Sergio Rico detiene la pelota.

Sergio Rico detiene la pelota. Reuters

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El muro del Sevilla se llama Sergio y se apellida Rico

Empata contra la Juventus en Turín y saca un punto de oro (0-0) con una magnífica actuación del portero. Higuaín la mandó al palo. 

14 septiembre, 2016 23:00

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No fue el mejor partido del día. De hecho, fue el único en el que no se marcaron goles. Y puede, quizás, que no fuera el más atractivo para el aficionado neutral. Sin embargo, si usted es del Sevilla, entonces estará contento. Y no es para menos. Al conjunto andaluz le sirve el empate ante la Juventus (0-0). Incluso, es oro. Y, además, como bloque, el conjunto de Sampaoli puede sacar muchas conclusiones tras este encuentro. Entre ellas, que las ideas del técnico argentino van calando poco a poco, que Sergio Rico está en su mejor momento y que la solidez heredada de la temporada pasada, esa que lo hizo fiable con Emery, sigue vigente. Y eso, a estas alturas, es suficiente [Resultado y estadísticas: 0-0].


Yendo al partido. No es fácil comparecer en Champions. Y mucho menos si es contra la Juventus y en su estadio. Pero el Sevilla, lejos de amedrentarse, lo hizo razonablemente bien. Resistió en la primera mitad. Sin excesos, metido en su campo y esperando atrás. Sí, sin tirar a puerta. Y sí, quizás sin jugar demasiado bien al fútbol. Pero, ¿alguien pide más? El empate, bendito en muchos encuentros, sirve cuando se trata de la fase de grupo de Champions y ante un rival de tamaña entidad. En estos casos es mejor pasar por precavido que por valiente. Mucho mejor ser cobarde con un punto en la maleta, que atrevido y con un zurrón de goles encajado.


Pero claro, al otro lado, la película era la contraria. Y la Juventus, con un centro del campo que no honra a su historia reciente, esa en la que Pirlo, Pogba y Marchisio formaban pareja, saltó al campo nada menos que con Khedira, Lemina y Asamoah. Es decir, con tres jugadores que sirven para la contención, pero, dicho de forma sutil, tienen problemas con la pelota en los pies. Y con ellos enarbolando el juego, sus esperanzas pasaron por un Higuaín que hace las veces de segunda punta, y un Dybala que tuvo hasta dos ocasiones para adelantar a los de Turín en el marcador en la primera mitad.


Pero ésta no es la mejor Juventus. No es, definitivamente, aquella que llegó a la final hace dos temporadas contra el Barcelona. Sigue sin perder solidez, pero su medular dista mucho de aquella. Y sin centrocampistas no se crea juego. Se puede reinar en Italia, tal y como hace, pero este equipo (y en estas fechas) no parece ser candidato para agarrar la Orejona y abrazarla hasta tocar la gloria. Pero, dicho lo anterior, no lo hizo porque se encontró a un gran Sergio Rico -eso también vale-, que consiguió sacar una manopla en el 91 para meterse un punto en la maleta camino de Sevilla.