Iago Aspas lucha por el balón con John Stones durante el partido.

Iago Aspas lucha por el balón con John Stones durante el partido. Juan Carlos Hidalgo Efe

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La nueva España saca petróleo de Wembley

La selección empata a dos milagrosamente en un partido que Inglaterra dominó con mucha autoridad hasta el minuto 70. La presión local inutilizó al mediocampo español, con una flojísima actuación de Thiago y Busquets. Aspas personalizó la remontada.

15 noviembre, 2016 23:04

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El partido se descompensó muy pronto, concretamente en el minuto 7, cuando Iñigo Martínez no llegó a un centro inglés desde la derecha, curvado y al hueco, y Reina cometió penalti a Vardy en el recorte subsiguiente de éste para marcar a placer. Azpilicueta, por suerte, había llegado a tiempo para cubrir la línea de gol y permitió al árbitro evitar una tarjeta roja tan temprana. (Menos excusa había tenido el colegiado para no expulsar a Vardy un minuto antes debido a una inaceptable entrada a Azpilicueta en el centro del campo). Lallana, el mejor del partido hasta su lesión a los 26 minutos, anotó el 1-0.

Inglaterra había salido al césped muy agresiva y sus hombres apretaron más arriba aún, casi en la frontal del área, tras el tanto. Asfixiaban con inteligencia el 4-5-1 (o 4-3-3, según los gustos) de Lopetegui y defendían con ardor hasta los saques de banda. El veloz Sterling, reemplazante de Lallana, amargaba la noche a Carvajal (activo, como siempre, en ataque). España, no obstante, dio su primer aviso al cuarto de hora por mediación de Vitolo: un recuerdo de su capacidad balompédica que desgraciadamente no tendría continuidad hasta los últimos minutos.

Naufragio colectivo

Aduriz se unía demasiado a la medular y apenas intervenía. Los ingleses ahogaban a Busquets (iracundo por desbordado) y Thiago era de nuevo irrelevante en el centro. A la media hora de partido, España no tenía autoridad colectiva y perdía en los duelos individuales. El centro del campo naufragaba entre camisetas blancas y la selección, sin circulación de balón, sufría como no había hecho desde la derrota contra Italia en junio. Era un milagro que las numerosas llegadas inglesas no generasen oportunidades más claras de gol. Para colmo, el árbitro rumano daba señales de poder perder el control del duelo en cualquier momento – sacó tres amarillas en los primeros 30 minutos de un amistoso.

La selección de Southgate no es Macedonia, y España pudo sentirse afortunada llegando al descanso con 1-0. En un escenario legendario y ante un equipo muy motivado, la ‘Roja’ conocía el sabor de la derrota (aunque fuese provisional) por primera vez desde la marcha de Del Bosque. Su sucesor, de pie en la banda, rezongaba disgustado. Mal broche para un buen inicio de mandato.

Vardy celebra su gol haciendo el mannequin.

Vardy celebra su gol haciendo el mannequin. ANDY RAIN

Nada más sacar de centro en el 46, Inglaterra se plantó en el área española con peligro tras una pérdida de balón. Lopetegui había introducido a Koke y al debutante Aspas por Mata y Vitolo, pero volvía a verse superada. Un par de minutos después Thiago volvió a recrearse en exceso una vez más, perdió otro balón y permitió un contraataque que finalizó en un cabezazo de Vardy, más rápido de nuevo que Iñigo Martínez. 2-0 y una perspectiva muy lúgubre.

Aspas había aportado dinamismo inmediatamente en ataque, pero España siguió mostrando una ineptitud pasmosa en la salida del balón y en el 50 Reina salvó el sonrojo contra un Walcott que se plantó en el punto de penalti. Ander Herrera (también debutante) entró por el pésimo Thiago instantes después, cuando Inglaterra era ese ciclón que todos esperan en un campeonato oficial y Wembley entero se divertía. La presión inglesa y sus transiciones rápidas eran impecables, impropias de una selección que hizo el ridículo en la Eurocopa. España pudo descontar en un disparo de Silva, que tardó en decidirse, pero solo Aspas prometía ilusión. En defensa, Lopetegui había enmendado su excéntrica apuesta inicial por Nacho de lateral y Azpilicueta de central, aunque el problema español era la salida de balón y Lingard (la sombra de Busquets) perdonó el tercero en el 62 tras otro fallo español.

Inesperada reacción

Quizá lo mejor era llegar al final y evitar un descalabro, pero a España cabe reconocerle que no dejó de luchar. Isco y Morata sustituyeron a Silva y Aduriz. La movilidad del ‘9’ madridista abrió huecos, pero la crisis era general: de actitud y de fuerza. De rapidez en la combinación y el desmarque.

A partir del 70, sin embargo, el equipo se asentó y empezó a llegar con algún disparo lejano de Koke o Morata, siempre con Aspas en la génesis de la jugada. A falta de un cuarto de hora, Nolito dio descanso a Busquets. España se había sacudido del agobio y a Inglaterra, que redujo una marcha, le bastaba con cerrarse y cortar los avances con faltas. Entonces llegó la maravillosa jugada de Aspas para mejorar las sensaciones de una derrota hasta entonces inapelable que enfriaba el entusiasmo y prevenía euforias prematuras. El magnífico empate de Isco en el último minuto, señal de esfuerzo y unión con el seleccionador, evitó la primera derrota de Lopetegui y alumbra el panorama para los próximos meses de descanso.

Faltaban en Wembley cinco titulares ‘intocables’ (además de Costa) y se trataba de un encuentro amistoso, pero la selección jugó un mal partido en Londres. La obra de arte de Aspas, el mejor español, marcó el camino de la reacción y endulza un compromiso poco luminoso con magnífico resultado. Siguiente partido (oficial), en marzo, contra Israel.