El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Efe

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¿Cuáles son las opciones de Pedro Sánchez para ser presidente?

Si Mariano Rajoy no consigue los apoyos necesarios, se abrirá la puerta a que los socialistas formen gobierno.

21 enero, 2016 02:27

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En los próximos días, a invitación del Rey, Mariano Rajoy buscará apoyos para ser investido presidente. Es probable que no los logre, y eso abrirá la puerta a Pedro Sanchez.

Si Mariano Rajoy no consigue ser investido, el Rey invitará a los partidos a una nueva ronda de conversaciones. Después, lo previsible es que proponga a Sanchez como candidato. ¿Qué apoyos tendrá en ese momento?

1. Un gobierno con permiso de Podemos (y...)

En principio, Pedro Sánchez cuenta ya con la disposición de IU para formar un gobierno de izquierdas. Además, estos días hemos visto un acercamiento de Podemos, Compromís y En Marea. Si el PSOE efectivamente cuenta con los apoyos de Podemos y las confluencias, Pedro Sánchez tendrá dos opciones para ser presidente.

Opción 1: PSOE (90) con voto favorable de Podemos (69) y PNV (6), y con la abstención de IU (2) y los nacionalistas (20).

Opción 2: PSOE (90) con voto favorable de Podemos (69), y con la abstención de Ciudadanos (40).

Los dos caminos presentan escollos. La primera opción exige conjugar la negativa del PSOE al referéndum catalán con las pretensiones de las confluencias y los nacionalistas. La segunda exige un acuerdo con Ciudadanos en unos términos que las confluencias acepten. No sería fácil, pero PSOE y Podemos podrían negociar a la vez en dos frentes —con los nacionalistas o con Ciudadanos—, y eso es una ventaja.

2. Un gobierno con permiso del PP

Si esas opciones no prosperan, se abren otras posibilidades más rocambolescas: volver a la gran coalición. El PP podría favorecer la investidura de Pedro Sanchez, u ofrecerle un gobierno bipartito, para alejarlo de un acuerdo con los nacionalistas o Podemos.

Opción 3: PSOE (90) con voto favorable del PP (122 o 123).

Opción 4: PSOE (90) con voto favorable de PNV (6), y con la abstención del PP (122 o 123) y Ciudadanos (40), o una variante parecida a esta.

Estas opciones son complicadas por falta de incentivos del PP, que seguramente preferirá las alternativas: repetir las elecciones o ser la oposición frente un gobierno de izquierdas. Aún así podrían acabar sobre la mesa aunque acabasen siendo solo ruido.

3. Ganar las próximas elecciones

Si ninguna de estas opciones prospera, y a nadie se le ocurre otra más imaginativa, los españoles volveremos a las urnas. En ese caso, que Pedro Sánchez acabase siendo presidente no parece lo más probable.

La teoría dominante tras el 20-D era que repetir las elecciones centrifugaría los votos hacía las opciones extremas. Eso es lo que apuntan las encuestas ya publicadas: PP y Podemos mejoran ligeramente. Pero yo sería muy cauto al hacer predicciones. Es casi imposible anticipar qué pasará en unas elecciones con tantas incógnitas: no sabemos quién pagaría las culpas de una repetición, quiénes serían los candidatos, ni cuál será el 'framing' o la actitud de los votantes ante unas nuevas elecciones.

Las opciones del PSOE y Pedro Sánchez pasan, de momento, por Podemos. El partido de Pablo Iglesias parecía poco dispuesto a buscar un acuerdo en los primeros días después de las elecciones —así interpreto yo, por ejemplo, que su línea roja fuese el referéndum en Cataluña—. Podemos estaba cómodo yendo a unas elecciones y buscando el sorpasso al PSOE. Pero esa actitud parece haber cambiado ahora, como sugieren las declaraciones de líderes del partido, como Íñigo Errejón, que esta semana se mostraba dispuesto a negociar con el PSOE sobre compromisos firmados.

Se me ocurren tres razones para explicar por qué Podemos está más abierto al diálogo ahora. Quizás creen genuinamente que lo mejor para el país es favorecer un gobierno del PSOE. O quizás temen la incertidumbre de una nuevas elecciones: pueden pasar muchas cosas y no todas son buenas. Sus votantes podrían castigarles por impedir un gobierno de izquierdas, o las confluencias podrían romperse durante la negociación. También puede ser que nada haya cambiado en Podemos, y que al principio fuesen menos dialogantes por una razón sencilla: no querían ser los primeros en sentarse a la mesa.