Dan Carter, principal protagonista del Sudáfrica-Nueva Zelanda, saluda tras el partido.

Dan Carter, principal protagonista del Sudáfrica-Nueva Zelanda, saluda tras el partido. Henry Browne / Reuters

Otros Deportes

Nueva Zelanda tira de favoritismo para dejar de sufrir

Los All Blacks, a la final del Mundial por segunda vez consecutiva a pesar de que Sudáfrica peleó durante los 80 minutos (18-20).

24 octubre, 2015 19:29

Por segundo Mundial consecutivo, Nueva Zelanda y su equipo con tintes de leyenda vuelven a pelear por la Copa Webb Ellis. Sin embargo, su 'haka' infundió menor respeto que en anteriores partidos. A los All Blacks les tocó sufrir hasta los instantes finales para derrotar a una combativa Sudáfrica (18-20), que apuró sus opciones de sorpresa con la convicción defensiva por bandera.

El clima, con la lluvia haciendo acto de presencia en Twickenham, estaba del lado de los Springboks. También, la fiereza con la que se desarrolló todo el encuentro, con las defensas como absolutas protagonistas. Sin embargo, el 91% de efectividad sudafricana en los placajes durante todo el torneo sirvió de bien poco ante la mayor resolución neozelandesa. Tanto suspense bien valió la segunda final mundialista consecutiva para los All Blacks, con sus tintes legendarios intactos tras la penúltima batalla de camino a la posible gloria.

Los ensayos logrados por los hombres de Steve Hansen (Kaino y Barrett) fueron decisivos para el resultado final del encuentro. Sudáfrica no pudo contrarrestarlos, aunque los seis golpes de castigo logrados entre el estelar Pollard y Lambie trataron de impedirlo. Los pateos del primero fueron capitales para las ventajas de los Springboks, con una máxima de cinco puntos al descanso. Nueva Zelanda no estaba cómoda en la hierba londinense, chocando una y otra vez contra la defensa del rival africano. Su posesión de balón fue ampliamente superior, pero acabó castigando la indisciplina atrás. Los penaltis se sucedían, sin que el ataque neozelandés encontrase resquicios por los que atacar el muro levantado por los hombres de Heyneke Meyer.

Imbuido por el desencuentro de Nueva Zelanda con su juego habitual, Dan Carter no comenzó el encuentro muy atinado. Acabaría entonándose justo tras el descanso, cuando los All Blacks empezaron a ver la luz en su ofensiva. Volvieron a ponerse por delante, a pesar de que Sudáfrica seguía insistiendo en dar la sorpresa de la mano del irreductible Pollard. Los penaltis seguían resultando fundamentales, aunque los puntos brillaron por su ausencia en los últimos minutos. El conservadurismo hizo acto de presencia, con lo que el partido se puso totalmente de cara para los neozelandeses. Los esquemas dejaron de estar rotos y el afán de sorpresa de Sudáfrica murió irreversiblemente, superada por el mayor talento de un equipo siempre crecido a la hora de la verdad.

Australia o Argentina acompañarán a Nueva Zelanda en la final del próximo sábado. Sea quien sea el rival, los vigentes campeones mantienen impoluta su vitola de selección irrepetible y, quizá también, imbatible.