El negociador jefe del TTIP por parte europea, Ignacio García Bercero

El negociador jefe del TTIP por parte europea, Ignacio García Bercero Lieven Creemers/Comisión Europea

Economía Acuerdo comercial

Diferencias “irreconciliables” entre la UE y EEUU en el TTIP

Greenpeace filtra los documentos con las peticiones de Washington y acusa a los europeos de doblegarse

3 mayo, 2016 01:32
Bruselas

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Unas negociaciones “muy difíciles”, que avanzan lentamente debido a las diferencias “irreconciliables” entre la UE y Estados Unidos. Así describe la Comisión, en un informe confidencial filtrado este lunes por la organización ecologista Greenpeace, el estado de las conversaciones entre Bruselas y Washington para firmar un acuerdo de libre comercio (TTIP, por sus siglas en inglés), que están a punto de cumplir tres años.

 

El propio negociador europeo, Ignacio García Bercero, ha admitido que en la decimotercera ronda de contactos celebrada la semana pasada en Nueva York “no se ha resuelto ninguna de las grandes cuestiones en las que tenemos divergencias importantes con EEUU”. El objetivo del Ejecutivo comunitario es que el acuerdo se cierre durante la presidencia de Barack Obama, es decir, antes de que acabe el año. Pero García Bercero reconocía en una reciente entrevista a EL ESPAÑOL que no es seguro que pueda lograrse.

 

El pacto entre la UE y EEUU todavía será más complicado si las negociaciones pasan a la siguiente administración estadounidense. Ninguno de los candidatos, ni republicanos ni demócratas, ha mostrado entusiasmo por los acuerdos de libre comercio.

 

“La posición de la UE es mala y la de EEUU peor”

 

En total, Greenpeace ha difundido 248 páginas de documentos clasificados que recogen la marcha de las negociaciones del acuerdo comercial UE-EEUU, y cubren un total de 13 capítulos del texto. La principal novedad de los TTIPLeaks es que revelan por primera vez la posición negociadora y los objetivos que persigue la delegación estadounidense. La Comisión Europea ya ha venido publicando la posición de la UE en cada apartado, pero Washington mantiene en secreto sus peticiones a los europeos.

 

“De acuerdo con nuestro análisis preliminar, en relación con la protección medioambiental y la salud pública, la posición de la UE es muy mala y la de Estados Unidos mucho peor”, ha explicado en rueda de prensa el director de la oficina comunitaria de Greenpeace, Jorgo Riss. “Leyendo estos documentos hemos llegado a la conclusión de que las negociaciones deben detenerse, porque los actuales negociadores no están actuando a favor del interés público”, ha resalado.

 

Bruselas ha lamentado la filtración alegando que “no es buena para la confianza del proceso de negociaciones”, según García Bercero. De momento, Estados Unidos no se ha quejado oficialmente. Para el negociador jefe europeo, las críticas de Greenpeace están “totalmente equivocadas”. Los documentos filtrados reflejan las posiciones de EEUU y la UE puestas una al lado de la otra en cada capítulo. Pero eso no significa que haya acuerdo o que se haya alcanzado algún resultado, ha apuntado.

 

¿Podrá la industria americana influir en la legislación de la UE?

 

Una de las propuestas de Washington que más preocupa a Greenpeace se refiere al capítulo de cooperación regulatoria, cuyo objetivo es garantizar la convergencia futura entre las leyes de la UE y las de EEUU. Los negociadores norteamericanos han presentado un plan muy detallado que obligaría a las autoridades públicas a consultar a cada paso con todos los sectores afectados, incluyendo la industria, cada vez que quieran legislar.

 

“Para Europa significaría abrir las puertas a los intereses económicos americanos para que puedan participar” en la elaboración de las futuras normas, denuncia Riss. Pero García Bercero le ha respondido que la UE “no acepta las posiciones muy prescriptivas que EEUU ha presentado en esa área de negociaciones”.

 

Otra de las sorpresas de los documentos filtrados es que Estados Unidos sigue insistiendo en que la UE debe liberalizar los transgénicos. Y ello pese a que Bruselas ha repetido por activa y por pasiva que el TTIP no obligará a cambiar la legislación comunitaria en materia de organismos genéticamente modificados (OGM). Aún así, Washington propone un capítulo para suprimir las trabas a “los productos de la tecnología agrícola moderna”, mientras que la Comisión no ha puesto sobre la mesa ninguna contraoferta sobre esta cuestión.

 

“Esto no cambia en absoluto nuestra posición de negociación. Hemos dejado claro que no aceptaremos nada que implique cambios en nuestro régimen reglamentario sobre los OGM”, ha insistido García Bercero. El negociador jefe ha negado también que la UE vaya a abandonar el “principio de precaución” o que vaya a autorizar una mayor participación de los lobbies en las negociaciones.

 

Para la comisaria de Comercio, la sueca Cecilia Malmström, la polémica por la filtración de Greenpeace es “una tormenta en un vaso de agua”. “Es normal que las dos partes en una negociación quieran alcanzar el máximo posible de sus objetivos. Eso no significa que la otra parte acepte esas peticiones. Tampoco significa que las partes vayan a encontrarse a mitad del camino. En las áreas en las que estamos muy lejos en las negociaciones, simplemente no llegaremos a un acuerdo”, ha escrito en su blog.

 

Posturas alejadas

 

En realidad, lo más revelador de los documentos del TTIPLeaks es que, tras casi tres años de negociaciones, las posiciones de la UE y de EEUU siguen estando muy alejadas. “Las discusiones sobre cosméticos siguen siendo muy difíciles y el margen de objetivos comunes bastante limitado”, señala la Comisión en un informe confidencial de táctica negociadora. EEUU exige certificados de seguridad que las empresas comunitarias no pueden proporcionar por la prohibición en la UE de los tests con animales.

 

“Los enfoques de la UE y EEUU siguen siendo irreconciliables y los problemas de acceso al mercado para la UE continuarán”, apunta el informe. Los norteamericanos se resisten a incluir en el TTIP reglas en materia de vino, y tampoco aceptan la petición de Bruselas de que sus productores dejen de usar nombres semigenéricos como Jerez, Málaga o Champagne. Tampoco hay acuerdo sobre si el TTIP debe dedicar un capítulo a la energía y otro a los servicios financieros, como pretende la UE.