En Marea celebra sus resultados en Santiago.

En Marea celebra sus resultados en Santiago. Óscar Corral Efe

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El 'nacionalismo clásico' gallego naufraga con la subida de En Marea en las urnas

Tras el fracaso de un intento de confluir en una lista única, la coalición con Podemos e IU desbanca al BNG.

22 diciembre, 2015 03:15
Santiago de Compostela

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“Galicia va a tener grupo parlamentario, va a tener voz”, afirma a EL ESPAÑOL Antón Sánchez, coordinador de Anova, en el antiguo almacén Olmedo de Santiago de Compostela, donde la noche del domingo la formación nacionalista celebraba una victoria inédita. “[Galicia] va a poder decidir más que nunca”.

En las elecciones generales de este fin de semana la coalición En Marea, integrada por Anova, Podemos y Esquerda Unida -federación local de IU-, irrumpió con seis escaños en el Congreso de los Diputados y se hizo con un 25% del voto en la comunidad autónoma. Se ha convertido así en la segunda fuerza política en Galicia a un mes de su nacimiento por detrás del PP, que bajó de 15 a diez escaños pese a hacerse con un 37% del voto gallego, nueve puntos por encima del porcentaje estatal obtenido por el partido del Gobierno.

El PSOE ha mantenido sus seis escaños en la comunidad y Ciudadanos, que en los comicios municipales de mayo sólo logró un 2% de los sufragios, ha conseguido un diputado por A Coruña. Pero las elecciones del cambio han llevado también, en palabras del analista político gallego Carlos Luis Rodríguez, a la desaparición institucional del “nacionalismo clásico”.

La coalición nacionalista NÓS-Candidatura Galega, pilotada por el Bloque Nacionalista Galego y creada en noviembre, no obtuvo ningún escaño este fin de semana. Tras una veintena de años en el Congreso, el BNG, que posee dos diputados en el Grupo Mixto, dejará de tener representación estatal cuando se constituya el nuevo parlamento.

“La Marea ha pulverizado a marcas como el BNG, que aunque eran unas marcas de izquierda implicadas en todo tipo de movimientos sociales, la gente las ha visto como marcas viejas, obsoletas”, dice Rodríguez a este diario.

Con el recuento en torno al 90%, los candidatos de NÓS (nosotros) al Congreso se dirigieron a la prensa desde la compostelana Nave de Vidán, donde siguieron la jornada electoral, para valorar los resultados. “Los resultados de NÓS son malos, sin paliativos”, sentenció Noa Presas, candidata de la coalición por Ourense. “[Pero] son unos resultados malos para la coalición y para el país. Galicia necesita una fuerza nacionalista que le de representación en Madrid”, aseguró.

Para Carme Adán, candidata por Pontevedra, el contexto político actual en España, con “una intensa campaña televisiva que centró las expectativas electorales en cuatro fuerzas políticas estatales que se presentaban como las únicas opciones reales de voto”, propició la derrota de su coalición en las urnas. “También afectó a las fuerzas nacionalistas de Cataluña y de Euskadi”, añadió.

En País Vasco, Amaiur, la formación más votada en las pasadas elecciones, pasó de seis a dos escaños presentándose bajo las siglas EH-Bildu. PNV ha sido el mayor partido en escaños con seis, pero ha perdido casi tres puntos porcentuales en sufragios. El navarro Garoa Bai se ha quedado sin representación en el Congreso. En Cataluña, Convergència ha perdido ocho escaños de los 16 que CiU obtuvo en 2011, aunque ERC ha ascendido de tres a nueve diputados.

Pero otras opciones nacionalistas han tenido éxito en aquellas comunidades donde se han fundido con Podemos y viceversa, como el caso Anova en Galicia y de Compromís en la Comunidad Valenciana, donde la alianza Podemos-Compromís ha conseguido nueve asientos de la Cámara Baja.

“Podemos pone una visión política contemporánea en el Estado español. Sabe que hay determinados lugares donde hay dinámicas políticas propias y que eso no es malo, sino que puede fortalecer la democracia”, afirma Antón Gómez, miembro de la formación morada y recién electo diputado de En Marea por la provincia de A Coruña. “[Podemos] habla de plurinacionalidad y creo que eso hace que gente de muy diversas sensibilidades, de diferentes partes del Estado, se sienta cómoda”.

UN “GRUPO PARLAMENTARIO GALLEGO”

Uno de los objetivos autoproclamados de la coalición En Marea es la configuración de un “grupo parlamentario gallego” en el Congreso de los Diputados. “Nosotros siempre tuvimos claro que era importante que hubiera un grupo parlamentario gallego tanto para reclamar políticas públicas en la relación Galicia-Estado español como para participar en primera persona en los cambios que se van a dar en esta legislatura”, asegura Gómez.

