El panorama político catalán es incierto tras los resultados del 27-S. Resulta complejo aventurar qué ocurrirá en el Parlament en las próximas semanas. Pero en Ciudadanos sí tienen clara su estrategia. Se trata, por un lado, de repetir sus dos exigencias ya anunciadas en la noche electoral contra los independentistas: la dimisión de Artur Mas y la convocatoria de unas nuevas elecciones en Cataluña. Y, por otro, de remarcar su carácter regenerador frente al bipartidismo. Todo ello está destinado en último término a que el partido liderado por Albert Rivera llegue en las mejores condiciones posibles a las elecciones generales del próximo diciembre. 

En el núcleo del partido naranja saben que no tienen nada que perder en el escenario actual. Su trayectoria es creciente (han logrado casi el triple de votos y escaños que en los anteriores comicios catalanes). Y se han convertido en segunda fuerza, algo que parecía impensable hasta hace un año. Ahora, el objetivo de Ciudadanos es explotar ese resultado en su beneficio. Para ello, más allá de los números, van a presentarse ante los votantes como "el partido que ha frenado a los independentistas" y, por ende, el garante de la unidad de España, señalan fuentes del partido naranja.

Ciudadanos va a hacer hincapié en su juventud y su carácter regenerador como representantes de "la nueva política" 

Esa medalla de haber impedido una victoria más holgada de los independentistas es uno de los dos grandes argumentos de su estrategia. El otro es hacer hincapié en su juventud y su carácter regenerador para insistir en que son los representantes de "la nueva política". El cóctel se resume así: "nueva política frente al bipartidismo y unidad frente al independentismo". El propio Rivera, Inés Arrimadas y el resto de portavoces del partido van a repetir una y otra vez ambos argumentos políticos para catapultarse hacia las elecciones nacionales de diciembre. 

Primeros mensajes

Esta estrategia de Ciudadanos se inició nada más conocerse los resultados en los comicios autonómicos del pasado domingo. Para sorpresa de sus simpatizantes y militantes, Arrimadas aprovechó su comparecencia para reclamar la dimisión de Mas y unas nuevas elecciones en la comunidad. No era una boutade, sino una táctica para poner en aprietos a sus rivales políticos. Valiéndose de la compleja aritmética resultante de las elecciones (72 escaños de los independentistas y 63 de los que no lo son), en Ciudadanos van a seguir presionando para lograr la marcha de Mas o, en su defecto, debilitar a Junts pel Sí, coalición que necesita a una CUP que tiene sus propios planes.

Por su parte, Rivera insistió en presentar al partido que lidera como el único capaz de frenar al nacionalismo y, por ello, garante de la unidad de España, amén de mejor representante de "la nueva política". En el discurso del presidente del partido ya estaban, por tanto, los dos grandes ejes de su estrategia futura. 

Entre los dirigentes de Ciudadanos cunde la euforia por el resultado de los comicios catalanes

Al día siguiente de las elecciones, Arrimadas y Rivera continuaron pronunciando similares mensajes en otra comparecencia conjunta. Ella repitió que es necesario un adelanto electoral en Cataluña y se presentó como líder de la oposición a los soberanistas. Y él insistió en que su partido tiene la "capacidad" para liderar la "nueva etapa" política de España ante el "descalabro" en Cataluña de un bipartidismo "decadente". 

Entre los dirigentes de Ciudadanos cunde la euforia por el resultado de los comicios catalanes. Para empezar, porque los más de 710.000 votos permiten poner en marcha la estrategia comentada. Y para continuar porque se han esfumado los temores existentes sobre un hipotético pinchazo en las urnas por no haber colocado a Rivera como cabeza de lista. No quieren dar rienda suelta a esa euforia y no van a decirlo públicamente, pero algunos en el partido ya sueñan con un resultado histórico en las próximas elecciones generales.