Mattek-Sands, tirada en la pista de Wimbledon junto a Cirstea.

Mattek-Sands, tirada en la pista de Wimbledon junto a Cirstea. David Ramos Getty Images

Tenis Wimbledon

La escalofriante lesión de Mattek-Sands en Wimbledon

"¿Y si hubiera sido un infarto?", dice su rival Cirstea, que criticó el tiempo de reacción de los servicios médicos del torneo.

6 julio, 2017 18:43
Londres (enviado especial)

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“¡Por favor ayudadme! ¡Por favor! ¡Por favor!”. Los desgarradores gritos de Bethanie Mattek-Sands revolvieron el estómago de Wimbledon y se quedaron para siempre en la cabeza de los que los escucharon. El jueves por la tarde, durante su partido de segunda ronda ante Sorana Cirstea, la estadounidense se resbaló al subir a la red a volear y se dobló la rodilla derecha en una posición feísima y antinatural. Un segundo después llegó la petición de auxilio, los aullidos de dolor y el miedo, que se instaló en la pista número 17 y no se fue ni cuando Mattek-Sands se marchó evacuada en camilla hacia un hospital al oeste de Londres, donde le realizaron unas primeras pruebas que determinaron una lesión de rodilla aguda.

“Me asusté”, acertó a decir Cirstea, que corrió a saltar la red para ayudar a su rival. “Nunca había visto una lesión de este tipo antes. Su rodilla estaba en una posición muy mala. Es algo que solo aparece en las películas”, explicó la rumana, que avanzó a la tercera ronda del torneo (4-6, 7-6 y retirada) y se medirá ahora a Garbiñe Muguruza (6-2 y 6-4 a Yanina Wickmayer). “Traté de consolarla, pero entré en pánico. No le desearía eso ni a mi peor enemigo. Me sentí inútil. Ella me decía: ‘Sorana, ayúdame, ayúdame’. Ojalá pudiera haber hecho más”, lamentó. “Les pedí que trajeran una camilla porque todo el mundo se quedó congelado, nadie reaccionó”, explicó la número 63 del mundo. “Los médicos tardaron mucho en llegar, me pareció una temeridad. ¿Y si hubiera sido un infarto? Estuve allí 10 o 15 minutos y la camilla aún no había llegado”. 

La instintiva reacción de Cirstea quedó frenada en un principio cuando la rumana llegó a la otra parte de la pista y vio cómo tenía la rodilla la estadounidense, en un estado alarmante. Fue entonces cuando ella también empezó a pedir ayuda con los brazos abiertos. Inmediatamente, y con los gritos ganando volumen, Justin Mattek-Sands, esposo de la jugadora, y su fisioterapeuta abandonaron la grada para llegar al lugar de la caída mientras la gente empezaba a revolverse en los asientos, todavía sin rastro de la camilla o la pequeña ambulancia que terminaron apareciendo después.

“La primera llegada a la pista 17 se produjo en un minuto por un auxiliar”, escribió Wimbledon en su cuenta de Twitter. “La jugadora fue mantenida en la pista mientras se intentaba aliviar su dolor con un calmante. La tenista fue trasladada luego a una ambulancia y llevada en condiciones de emergencia a un hospital”.