Guardiola, durante un partido de la Premier League esta temporada.

Guardiola, durante un partido de la Premier League esta temporada. Reuters

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¿Por qué ‘atizan’ a Pep Guardiola?

Peter Schmeichel, los representantes de Touré e Ibrahimovic, Ribéry… El técnico español no ha parado de recibir ataques desde que se convirtió en entrenador. EL ESPAÑOL analiza las razones de tanta ‘aversión’ antes del derbi de Manchester.

9 septiembre, 2016 17:56

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En el bar, ágora de debate moderna ebria de consenso, es posible encontrarse a Guardiolistas y Mourinhistas de acuerdo. No es normal, pero a altas horas de la madrugada sucede. La oscuridad, el alcohol… Lo que quieran. Por la noche, entre el humo de cigarros ilegales de cualquier antro, es fácil que dos personas -por muy opuestas que sean- logren entenderse. Sin embargo, todo eso cambia al día siguiente. Ese quorum es sólo circunstancial. Al fin y al cabo, ni siquiera la cerveza puede acabar con las fobias. Ni con las de usted ni con las de nadie. Y Pep, en este caso concreto, tiene a muchos -representantes, políticos, periodistas y seguidores- en contra de su filosofía y de su forma de hacer las cosas. ¿Por qué? Hay muchas razones para explicar esta ‘aversión’ de tantos.


SU ESTILO DE JUEGO


“¿Perdimos? Sí, pero mantuvimos la posesión”. Este chiste -quizá el más light de cuantos se pueden extraer de Internet- ejemplifica a la perfección lo que algunos piensan de su estilo. En Barcelona eso no se cuestiona. Allí, la pelota es tan sagrada como Cruyff o el propio Joan Gamper. Sin embargo, fuera es otra cosa. El mayor contraste lo vivió el español en Múnich, donde el juego de contraataque –tan arraigado en la Bundesliga y en el Bayern– le trajo muchos dolores de cabeza. ¿La muestra? El propio Beckenbauer, a su llegada, se mostró crítico: “Al final seremos como el Barcelona. Nadie nos querrá ver. Estos jugadores se pasarán el balón hasta la línea de gol”. Su opinión, posteriormente, cambió. Pero costó tanto…


Tanto que, a pocas horas de que se celebre el derbi de Manchester, no han cesado las críticas a su estilo. El propio Matthäus, ex del Bayern, la semana pasada, aprovechó para ensalzar a Ancelotti –lo hará hasta que pierda, es costumbre alemana- y desprestigiar a Pep: “Con él siempre he tenido la sensación de que quería mostrar a los equipos rivales que podía reinventar el fútbol”. Pero no ha sido el único. El exportero del Manchester United, Peter Schmeichel, ha hecho lo propio: “El Bayern antes era muy directo. Ganaron el triplete y era emocionante verlos. Guardiola los hizo aburridos, aunque no pueden discutirse sus resultados”.


SU DESENCUENTRO CON DETERMINADOS JUGADORES


Un entrenador –como un jefe o un directivo– tiene que elegir a sus empleados, y esas decisiones no siempre gustan a todos. Y Guardiola, en ese proceso, ha ido dejando a algunos jugadores al margen, con lo que eso implica. El último afectado –y antiguo– ha sido Touré, al que ha dejado fuera de la lista de inscritos a la Champions League. Suficiente motivo para que su representante, Dimitri Seluk, lo atacara la semana pasada: “Es la decisión de Pep y hay que respetarla. Si el Manchester City gana la Champions League entonces viajaré a Londres y diré ante las cámaras de televisión que es el mejor entrenador del mundo. Pero si no gana, entonces espero que tenga huevos de decir que se equivocó al humillar a Yaya”.

Yayá Touré se queja de una falta.

Yayá Touré se queja de una falta. Phil Noble REUTERS


A él se le han sumado varios en este principio de temporada. Desde Múnich, Ribéry lo atacó nada más comenzar el curso: “Guardiola es un entrenador joven, pero carece de experiencia. A veces habla demasiado, el fútbol es más simple”. Y lo mismo hizo Dante, que luego se retractó: “Hay entrenadores que desde el punto de vista táctico son de clase mundial, pero humanamente no son tan buenos”. Y, cómo no podía ser de otra forma, a todos estos se les sumó Mino Raiola, representante de Ibra, que siempre que puede aprovecha para hablar de él desde que su jugador tuvo que salir del Barcelona: “No odio a Pep, pero no me gusta como persona. Su juego me parece aburrido”.


SU ANTAGONISMO CON MOURINHO


Guardiola, por lo que representa, haga lo que haga, no podrá contentar a todos. Él es el Barça y la Masía. Es el antagonista de Mourinho, el 5-0 en el Clásico, el entrenador del sextete y el hombre que ha conseguido llevar a lo más alto al conjunto culé. Y eso, en Madrid, no es soportable. Y no lo es porque esto es fútbol y hay rivalidad –siempre sana, obviamente-. Así de simple. Y cualquier aficionado está en su derecho de que no le caiga bien Pep. O Raúl. O el propio Mourinho, del que se podría hacer un artículo similar. O, si quieren, Simeone, por poner el ejemplo de otro club. Y no pasa nada.


POR SU INDEPENDENTISMO


Guardiola no es sólo un entrenador de fútbol, sino que también es parte activa del movimiento que promueve el referéndum en Cataluña. De hecho, el técnico del Mancheter City cerró la candidatura independentista formada por Artur Mas y Oriol Junqueras en las últimas elecciones con Junts pel sí y este viernes pidió de nuevo poder votar. De ahí que hace dos años recibiera críticas incluso desde la política, como la del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, que llegó a cuestionar su pasado como jugador de la selección española: “No debía ser precisamente por interés patriótico, sino seguramente crematístico, porque de algunas personas ya sabíamos que el Dios que tienen es el dios dinero”.


LA ENVIDIA


Este argumento, obviamente, bebe de la subjetividad, pero su gran número de títulos (21, por 10 de Mourinho, al que se enfrenta este sábado) es innegable que lleva a la envidia –no de todos, pero sí de unos pocos–, como parece inherente al ser humano. Así lo reconocía Fernando Alonso en una entrevista con El Mundo: “Ahora noto más cariño que antes, quizás porque somos un país exagerado y tendente a la envidia si las cosas te van demasiado bien. Sería mejor un término medio. Es curioso, porque caigo mejor ahora que cuando ganaba”. ¿Ocurre lo mismo con Guardiola? Júzguenlo ustedes. En cualquier caso, sería recomendable apartar las filias y las fobias de cada uno y disfrutar, simplemente, del fútbol. La riqueza que tanto Pep como Mourinho aportan a este deporte debería ser suficiente para acabar con cualquier prejuicio. Y qué más da el resto.