Los clientes y trabajadores del Popular siguen esperando respuestas claras

Los clientes y trabajadores del Popular siguen esperando respuestas claras Andrea Comas Reuters

Empresas Banco Popular

Las falsas esperanzas a los clientes del Popular: "Tengo 450.000 euros pendientes en acciones y bonos"

La compra del Popular por el Santander deja muchas incógnitas abiertas a clientes y trabajadores que aún no tienen claro qué va a ocurrir.

9 junio, 2017 12:27

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La venta del Banco Popular copó los titulares desde la mañana del miércoles, y la primera reacción fue dar falsas esperanzas y esquivar los problemas. Salvo que los tribunales se pongan de su parte, tras un tortuoso proceso, los accionistas y los bonistas lo van a perder todo y el futuro de los trabajadores es incierto.

En la sucursal de la calle Serrano, de José Ortega y Gasset, de Velázquez, de Alpedrete... el objetivo desde el miércoles ha sido transmitir tranquilidad ante todo. Lo tenían fácil con los depositantes y los clientes ordinarios de depósitos, nóminas, préstamos o hipotecas. Frente a las caídas constantes en el precio de la acción y los rumores de rescate, muchos respiraron tranquilos cuando el Banco Santander se hizo con el control.  Eso facilitó que la atmósfera de las sucursales fuera la de un día normal.

Salvo casos puntuales de crisis, con gritos de gente desesperada que se desfogó en las sucursales, y que se han incrementado a medida que la verdadera información sobre el futuro de las acciones ha salido a la calle, la actividad en las sucursales ha seguido siendo de aparente calma.

Una vida para ahorrarlo, un día para perderlo

Muchos accionistas y bonistas del Banco Popular esperaban en los primeros momentos que su situación llegue a buen término. Uno de ellos es Manuel Fernández, empresario de 58 años, y cliente del Popular desde hace 30. Manuel tiene contratado con este banco su clínica, sus empleados, su hipoteca, su cuenta corriente y, además, 450.000 euros en bonos y acciones de los que está preocupado. 

"Da rabia que habiendo ahorrado y comprado acciones, ahora los vaya a perder" afirme Manuel. La mañana del miércoles ya ha ido a la sucursal de Alpedrete y de la calle Serrano, pero lo único que le han dicho es que tenga calma y espere. 

Manuel ha estado leyendo las noticias a lo largo de la mañana, y aunque piensa que las acciones ya se han perdido, es algo optimista con los bonos. Tiene la esperanza de obtener algo del valor de su inversión, pero la realidad es que esas acciones y bonos ya no valen nada, y las probabilidades de recuperar el dinero pasan por los tribunales. 

Los empleados en la sucursal no le han explicado la verdadera situación. Es más, Manuel tiene la impresión de que los trabajadores, en cierta forma, se engañan a sí mismos y comparten su preocupación y esperanzas a partes iguales ya que "son jóvenes que también han invertido sus ahorros en acciones del Banco Popular". También hay falta de información en la sucursal de la calle José Ortega y Gasset, donde aseguraron a otra accionista que no se preocupara por sus acciones y confiara en la trabajadora que le atendió. 

Por lo tanto, cuando el Banco Santander ya ha sido claro con lo que ocurrirá con las acciones y bonos, queda claro que o bien no se dijo en las primeras horas toda la verdad a los trabajadores, o había instrucciones de retrasar las malas noticias.

Que nadie note los nervios, pero nos hundimos

Las sucursales del Banco Popular aparentaban tranquilidad pero respiraban tensión. Todos estaban inmersos en sus menesteres, pero, como han comentado a algunos clientes, en la mente de muchos empleados, también accionistas, surgía la misma duda: ¿Qué va a suceder con mi dinero? ¿Qué va ocurrir con mi puesto de trabajo?

Muchos tienen la esperanza de que la situación se solucione, aunque sea mínimamente, como aseguraron los empleados de la sucursal de la calle Serrano a un cliente. Otros saben que la realidad es muy distinta, como una trabajadora de la sucursal en la calle José Ortega y Gasset, quien se consideraba afortunada porque su contrato termina en julio. Dice por suerte porque el futuro de muchos es incierto.

Aún con ello, ya sea por las diferentes reacciones ante una situación de crisis o el propio carácter español, hay empleados que se lo toman con humor, y bromean: "De haberlo sabido la compro yo". Alegan que llorar no es una opción, pero su semblante risueño se vuelve serio cuando uno de ellos deja caer un breve comentario sobre "recursos humanos". En el fondo, todos saben que la situación es complicada, pero desde las altas esferas les "aconsejan" mostrar calma.