontró un recibimiento frío y con pancartas en su contra. Una vez sentada, los vecinos empezaron a dispararle preguntas que ella contestaba y en ocasiones se convertían en una debate entre un vecino y la alcaldesa de Barcelona.

La presión del activismo

Otro desencanto que ha sufrido la alcaldesa durante estos meses en el Ayuntamiento han sido los reproches de la PAH, entidad que fundó y lideró durante cinco años. El pasado diciembre la PAH mandó una carta asegurando que Colau no “había hecho todo lo necesario” para acabar con los desahucios y le pidió “valentía”.

A pesar de que aún conserva buenos compañeros en la PAH, su trayectoria también le ha granjeado enemigos en la entidad. Algunos miembros de base consultados le reprochan que usase la PAH para lanzar su carrera política. Colau, a diferencia de otros activistas, trabajaba para la PAH a través del observatorio DESC. “Si cobras por ello es mucho más fácil estar paralizando todos los desahucios”, explica un antiguo miembro de la plataforma. “Muchos íbamos a primera hora a parar los desahucios y luego nos íbamos a nuestro otro trabajo”.

Otro reproche que ha tenido que escuchar Colau por parte de los movimientos sociales ha sido que su paso a la política ha descapitalizado en exceso estas entidades. La PAH, el Observatorio DESC y la Federación de Asociaciones de Vecinos (FAVB) han observado como sus principales líderes han dado el salto a la política institucional y se han ido al equipo de la alcaldesa. La lista es interminable. De la PAH se han ido la regidora Gala Pin, la asistente en comunicación Silvia Laá o el actual responsable de relaciones institucionales de BComú Adrià Alemany. La experta en comunicación Águeda Bañón proviene del observatorio DESC así como el teniente de alcalde Gerardo Pisarello y la responsable de vivienda, Vanessa Valiño. De la FAVB provienen la concejal de Movilidad Mercedes Vidal y Marc Andreu, exdirector de la revista de la asociación y ahora consejero de distrito en el barrio de Sant Martí.

El núcleo duro de BComú

BComú se articuló para que lo liderara Colau, pero la actual alcaldesa de Barcelona no estuvo en las primeras reuniones para crearlo. Fue el mencionado Joan Subirats junto al exconcejal de ICV Ricard Gomà y los acólitos de Colau Gerardo Pisarello y el abogado Jaume Asens -hoy concejal en el barrio de Sants- quienes articularon lo que es hoy en día el partido. “Juntamos a un conjunto de personas que hicieron de su paso del activismo a la política una trayectoria coherente, nada oportunista”, recuerda Subirats.

Una vez llegó a la alcaldía, Colau se rodeó de un núcleo duro de personas con las que había compartido media vida de activismo. Con Pisarello, su número dos en el consistorio, trabajó codo con codo en el observatorio DESC. Jaume Asens, otro miembro de su núcleo duro, es un amigo de hace años con el que incluso tuvo una relación sentimental. Para acabar de rodearse de sus allegados, fichó a su marido Adrià Alemany como responsable de relaciones institucionales de su partido y Pisarello fichó a su mujer, Vanessa Valiño, como responsable de vivienda del consistorio.

Tanto el fichaje de Alemany como el de Valiño fueron muy criticados. El partido denunció el “amiguismo” de la política durante la campaña y nada más acceder al poder contrató a las parejas de sus dos líderes. A pesar de que el fichaje de su marido fue para el partido, no para el Ayuntamiento, su incorporación justo después de ganar las elecciones no pasó desapercibida. En un gobierno en minoría (10 concejales de 41) la persona que debe relacionarse con los otros partidos es una figura clave, y actualmente esa figura recae en el marido de Colau. “Juega el papel de poli malo”, explica un trabajador técnico del Consistorio. “A pesar de no formar parte del Ayuntamiento manda casi tanto como ella”.

La difícil gestión de Barcelona

BComú accedió a la alcaldía de Barcelona el pasado junio sin ningún tipo de experiencia en la gestión pública. Para complicarlo aún más, solo obtuvo 10 regidores y ha tenido que gobernar buscando pactos con los partidos de la oposición y con una parte significativa de la prensa catalana en contra.

Al poco tiempo de llegar al consistorio, tanto Colau como el resto de miembros del partido se dieron cuenta de que las dificultades acababan de empezar. “Nos hemos dado cuenta de que la realidad es mucho más compleja de lo que pensábamos”, reconoció la alcaldesa el pasado julio, un mes después de acceder a la alcaldía.

“La gestión de un Ayuntamiento como el de Barcelona tiene mucho retos y también muchas decepciones”, reconoce Susanna Segovia. “Es duro ver que no puedes hacer todo lo que quieres por culpa de otros intereses que no son el bien de la ciudad”.

Algunos planes de Colau se truncaron al llegar al Ayuntamiento y ver que no todo podía ser como quería. Constató que no era práctico que se desplazara a diario en metro y prescindiera del coche oficial. Anunció que habría transparencia total en su gestión y que su agenda y la de sus concejales serían públicas, pero actualmente sólo aparecen encuentros con entidades o personas que pueden conocerse a través de los medios.

A pesar de las dificultades, la gestión al frente del Ayuntamiento de Barcelona ha sido el principal activo de BComú. Contra los que presagiaban la llegada de la apocalipsis, Colau ha dirigido la ciudad sin errores de bulto y ha mostrado valentía en algunas decisiones, como por ejemplo en la moratoria de concesiones hoteleras.

Lo que le ha dado el mayor crédito, sin embargo, han sido sus acciones a favor de los refugiados y en defensa de los más desfavorecidos. El Ayuntamiento ha aumentado las ayudas para parados de 2,4 a 6,8 millones, ha destinado 27,4 millones para ampliar el acceso al alquiler social y ha sancionado a 12 bancos por tener pisos vacíos -aunque la multa, de 5.000 euros, se puede considerar simbólica.

Todos los consultados reconocen que la trayectoria política de Colau y de su partido aún está por escribir. La pregunta inevitable es si será la próxima presidenta de la Generalitat, algo que tanto ella como sus allegados niegan de manera tímida. “Ahora mismo plantear esto es ciencia ficción”, contesta Segovia “No llevamos ni un año en el Ayuntamiento. Barcelona tiene propuestas claras y ella las está liderando”.