Mo Farh cruza la línea de meta haciendo el Mobot, su celebración característica.

Mo Farh cruza la línea de meta haciendo el Mobot, su celebración característica. Kai Pfaffenbach Reuters

Juegos Olímpicos

Ni las caídas pueden con Farah

El británico revalida su título olímpico en los 10.000 metros tras una nueva exhibición en la última vuelta y pese a sufrir un traspiés a mitad de carrera.

14 agosto, 2016 03:57

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La sola presencia de Mo Farah amedrenta a los rivales. Saben que el británico es el más rápido en un final apretado, que su única opción es marcar un ritmo infernal desde la primera vuelta para fundirle. Pero nadie se atreve a lanzar la carrera y desafiar al rey del fondo mundial. Las pruebas lentas, decididas por detalles tácticos y en una última vuelta fugaz, son el hábitat natural de Farah. Así ganó los dos oros (5.000 y 10.000) en Londres 2012 y en los Mundiales de 2013 y 2015. En los últimos cuatro años, nadie ha sido capaz de derrotarle. Tampoco en Río, donde sufre una caída tonta tras un traspiés que acerca más su gesta a la de Lasse Visen, el único atleta capaz de ganar el 5.000 y el 10.000 en dos Juegos Olímpicos consecutivos. Tras la victoria de este sábado en los 10 kilómetros en pista, convirtiéndose en el primer atleta británico de la historia en conseguir tres oros en unos Juegos, queda a solo a un paso de igualar la leyenda del finlandés.

Tras el pistoletazo de salida de los 10.000, Mo Farah se sitúa a cola de grupo, rezagado como le gusta correr a él las primeras vueltas de una carrera con mucho tráfico. Desde esa última posición, controla la carrera a su antojo, evitando posibles tropezones o empujones por culpa de los nervios. Hasta que se completa el primer cuarto de los 10 kilómetros y da un acelerón. Se pone en cabeza recordando a sus rivales que está ahí. Es un maestro de la táctica.

Sin embargo, cuando el pelotón se empieza a estirar, con los fondistas casi en fila india, Farah sufre un percance inesperado y cae al suelo después de trastabillarse con Galen Rupp, su compañero de equipo. No puede controlar todo. El británico recupera posiciones sin despeinarse, pero el susto no desaparece hasta que pasan un par de vueltas. Mientras, los etíopes y keniatas, oliendo la sangre fresca, lanzan la carrera al paso por el 4.000.

Kamworor y Tanui se relevan en cabeza, pero la estilizada figura de Farah aparece de nuevo en cabeza. El pequeño traspiés ha activado todas sus alarmas, pero el ritmo le favorece: lo llevan en volandas hacia su tercer título olímpico. El fuerte apretón de los etíopes no descuelga al británico, sino que incluso le impulsa a coger los mandos de la carrera, mirando de reojo a sus rivales, a falta de dos vueltas de auténtico infarto.

Suena la campana y Tanui ataca. Pero es demasiado pronto. El keniata se crispa a falta de 200 metros y Farah lanza su golpe final: alarga la robótica zancada, aprieta los dientes y cruza la línea de meta formando un corazón con sus brazos: el Mobot aparece en el Engenhao. Una nueva exhibición en los últimos 400 metros (55:37) le otorga otra victoria en un gran campeonato. En el rush final, Farah es imbatible. Gana con un tiempo de 27:05.17. La plata es para Tanui (27:05.64) y el bronce para el etíope Tola (27:06.26).

El paralelismo con Lasee Visen

Mo Farah busca igualar a Lasse Visen como único atleta, junto con el finlandés, en lograr un doblete en las pruebas de 5.000 y 10.000 metros en los Juegos Olímpicos de forma consecutiva. Vissen lo logró en Munich 1972 y Montreal 1976, pero el paralelismo entre ambos ha ido un paso más allá.

Lasse Viren Munchenin Olympialaiset 1972

El fondista nórdico se cayó en el 10.000 de la ciudad germana, se sobrepuso y ganó. Al igual que ha hecho este sábado el discípulo de Alberto Salazar. Un tropezón demoledor para los mortales, se revela como un estímulo para los fuera de serie. Vissen dominó su época a su antojo y Farah es invencible en la actualidad. Sus gestas, separadas por el tiempo, van de la mano.