La norma estipula que para constituir un grupo parlamentario, una formación debe haber obtenido al menos cinco escaños y el 15% del voto en las circunscripciones en las que se haya presentado. En este caso, En Marea ha logrado ambos requisitos, por lo que sus miembros aseguran que el grupo parlamentario se creará. “Tenemos las condiciones y va a haber grupo parlamentario gallego, y eso es un hecho histórico”, afirma Sánchez, de Anova.

Una mayor financiación, la posibilidad de presentar iniciativas y el poder formar parte de las comisiones del Congreso son algunas de las ventajas de tener un grupo parlamentario propio, cosa que ninguna formación gallega ha logrado hasta el momento.

Ha habido especulación, sin embargo, sobre qué hubiera pasado de no cumplir los requisitos para obtener el grupo. Dos formaciones estatales, Podemos e Izquierda Unida integran En Marea. De hecho, el líder de IU, Alberto Garzón, tuvo que dar su aprobación, ya que Esquerda Unida no tiene personalidad jurídica propia.

“Para mí la gran duda es cómo va a funcionar el conglomerado en el Congreso de los Diputados”, dice Rodríguez, el analista, “qué van a hacer los gallegos de Izquierda Unida que han salido diputados en la lista de En Marea en el Congreso (…) En todo caso, el nacionalismo gallego entendido como una fuerza política ajena a cualquier pacto con formaciones estatales, yo creo que tiene muy difícil recuperación en Galicia”.

Al parecer de Rodríguez y Sánchez, sin embargo, el nacionalismo gallego no ha muerto. “Que Galicia como nacionalidad histórica no tenga un partido nacionalista en el Congreso, choca”, dice Rodríguez. “Pero En Marea ha conseguido ocupar ese espacio”.

En 2012, Anova, una escisión del BNG, cambió de estrategia y se alió con un partido con presencia en el resto de España, Izquierda Unida, para presentarse bajo la siglas de AGE (Alternativa Galega de Esquerda) a las elecciones autonómicas y logró nueve diputados en el Parlamento de Galicia. El propio Pablo Iglesias participó como asesor en esa campaña electoral.

Repitió la estrategia en las elecciones locales de mayo. Entonces, plataformas municipales que integran a miembros de Anova, Podemos, Esquerda Unida y otros colectivos saltaron a la escena política gallega y tomaron ayuntamientos como los de Santiago, Ferrol y A Coruña. Beben de un movimiento de indignación que nació con el movimiento del Nunca Máis tras la catástrofe ecológica del Prestige y ahora han dado paso al fenómeno En Marea, que cuenta con el apoyo de las llamadas “mareas municipalistas”.

LA IMPOSIBILIDAD DE CREAR UNA LISTA ÚNICA

Aunque el BNG no participó del fenómeno de las mareas en primavera, sí formó parte de un proceso para crear una lista gallega única contra el bipartidismo de cara a las elecciones generales. El fracaso de este proceso resultó en las candidaturas de NÓS y En Marea.

Después de las elecciones autonómicas, se constituyeron dos plataformas, Iniciativa pola Unión, que orbitaba en torno al BNG, y Encontro por unha Marea Galega, que lo hacía en torno a las mareas municipalistas, con el objetivo de crear alianzas electorales para el 20-D.

“Desde el primer se hizo una puesta para hacer confluir a las dos iniciativas sociales” cuenta a este diario Xavier Campos, miembro de la ejecutiva del BNG y uno de los portavoces de Iniciativa pola Unión. “Creo que desde Iniciativa pola Unión hubo una apuesta seria y una tentativa real de buscar puntos de coincidencia a partir de elementos muy concretos que podían hacerla posible: que la candidatura tuviese personalidad jurídica propia, que fuese plenamente gallega y no supeditada a ninguna fuerza estatal y finalmente que se hiciese para constituir un grupo parlamentario gallego”.

Tras un proceso largo de negociaciones, en noviembre las diferentes partes renunciaron a confluir en una candidatura común “básicamente porque se constató que había dos proyectos diferentes”, dice Campos. “[Por un lado], un proyecto nucleado alrededor de Podemos fundamentalmente y del tirón que puede tener Podemos a nivel estatal (…) y después había la tentativa de Iniciativa pola Unión y del BNG de crear una iniciativa plenamente gallega, no nacionalista, no se exigía que fuera nacionalista, pero que fuese gallega”. Campos matiza que IU y Podemos podrían formar parte de esa candidatura siempre que el espacio de toma de decisiones fuese Galicia.

Gómez, de En Marea, opina que BNG decidió mantenerse al margen del proyecto de confluencia, mientras que Sánchez, también de la coalición, considera que BNG optó por otro proyecto.

Y mientras las elecciones autonómicas se aproximan, las diferentes formaciones no tienen aún claro cómo afrontar los próximos comicios para intentar entrar en la Xunta ni bajo qué siglas, aunque los miembros de En Marea dice tener “las puertas abiertas”.