Suárez Illana y Rajoy, en Ávila

Suárez Illana y Rajoy, en Ávila Efe

Elecciones Generales ELECCIONES GENERALES

Rajoy intenta impedir que Rivera capitalice el legado de Adolfo Suárez

El hijo del expresidente recula y respalda a Rajoy en Ávila, donde Ciudadanos celebró una Ejecutiva. 

5 diciembre, 2015 02:15

Noticias relacionadas

Un viejo referente ilumina el camino hacia la inédita realidad política española. Se trata del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez. Por capitalizar su legado compiten dos partidos: el PP, su principal heredero político hasta ahora y Ciudadanos, que reivindica el centro y el salto a la modernidad que abanderó el antiguo jefe del Ejecutivo, fallecido en marzo del año pasado. 

No es casualidad que Mariano Rajoy haya querido pasar su primer día de campaña reivindicando la figura de Suárez en Ávila, donde está enterrado. El actual presidente, que ha gobernado con la comodidad de la mayoría absoluta de su grupo parlamentario, es consciente de que en el nuevo parlamento no habrá mayorías absolutas y por eso se esfuerza en mostrar un perfil desconocido hasta ahora. 

Rajoy aseguró que Suárez "supo conciliar sus convicciones" con "la tolerancia y el diálogo con los demás". "Cada uno tiene sus recetas; lo importante es que en los grandes retos nacionales haya una gran mayoría que vaya junta a la hora de fijar las normas constitucionales, de defender la unidad de España, de luchar contra el terrorismo y de apoyar a nuestros militares. Eso es lo que importa", según Rajoy.

La extraña presencia de Suárez Illana

En el acto estuvo acompañado por el hijo del expresidente, Adolfo Suárez Illana, que fue candidato en 2003 en las autonómicas de Castilla-La Mancha. Suárez Illana perdió entonces contra el socialista José Bono, que revalidó su mayoría absoluta, y comenzó a desvincularse de las filas populares hasta el punto de criticar al líder junto al que posó este viernes. 

Un año antes de las elecciones que dieron la mayoría absoluta a Rajoy, Suárez Illana no tenía una confianza excesiva en él. "¿Cree que Rajoy va a ser presidente?", le preguntó la revista Vanity Fair en una extensa entrevista. "No sé, eso va a depender de los españoles, de si le votan", dijo sin más. 

De lo que estaba seguro entonces es de que Rajoy no era un buen candidato. "Es evidente que no. El partido ha perdido un millón de votos desde que Rajoy es presidente. Sinceramente, creo que el PP hoy en día no está generando ilusión. Y si el otro lo hace mal, nosotros lo estamos haciendo peor", dijo entonces en referencia a José Luis Rodríguez Zapatero. 

Suárez ha dado muchas vueltas. Como abogado y ahora socio de la firma Ontier, ha seguido manteniendo vínculos con los diferentes líderes políticos. Este viernes reconoció incluso que se lleva "muy bien" con Albert Rivera y Pedro Sánchez, los candidatos de Ciudadanos y del PSOE. Llegó incluso a decir que puede "comprender también que se vote a un buen amigo del PSOE" como Sánchez. Pero la foto frente a la tumba de Suárez, un gesto en el que la oposición ha visto una clara instrumentalización del fallecido, se la ha llevado Rajoy, en cuyas "manos expertas" asegura sentirse cómodo Illana.

La lucha por el simbolismo

Rivera también ha pasado por Ávila. En el mes de noviembre, Ciudadanos celebró una importante Ejecutiva en la ciudad para tratar de encardinarse en el espíritu renovador y centrista de Suárez. Como Suárez, Rivera es un político joven, que se reivindica como un arquitecto de consensos y que pretende llegar a la Moncloa con un gran plan de reformas para modernizar el país. En esa línea, Rivera también ha apelado al espíritu de las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812, un ejemplo de modernidad jurídica y política.

La búsqueda de referentes históricos matiza el habitual discurso antiestablishment de los nuevos partidos y sus mensajes que llaman a abrir un tiempo nuevo. Esa pelea por el legado no es exclusiva de la derecha. En la izquierda, Podemos aspira a seducir al voto moderado y socialdemócrata argumentando que Pablo Iglesias, declarado admirador del ex primer ministro sueco Olof Palme, es quien mejor encarna el espíritu reformista de Felipe González, presidente del Gobierno tras Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo.