Sergio Llull durante el Real Madrid-UCAM Murcia.

Sergio Llull durante el Real Madrid-UCAM Murcia. Á. Martínez ACB Photo

ACB Liga Endesa

Llull y Doncic le chafan la sorpresa al UCAM Murcia

El jugador franquicia y la joven promesa del Madrid anotan 36 puntos entre sí (23 del menorquín y 13 del esloveno) para someter a unos visitantes muy peleones (93-86).

16 octubre, 2016 20:30
Madrid

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La ACB ya había tenido “Stranger Things” de sobra esta jornada. Eso debieron pensar en el Real Madrid antes de medirse al UCAM Murcia este domingo. Con la victoria del Bilbao Basket ante el Barça y la nueva exhibición de un sólido Iberostar Tenerife, ambos invictos en esta Liga Endesa, el cupo de lo paranormal ya estaba cubierto. Los hombres de Pablo Laso preferían algo más parecido a “Juego de Tronos” e impusieron el suyo, todavía vigente en la Liga Endesa, frente a un UCAM Murcia irreverente hasta el final (93-86: narración y estadísticas).

Si uno se para a pensarlo, este Madrid podría protagonizar una buena serie. Tiene a Sergio Llull, un asesino en serie de categoría, como Dexter. En cuanto huele la sangre, aparece para dejar sin argumentos al rival. ¡A ver quién le para cuando entra en trance anotador! Porque, sí, el menorquín mantuvo su estado de gracia por enésimo partido consecutivo. Todavía no se le conoce un momento bajo en lo que va de curso. Todo son altos.

También hay un Tony Soprano en el equipo blanco. Es Anthony Randolph, uno de esos jugadores que sacan el arsenal primero y preguntan después. El interior estadounidense cada vez se va encontrando más cómodo en el sistema de su nuevo equipo. No sólo en ataque, con un acierto interesante tanto en el tiro de dos como en el de tres. En defensa, sus rebotes y tapones sólo confirman sus cada vez mejores sensaciones.

La verdad es que Randolph no está nada mal acompañado por dentro: Gustavo Ayón (Pablo Escobar en nuestro tono seriéfilo), Felipe Reyes (el Antonio Alcántara del grupo) y Othello Hunter (balones a Will si está bien, desde luego). Cuando la pintura del Madrid tiene el día, al rival le cuesta prosperar. Por mucho que tenga en sus filas a Chicho Terremoto.

A Campazzo se le esperaba como líder murciano, y no defraudó. Interpretó el “¡Tres puntos, colega!” a la perfección. Como Benite, para variar. De perro de presa en la zona, cual Bobby particular (así se llamaba el can que volvía loco a Terremoto), Marcos Delía. Con este tridente en buena sintonía, el UCAM aguantó el envite hasta el último cuarto.

Luka Doncic intenta pasar el balón ante Delía y Rojas.

Luka Doncic intenta pasar el balón ante Delía y Rojas. Kiko Huesca EFE

Entonces, como en el segundo periodo, fue el momento de Luka Doncic. Tiene cara de no haber roto un plato en su vida, como si de un personaje de “Aquellos maravillosos años” se tratase, pero ojito con él. Detrás de esa fachada de niño bien, se esconde todo un peligro baloncestístico. Las cosas no siempre son lo que parecen, como ya dejaba claro el profesor de Química reconvertido en narcotraficante de “Breaking Bad”. Aunque Doncic se parece más a MacGyver. Da igual en qué posición juegue y en qué faceta del juego deba destacar en cada momento: tiene recursos y soluciones para todo.

Pero un puntito de malote encubierto a lo Walter White sí atesora, sí. Tiene un buen maestro en “Dexter” Llull, desde luego. Es ese carácter asesino el que tiene que salir a relucir cuando el balón y el contrario más queman. Y el de Doncic lo hizo, vaya que sí. También el de Rudy Fernández, otro que engaña. Parece salido de “Melrose Place”, pero a la hora de la verdad tiene más sangre fría que Ray Donovan. Había que parar la reacción visitante, liderada por un Faverani dispuesto a aprovecharse de sus pintas de tipo duro de “The Wire”, resucitado pero sin ser un zombi de "The Walking Dead".

Al final, la lógica imperó. Todavía es pronto para saber si el Madrid dará pie a una serie o temporada de culto, pero por alicientes no será. Con tanto protagonista y secundario de lujo juntos, el guión promete. Habrá que ver si la trama sigue tan interesante en próximos capítulos. Hay acción, diversión y suspense de sobra como para engancharse a lo que nos cuentan estos chicos jornada tras jornada, desde luego.