Sergio Llull intenta anotar ante el Galatasaray.

Sergio Llull intenta anotar ante el Galatasaray. Javier Lizón EFE

Euroleague EUROLIGA

El Madrid sobrevive al rapto del colista turco sin defensa

Victoria sufrida y sin un gran concurso atrás ante el Galatasaray, con Llull, Rudy y Doncic a pleno pulmón (90-81).

3 noviembre, 2016 22:59

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En esta Euroliga del todos contra todos, no hay enemigo pequeño. De ninguna manera. Que se lo digan al Unics Kazan, que ganó a todo un vigente subcampeón de Europa como el Fenerbahçe en Estambul. O, precisamente, a otro equipo turco, el Galatasaray, colista de la liga continental pero campeón en liza de la Eurocup. Bien lo demostró en Madrid, jugando con el cuchillo en los dientes minuto sí y minuto también… hasta que Llull y Rudy dieron rienda suelta a su show habitual, bien secundados por Doncic. Los tres salvaron un partido trampa que a punto estuvo de tirar por la borda la pobre defensa de los hombres de Laso, recuperada muy a última hora (Narración y estadísticas: 90-81).

La enésima exhibición del base-escolta de Mahón ya no sorprende nada. Ni a nadie, porque es imposible no enamorarse de este jugador de baloncesto, seas del equipo que seas. Como entre en trance, sólo cabe mirar y disfrutar. Y lo hizo. Un triple por aquí, otro por allá y los turcos empezaron a marearse. Había que intentar ponerse a la altura del visitante Micov, con cuatro 'bingos' en una primera parte de la que se apoderó en demasía.

Llull ya había amagado con usurparle el protagonismo en los 20 primeros minutos, pero no fue hasta bien entrada la segunda parte cuando se puso el disfraz de 'Mister Increíble': 13 puntos en el tercer cuarto, 23 a la hora del bocinazo. A su vera, un aprendiz de armas tomar: Luka Doncic. Al chaval le han dado alas para volar y vaya si lo hace. Unas cuantas asistencias de libro para los hombres altos, un mate con sello NBA y algún que otro triple desatascador le hacen un digno alumno del maestro Llull. Algo cambia cuando el joven esloveno sale a la cancha, y casi siempre para bien.

Otro que no se arruga ante marejadas de enjundia es Rudy Fernández. Sus puntos, también valiosos, sirvieron para que el Madrid empezase a ver la luz al final del túnel en el último cuarto. Uno en el que le había metido la continua zozobra de su defensa, un tanto irregular últimamente. Se notó en la zona, con Tyus campando a sus anchas durante unos cuantos minutos. Las muñecas de Preldzic y Dentmon hicieron el resto. Y, en momentos puntuales, también aparecieron Schilb, Thompson y Güler. Sin duda, el juego del Galatasaray no fue para nada acorde a su hasta ahora clasificación europea.

No obstante, a última hora la mayor calidad individual de los jugadores del Madrid salió a relucir. Gustavo Ayón también brilló en los compases finales y la dupla Randolph-Hunter se hizo fuerte en la parcela reboteadora. Así, fue más fácil asegurar el triunfo. Una vez más, cuando parecía que el Madrid no llegaría a sus habituales 90 puntos de promedio, acabó haciéndolo. Qué difícil es parar una máquina ofensiva tan bien engrasada como la de los blancos.

Porque fue el ataque lo que realmente salvó a los locales de la segunda derrota europea consecutiva ante su público. Aunque la defensa acabó resultando valiosa a la hora de la verdad, Laso no se irá a dormir satisfecho esta noche. Y menos con el Barça (ACB) y el CSKA de Moscú (Euroliga) como próximos rivales en el horizonte. Porque la velocidad de crucero delante puede no ser garantía de nada sin idénticas prestaciones atrás. Lo demostró el Baskonia y bien pudo hacerlo el Galatasaray. Por mucho que el Madrid acabase sobreviviendo a su trampa.