Zapatero y Sánchez, este martes.

Zapatero y Sánchez, este martes. EFE

España

PSOE: Una década en la “trampa” de la nación catalana

Hace 10 años, el Parlament de Cataluña aprobó la reforma del Estatut. El PSOE no ha aclarado su posición desde entonces.

6 octubre, 2015 22:56

Hace una década, el 30 de septiembre de 2005, el Parlament de Cataluña aprobó una reforma de su estatuto de autonomía. Cambiaba así el aprobado en 1979 y suponía la culminación de tres años de negociaciones entre el Gobierno de la Generalitat -el tripartito que presidía Pasqual Maragall-, CiU y el Gobierno central, con José Luis Rodríguez Zapatero al frente. Después, sería enmendado por el Congreso de los Diputados y finalmente, en 2010, parcialmente anulado por el Tribunal Constitucional.

Diez años después, el PSOE sigue debatiendo sobre el ser o no ser de Cataluña como nación. Esa es la cuestión que esta semana ha reabierto el president de la Generalitat valenciana, Ximo Puig, y que este martes trató de zanjar el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Podría tratarse de una disquisición terminológica o de una sesuda discrepancia sobre las hechuras del Estado. Sin embargo, la reforma de la Constitución que el PSOE ha tomado como leitmotiv de la campaña electoral hace que la conclusión sea capital dentro de un PSOE que aún no ha puesto sobre la mesa su programa electoral.

"Si usted me pregunta qué es España, yo le diré que es una nación, que es una nación plural, diversa e indivisible”, afirmó el líder socialista en una entrevista con Carlos Herrera en la Cadena Cope. Es la enésima vuelta de tuerca a un término que él considera una “palabra trampa” y “polémica” que, "en boca de Artur Mas”, equivale a “Estado independiente, ruptura de la soberanía nacional y, por tanto, de la unidad de España”.

Sánchez aprovecha así para tratar de cerrar un debate que sigue muy vivo en su partido pese a las heridas que ha provocado. Este lunes, Puig propuso recuperar la versión del Estatut aprobada por el Congreso de los Diputados en 2006, que el Tribunal Constitucional enmendó al declarar nulos 14 artículos y decir que el término “nación” carecía de eficacia jurídica al estar contenido en el preámbulo. El Constitucional aprovechó entonces para recordar que la única nación como tal en el Estado es la española.

La reforma de la Carta Magna que propone el PSOE ha abierto de nuevo el melón. Sánchez apuesta de momento por esquivar el debate. Cuando es preguntado directamente apela a las singularidades de Cataluña, mencionando fundamentalmente la lengua y su proyección en la Educación, y define a España como nación. Pero no aclara cómo se reflejaría en términos jurídicos esa diversidad.

Ferraz ha acogido con estupor la decisión de Puig de reabrir un debate que hace tan solo unas semanas enmarcaba dentro de “polémicas estériles”. Así es como el líder de los socialistas valencianos consideró las declaraciones de Felipe González a La Vanguardia en las que abonaba el reconocimiento de Cataluña como nación.

Además, Puig aprovechó este lunes para advertir de que el liderazgo de Sánchez es “revisable” tras las elecciones generales. Su opinión la comparten muchos dirigentes socialistas, que creen que si Sánchez no llega a la Moncloa el partido se sentará en un diván del que sólo lo salvaría un paso adelante de Susana Díaz. Sin embargo, en la dirección del PSOE se considera que los debates sobre los pactos o el liderazgo del partido después de las elecciones son tóxicos y perjudican las opciones electorales del PSOE. El argumentario oficial exige que sus candidatos salgan a ganar o, al menos, así lo anuncien.

Igual de perjudicial es, en estos momentos, el debate terminológico sobre la nación catalana que Sánchez está lejos de cerrar. Dirigentes como Susana Díaz (Andalucía, Guillermo Fernández Vara (Extremadura) o Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), rechazan reconocimientos que puedan servir como palanca para un trato bilateral o de privilegio a Cataluña con respecto al Estado. El líder del PSC, Miquel Iceta, ha recordado en múltiples ocasiones que para su partido no hay ninguna duda. Cataluña es una nación para los socialistas catalanes y así debería ser reconocida.

La postura de Iceta tiene sus raices en los esfuerzos de Pasqual Maragall por elaborar un estatuto que contentara a la mayoría de la sociedad catalana y la esperanza de Zapatero de que la reforma zanjaría durante décadas el debate territorial. Fue aprobado por 120 diputados del Parlament (sólo los 15 del PP votaron en contra) y un 74% de los catalanes que votaron en un referéndum con baja participación.

Aunque la aprobación del Estatut marcó el inicio de una década tormentosa y contradictoria en el PSOE, algunos dirigentes de la época recuerdan que el partido comenzó a hablar del término nación mucho antes. La llegada de Zapatero al liderazgo del PSOE, en el año 2000, fue acompañada de un discurso que vigorizaba conceptos como el de una España federal, una nación de naciones o un Estado plurinacional.