Llull ante Wilbekin en el segundo partido.

Llull ante Wilbekin en el segundo partido. Euroleague

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El Darussafaka gana el segundo partido a un Real Madrid sobrepasado por la Llulldependencia

Los turcos dieron el golpe sobre la mesa con el que amagaron en el primer partido ante un conjunto blanco que dependió demasiado de su líder. La serie se traslada empatada a Estambul y envuelta en la incertidumbre (80-84).

21 abril, 2017 23:29
Madrid

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El Real Madrid jugó con fuego en el primer partido y no se quemó, pero rozó el peligro hasta límites insospechados. Sin embargo, los hombres de Laso no aprendieron la lección de los errores que a punto estuvieron de causarles un alarmante susto. Los repitieron y, esta vez, no hubo clemencia para el campeón de la fase regular de la Euroliga. El Darussafaka fue mucho más que 16 puntos de Sergio Llull en el tercer cuarto. Esta victoria turca en Madrid complica y mucho la eliminatoria. No sólo por la solidez del equipo de David Blatt también en la segunda fecha de los playoffs, sino por el escenario de los dos próximos partidos: Estambul [Narración y estadísticas: 80-84].

Allí donde el Madrid se encontrará con un pabellón absolutamente entregado a la causa del Darussafaka y con tres ogros, por si alguien lo dudaba, de dimensiones considerables: Brad Wanamaker, Scottie Wilbekin y Will Clyburn. Estos son los grandes pilares de un equipo inmisericorde tanto en ataque como en defensa. Uno que, cuando huele la sangre, no duda en entrar a matar. Con la tremenda adición de Ante Zizic bajo tableros, en una de esas actuaciones individuales que valen todo un doctorado baloncestístico, los visitantes siempre llevaron el partido al terreno deseado por su mente y su corazón.

Porque el conjunto turco jugó con cabeza, pero también con mucha rabia. No era fácil sobreponerse a una candidatura al MVP de la Euroliga tan rotunda como la de Llull nada más volver del descanso. Con cinco triples prácticamente consecutivos y ese estado de trance tan habitual en el menorquín, el partido parecía blanquearse inevitablemente: de nueve de máxima turca a siete de los locales. Pero no fue así. Porque Llull, con cuatro puntos en la primera mitad y tan sólo dos tras su exhibición del tercer acto, es humano. Y necesita de otros para que su trabajo individual llegue a buen puerto. Por eso el baloncesto es un deporte de equipo. Por eso el Madrid naufragó este viernes.

Se necesita mucho más que una exhibición descollante de tu líder para acabar con un equipo como este Darussafaka. Hace tiempo que eso de “es el primero contra el octavo” perdió todo su sentido. Esto va de señores equipos europeos, unos contra otros, ya sin importar quién quedó mejor o peor en la fase previa. Que se lo digan al Panathinaikos, incapaz de ganar los dos primeros partidos de su serie contra el Fenerbahçe… ¡en casa! O al Olympiacos, que también se va a Turquía con un 1-1 al perder el segundo duelo contra el Efes. ¿Exceso de confianza? Puede que sí. ¿Un jugador franquicia demasiado solo? También. Gustavo Ayón fue el segundo y último jugador del Real Madrid en sobrepasar las dobles figuras en anotación.

¿Que hubo buenos momentos de los secundarios? Sí, pero demasiado pronto y también demasiado tarde. Los minutos de notable de Taylor, Hunter y Thompkins murieron presa de la fugacidad. A Randolph se le volvió a ver muy poco (y es en este tipo de partidos en los que más necesita ser visto) y el efecto microondas de Carroll se quedó en mechero y gracias. Hasta los tiros libres fueron un maldito quebradero de cabeza. Las lágrimas de impotencia de Doncic (otro al que también se echa mucho en falta, pero que, no olvidemos, es un niño) valen más que mil palabras para describir un sorpasso ni mucho menos inesperado: el Darussafaka olía a peligro, a desconfianza, desde el minuto uno.

Seguro que el Madrid no quería llegar a esta situación, ya inevitable: jugarse la Euroliga, casi toda ella, en el infierno turco. Ahora y casi con total seguridad en una hipotética Final Four (semifinal contra Fenerbahçe a un 90%). Pero, también hay que decirlo, el Real Madrid es el Real Madrid por haberle dado la vuelta a situaciones de este corte antes, ahora y en el futuro. Sus jugadores sabían a lo que venían a este club. Y deberán seguir demostrándolo el miércoles y el viernes próximos.