Los jugadores del Liverpool celebran un gol ante el Villarreal.

Los jugadores del Liverpool celebran un gol ante el Villarreal. REUTERS

Fútbol

El Liverpool evita el pleno español en Europa

Los de Klopp, que ganaron al Villarreal en Anfield (3-0), se jugarán el título ante el Sevilla, que venció al Shakhtar Donetsk (3-1) y llega así a su tercera final consecutiva.

5 mayo, 2016 23:36
David Palomo Daniel Calle

El pleno español tendrá que esperar. Al menos, esta vez. El Liverpool acabó con los sueños del Villarreal en Anfield con una contundente victoria (3-0). Y, por lo tanto, finalmente será el equipo de Jürgen Klopp el que se medirá al vigente campeón, al Sevilla, que sí consiguió acabar con su rival, el Shakhtar (3-1). Casi sin sufrir, mostrándose superior en todo momento, con dos goles de Gameiro y otro de Mariano, que puso la guinda al pastel en la segunda mitad para certificar que el conjunto andaluz volverá a estar por tercer año consecutivo en la final de la Europa League.

Si algo está claro a estas alturas es que no se puede dudar del Sevilla. Hay días que puede defraudar, otros que quizás no convenza, pero finalmente siempre vuelve. Sobre todo, si juega la Europa League, su competición y su diosa de un tiempo a esta parte. Si eso sucede, lo normal es que el Sánchez Pizjuán termine cantando el himno a capela y que la copa vea acercarse al equipo que más la amado en las últimas diez temporadas (dos UEFAS y dos Europa League).

Esa superioridad, consabida en Sevilla, acaba tornándose en seguridad. Una vez más, casi sin sufrir, el equipo de Unai Emery acabó con su contendiente. En este caso, con el Shakhtar, que plantó cara al principio, pero si diluyó como un azucarillo. Pero esta vez la culpa la tuvo Gameiro, autor de dos goles contra los ucranianos (28 en total esta temporada). Y, por último, Mariano, que apareció cuando nadie lo esperaba y quizás para realizar una tarea que no acostumbra a repetir muy a menudo. Allí se sacó un misil que fue a parar al palo izquierdo y dejó sentenciada la eliminatoria.

Ahora el Sevilla tendrá que batirse en duelo con el Liverpool, rival de enjundia, tradición e historia. Pero lo hará en su mejor momento en toda la temporada y el delantero francés enchufado en pos de apurar sus opciones para ir a la Eurocopa. Y así debería ser a poco que Deschamps se pase por el Sánchez Pizjuán para verlo y, sobre todo, para celebrar el buen momento de su pupilo. Igual suena atrevido, pero no contar con él ahora mismo debería ser considerado delito.

El Villarreal vuelve a quedarse a las puertas

Solo tuvo el Villarreal cinco minutos buenos en Anfield, los iniciales, con dos acercamientos a la portería de un Mignolet que pasó desapercibido durante todo el encuentro. Pero a los amarillos les iba a acompañar la mala suerte: en el minuto siete, un autogol de Bruno les puso ya por detrás y fue una losa difícil de superar.

No es que Anfield viviera una de esas grandes noches en las que parecen, con sus gritos, que son el jugador número 12. Pero el histórico estadio del Liverpool fue demasiado para un Villarreal al que le pudo la presión de verse por primera vez en una final europea. No fue tampoco a la cuarta, tras las semifinales de 2004, 2006 (Champions) y 2011. 

Aguantaron como pudo los de Marcelino, pero en el minuto 63 un gol de Sturridge, tras un desorden en la defensa castellonense, acababa con las opciones del Villarreal. El palo fue duro, y de eso no se recuperó. Si quedaba alguna opción, Víctor Ruíz no pensó en ella y dejó al Villarreal con 10 los últimos veinte minutos. Ya con uno menos, el Submarino apenas inquietó a Mignolet y tuvo que asistir, casi anestesiado, al tercer gol, el que Lallana se encontró y el que llevó el delirio a Anfield.

Quince años después, vuelve el Liverpool a una final. La última fue ante el Deportivo Alavés, en aquél cruel duelo que se decidió por un gol de oro de Geli en propia puerta en el minuto 117. Aquello fue en Dortmund, ciudad con la que se asimila a Jürgen Klopp, entrenador que ha cambiado el rumbo de este Liverpool que tendrá en Basilea la opción de dar un título a los reds y, además, acabar con el monopolio español.