La derrota del Barcelona en San Sebastián, esos murmullos de "hay Liga" que la acompañan: no son sino otra provocación. Como los tuits de Piqué. Un despiste. Bastante le ha costado al Real Madrid colocarse donde se encuentra: con todo perdido, pendiente ya sólo de la presunta catarsis de una remontada en el Bernabéu. Ha sido un trabajo cuidadoso. Segundos después de que terminara el partido de Alemania, empezó a circular por las radios que se había activado el "protocolo de la remontada". En los pasillos del estadio, antes incluso de que alcanzara la rueda de prensa, ya se lo habían mencionado a Zidane: "La remontada empieza aquí, ¿verdad?". Pero el plan había comenzado mucho antes.

Cristiano Ronaldo hace una chilena contra el Eibar.

Cristiano Ronaldo hace una chilena contra el Eibar.

Por lo que se vio en el campo, el Madrid voló a Alemania a buscar una desventaja que recuperar luego en el Bernabéu. Y lo dejó todo dispuesto para un renacer europeo. Como para distraerse ahora con la Liga. Cuando para escapar del hundimiento se ha escogido la tragedia, no hay desvíos, ni vuelta atrás. Al Barcelona, algo así no le cae muy lejos. Cuando en 2014 murió Tito Vilanova, escogieron el duelo absoluto: el Tata Martino anunció que la Liga estaba perdida. Y por mucho que el Atleti se empeñara en tropezar, el Barcelona lo enmendaba enseguida. A tres jornadas del final, se dejó empatar por el Getafe en casa, y terminó el campeonato con una exhibición emocionante el último día. Con la Liga en su mano, prefirió empatar en el Camp Nou con el Atlético y cedérsela a Simeone.

En aquellos días, hasta Ancelotti tuvo el título al alcance; pero ya se había decidido que fuera para otros. La historia ya estaba contada. Como la del Madrid de estos días que, de tanto imaginar la resurrección, acabó remontándole al Eibar lo de Alemania, tres días antes de lo necesario. Su partido del sábado empezó en el minuto 75 del encuentro del martes contra el Wolfsburgo: en medio tiempo ya se había puesto 3-0. Lo hizo como se hacen esas cosas europeas: de manera intermitente y caótica, sin tener el mando, y siempre al borde del precipicio de un gol en contra. Sólo faltó que fuera de noche. Y que fuera martes.

Aquí entra la provocación del gambito del Barcelona en San Sebastián. Si se repasa bien la semana, seguro que aparecerán ya rastros del anuncio de la maldición de Anoeta tan pronto como el lunes pasado. Ahora flotan el "hay Liga", y la trifulca en Twitter de Arbeloa y Piqué por las tildes. Cuando el Wolfsburgo llegue al Bernabéu, se dudará si el Madrid debe remontar dos goles o dos zascas.