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. Reuters

El diabólico envés del empleo de entrenador del Real Madrid está contenido, también, en el muslo izquierdo de Benzema. Ahí se ha querido ver estos días un refugio para Benítez, después de que pareciera que la tormenta por el empate en el Calderón ya se lo llevaba. Ha corrido que la lesión venía a ser un respaldo de su costumbre de sacarle a él del campo en lugar de a Cristiano. Con Francia se lesionó en el minuto 81, un momento que está acostumbrado a ver desde el banquillo del Madrid. Pues al final va a tener razón, se dice. Pero se ha quedado sin delantero: éste es el tipo de consuelo pírrico al alcance de un técnico madridista.

El entrenador de fútbol es un tipo al que se abandona en una cabaña en mitad de la tundra, cuando el sol aún templa. Que las reservas de leña son escasas lo sabe desde el principio. Pero, en aquellos días de flashes y abrazos, qué puede salir mal. Luego llega el invierno, se agotan los troncos y se queman los muebles, las puertas, las paredes: el calendario, los árbitros, los topos del vestuario. Si al asomar la primavera el tipo sigue vivo, tiene la oportunidad de hacer acopio para otro invierno. Algún jugador. Algún título.

Sin embargo, la cabaña ya no es la del primer día. Hay sillas, mesas, puertas que no volverán. Ningún verano es como el primero para un entrenador del Madrid. "La Décima me aseguró sólo un año más", ha contado Ancelotti hace poco. A Mourinho, que ha vivido en la misma cabaña, el mobiliario suele alcanzarle para tres años. Y no siempre. Estamos a comienzo de otoño y en el Chelsea ya ha calcinado a una doctora, los jugadores, parte de la directiva, los árbitros y la prensa. Con los restos, ha atrancado la puerta por dentro: "Si me despiden, el Chelsea estará renunciando al mejor entrenador en la historia de este club".

Seguramente tiene razón. Como quizá la tenía Benítez, si es cierto que a Benzema lo quitaba para protegerlo de una lesión que sus cálculos pronosticaban después de 80 minutos jugando. Eso puede acrecentar su leyenda de escrutador de hojas de Excel, pero está por ver cómo arde eso. Tendrá razón, pero Benzema, tres partidos de baja, seguirá siendo el único que tiró a puerta en el derbi. Tampoco Cristiano. Y el invierno se acerca.