Nadal, celebrando un punto en su partido ante Kohlschreiber en Miami.

Nadal, celebrando un punto en su partido ante Kohlschreiber en Miami. Julian Finney Getty Images

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Nadal se rescata para llegar a octavos en Miami

Tras perder la primera manga en blanco contra el alemán Kohlschreiber, el mallorquín se repone 0-6, 6-2 y 6-3 y celebra con victoria sus 1000 partidos en en el circuito.

27 marzo, 2017 02:56
Miami (enviado especial)

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Después de un buen susto que acabó bajo control, Rafael Nadal celebró su partido número 1000 en el circuito llegando a octavos de final del torneo de Miami tras sofocar 0-6, 6-2 y 6-3 a Philipp Kohlschreiber en un cruce que empezó negro como la boca del lobo y acabó haciendo suyo por puro instinto de supervivencia, combinado con una capacidad única para autocorregirse. El mallorquín, que nunca ha ganado el segundo Masters 1000 de la temporada (finalista en 2005, 2008, 2011 y 2014) jugará el martes contra Nicolas Mahut (6-4 y 6-3 al argentino Pella) por una plaza en cuartos teniendo algo muy presente: con Grigor Dimitrov (eliminado en su debut) y Milos Raonic (se retiró antes de jugar la tercer ronda por problemas en el muslo) fuera de combate, dos de los rivales más importantes que tenía en su parte del cuadro, el camino se le ha despejado considerablemente para aspirar a la copa. Antes, de pensar en eso, la montaña rusa del domingo. [Narración y estadísticas]

“Normalmente, un 6-0 se produce por una combinación de factores”, explicó luego el campeón de 14 grandes. “Hoy ha sido por varias circunstancias. Yo no he tenido mala actitud ni he dejado de intentar cosas, pero ha ocurrido. Obviamente, no he hecho mi mejor set, pero él ha jugado a un nivel muy superior de lo habitual”, prosiguió el balear. “Íbamos 4-0, pero podíamos ir 2-2 o 3-1, aunque la sensación fuese que Kohlschreiber estaba golpeando muy bien a la pelota. Los juegos iban pasando muy rápido y tenía que frenarlo”, continuó. “Aceptando la dificultad uno puede intentar buscar una solución. No soy muy orgulloso, así que perder 6-0 me duele igual que perder 6-4. Sabía que tenía que frenar la hemorragia de cualquier manera, había que puntuar, parar el partido, empezar a jugar, algo que en el principio no he podido hacer. Una vez que he empezado a jugar, he ganado 6-2 y 6-3. Mi única preocupación era saber cómo podía comenzar a jugar a tenis”, cerró el español.

“Nos estamos encontrando con una tónica bastante habitual en los rivales que se enfrentan a Rafa: juegan todos a saco, a uno o dos tiros”, explicó Carlos Moyà, uno de los entrenadores del mallorquín. “Kohlschreiber ha estado muy inspirado en el primer set, pero ha bajado un poco cuando Nadal ha forzado más la máquina, apurándole desde el fondo de la pista”, reflejó el exnúmero uno del mundo. “Desde mitad del segundo set ha sido un partido bastante completo por su parte. Hay muchas sorpresas, muchos partidos en los que el supuesto favorito no gana”, señaló. “Él está manteniendo una regularidad importante y eso a cuenta, aunque haya veces que juegue mejor y otras peor. Lo importante es ganar este tipo de partidos porque dan mucha confianza”.

Fue un arranque fulminante en el marcador y peleado sobre la pista. Kohlschreiber abrumó a un Nadal que tuvo opciones para ganar los cuatro primeros juegos del partido y se encontró sin premio alguno. Sobrepasado, el mallorquín no pudo defender de ninguna manera la tormenta que se le vino encima y dejó que su contrario le bailase un tango en la cara: el alemán jugó muy profundo, larguísimo y rapidísimo, tiró de línea en línea y se movió a la velocidad del rayo, con una intensidad muy superior a la de su contrario. El español, que por primera vez desde enero del 2015 perdió un set en blanco (cuartos de final del Abierto de Australia contra Tomas Berdych, acabó cayendo derrotado), se encontró lleno de barro hasta el cuello cuando el reloj apenas había descontado 20 minutos y tuvo que tomar decisiones para cambiar su destino.

Nadal, sacando durante un partido en el torneo de Miami.

Nadal, sacando durante un partido en el torneo de Miami. Julian Finney Getty Images

Nadal, que en el primer juego del segundo set apretó el puño y le enseñó los dientes a su rival para que no se olvidase del precio que debía pagar por la victoria, recuperó la identidad a manos de su garra (“¡vamos!”, se gritó constantemente para animarse) y con ella llegaron el aplomo, la solidez y la puntería. Ya como un jugador de cuerpo entero, totalmente distinto al tenista roto del comienzo, el número siete rectificó y se rescató con un tenis que primero fue de urgencias y luego tuvo picos de brillantez.

Así, el balear hizo dos cosas que neutralizaron a Kohlschreiber: irse a restar más atrás los primeros saques del alemán para poner la bola en juego y evitar que le fulminase en tres pelotazos (la dinámica del inicio, peloteos de uno o dos tiros) y cargó mucho más sus golpes sobre la zona del revés de su rival, huyendo de una derecha con la que le hizo mucho daño en el arranque del cruce. Con eso bien asentado, el partido cambió por completo y Nadal aceleró hacia la remontada.

Históricamente, Kohlschreiber no había dicho casi nada en sus enfrentamientos con Nadal (13-1 para el español, únicamente derrotado en la hierba de Halle en 2012). Como Dudi Sela, su primer rival en Miami, el alemán golpea el revés a una mano y contra el mallorquín eso es como llevar una diana gigante en el pecho. Su 1,78m tampoco ayuda para contrarrestar la bola alta de Nadal, que siempre le ha obligado a corregir constantemente la posición del brazo para no mandar la pelota al limbo y acabar con el codo dislocado.

El alemán, que hace unas semanas desperdició siete puntos de partido para eliminar a Andy Murray en los cuartos de final del torneo de Dubái, dejó una nueva muestra de que a los 33 años todavía conserva mucho del tenis afilado que le llevó a meterse entre los 20 mejores (alcanzó el número 16 en 2012). Como el talento no se pierde, porque es algo que se marcha con la persona, el número 31 disfrutó de una medida hora dulce contra el español y luego padeció lo inevitable.

En Miami, Kohlschreiber salió a jugar contra Nadal en tromba y a pecho descubierto. Sus tiros desnudaron al español, desorientado y un poco desconocido. Le acercaron a una victoria soñada que rozó con los dedos después de un 6-0 que recordará toda la vida y… acabó sufriendo lo que tantos otros: el corazón de Nadal es capaz de hacer milagros y en su cabeza está el motor que le da sentido a gran parte de su carrera, milenaria desde este domingo.

“Es un partido muy importante para mí”, confesó Nadal, que el lunes tendrá un día de descanso para preparar los octavos contra Mahut. “A veces, estas victorias te cambian las dinámicas y en los últimos años había perdido muchos encuentros de este tipo”, recordó el mallorquín, que en 2017 ya se ha llevado varios encuentros apretados. “Uno se alimenta de victorias así, de sensaciones positivas. Estar bien mentalmente, capacitado para buscar una solución como la de hoy, es una gran noticia que además me da la oportunidad de pelear otro día más. Espero estar preparado para aprovecharla".

El español, voleando en un momento del encuentro.

El español, voleando en un momento del encuentro. Erik S. Lesser Efe