En ningún momento de su historia, ni siquiera durante cinco minutos, ha tenido el Real Madrid al mejor especialista del mundo en cada una de las once posiciones del campo. Tampoco ahora, gozando como goza de una plantilla absolutamente envidiable, se da esa circunstancia. Cuenta (diría yo) con los mejores del mundo en cinco o seis posiciones y con tipos que están entre los cuatro o cinco mejores del planeta para el resto de puestos, algunos de los cuales están cubiertos por más de un jugador de esa categoría.

Es posible que Keylor Navas no sea el mejor portero en la actualidad. Es posible que solamente (¿solamente?) esté entre los cinco mejores. “El Real Madrid tiene que tener al mejor jugador del mundo en cada puesto”, se oye decir en referencia al hipotético fichaje de De Gea por parte de periodistas que, en algunos casos, tienen vínculos comerciales con el portero español, más allá del mundo del periodismo.

¿Y cuánto cuesta (conviene preguntarse) contratar al mejor guardameta del mundo? ¿Qué retorno no solo deportivo sino también en términos de marketing (el Real Madrid mira mucho esa faceta) tiene esa contratación? ¿Tanto como para decidir que contratar al mejor portero del mundo es la operación por excelencia del próximo verano, por encima de la búsqueda de los mejores en otras posiciones, cuando bajo los palos cuentas ya con un señor que está instaladísimo en la élite y que -tras un pequeño bajón magnificado por los mismos que se empeñan en la llegada de De Gea- demostró este sábado ante Osasuna estar de vuelta en su mejor forma? Los reflejos y la personalidad que exhibió en el Sadar demuestran que está retomando la continuidad en la excelencia tras una lesión de la que regresó con algunas vacilaciones, menos graves de lo que se intentó vender.

Keylor Navas, durante un partido con el Real Madrid.

Keylor Navas, durante un partido con el Real Madrid. EFE

Keylor Navas, por lo demás, es madridismo puro, y eso es un activo. Madridismo es llegar al club con la vitola de mejor guardameta del Mundial recién finalizado (junto a Neuer) para pasar un año entero a la sombra de Casillas sin emitir la menor protesta, apretando los dientes mientras esperas tu momento con abnegación. No recuerdo un caso igual en el Madrid. Nadie ha llegado al Madrid desde tan alto para ser ninguneado durante un año entero por su entrenador (y por la prensa) y ha mostrado, como respuesta a ese ninguneo, una actitud más profesional e intachable. Se consagra la temporada pasada con la Undécima, pero el lugar de Keylor en la leyenda del Madrid -el que ya tiene- se forja en ese año ominosamente (casi) en blanco, marcado por su terca dignidad.

Llegó como el mejor guardameta del Mundial pero llegó por un precio irrisorio. En lugar de hacerle ganar enteros, este hecho ha jugado siempre en su contra. En esto también es un caso único. Cuando eres muy bueno pero has sido barato, eres carne de traspaso, y pocas veces el Madrid ha contratado un jugador tan bueno por tan poco dinero. En ocasiones se mira a las gangas por encima del hombro, en lugar de bendecirlas como la visita divina que representan.

Vender a Keylor en cualquier momento de su trayectoria en el Madrid ha representado ingresar por él, como mínimo, el triple de lo que se invirtió. Nada más goloso por tanto, desde un punto de vista estrictamente financiero, que traspasarlo. Sucede que hay aspectos más allá de los financieros, y tengo para mí que -en contra de la imagen que de él se difunde- el presidente del Real Madrid los tiene muy en cuenta. No sé si se hará con De Gea o Courtuois. Tiene razones para llevar a cabo cualquiera de esas dos operaciones. Pero no tengo la menor duda de que no pierde de vista los motivos muy poderosos que también tiene para abstenerse, e invertir a cambio el dinero del club en una estrella en otro puesto. O los motivos -tampoco es descartable- que existen para contratar a De Gea o Courtois y hacer que el elegido conviva con Keylor, que compitan y que gane el mejor.

Keylor tiene ahora treinta años. Es la edad dorada de un portero y, si se asienta la vuelta a la excelencia apuntada en el Sadar, ese esplendor se puede prolongar perfectamente cuatro o cinco años más. Es muy probable que dentro de cuatro o cinco años haya en el mercado dos degeas y tres courtioses que serán cuatro o cinco años más jóvenes que los actuales De Gea y Courtois y, probablemente, bastante menos caros. Por el camino, seguramente, no habrás cometido ningún error al renovar tu confianza en un hombre capaz de seguir maravillando al mundo durante mucho tiempo y que, para colmo, demuestra día tras día que no hace falta haber nacido en Chamberí para exudar madridismo.