Los periodistas vivimos en un mundo paralelo al del común de los mortales. Absortos o embobados -de todo hay- en nuestra presunta inteligencia, nos llegamos a creer nuestras propias construcciones mediáticas. Así, damos por hecho que Susana Díaz es la mejor política de la historia, aseguramos que el Brexit es una locura irrealizable o comentamos con total certeza que Trump no puede ganar las elecciones en Estados Unidos. Así nos luce el pelo, claro, por dedicarnos a hacer pronósticos, cual adictos al tarot o la bola de cristal, en vez de limitarnos a contar los hechos con honestidad y opinar sobre ellos con mesura.

Viene esta reflexión a cuento de todas las tonterías que se han dicho y escrito en las últimas semanas acerca de los jugadores del Málaga. Que si no iban a darlo todo porque les entrena un madridista como Míchel. Que si iban a matarse en el campo por las presuntas primas que podrían cobrar. Y un largo etcétera. Fuegos de artificio para vender burras al respetable. El Madrid venció con autoridad en La Rosaleda porque está en un gran momento de forma. Los merengues son los justos ganadores de la Liga porque han sido mejores que todos sus rivales.

Como ejemplo, el Barça fue derrotado precisamente en Málaga porque los jugadores no estuvieron al nivel exigible. Algo que se ha repetido durante toda esta temporada en los partidos más importantes, con las honrosas excepciones, eso sí, de la gran victoria en el Bernabéu y la remontada ante el PSG. El partido frente al Éibar es una síntesis perfecta de la temporada de los azulgrana: un equipo demasiado previsible en ataque y frágil en defensa, vago en el esfuerzo, como cansado de correr y confiado en sus propias virtudes, que son muchas pero no suficientes; con un Luis Enrique experimentando demasiado, un Suárez sin puntería, un Neymar que solo funciona a destellos, un Alba surrealista como el penalti que rascó este domingo, unos centrales fallones y un Messi siempre espectacular pero que necesita más ayuda de los mortales que le rodean para ganar títulos. 

Tan fáctico es admitir que el Madrid es justo vencedor de la Liga como innegable es admitir que su victoria ha sido la más gris de los últimos años. Y el responsable se llama Pedro Sánchez. Hace exactamente dos años y cuatro días, cuando el Barça ganó la Liga, el flamante nuevo secretario general del PSOE confirmó en Twitter que era seguidor del Atlético de Madrid. No hay motivo para pensar que en esto el socialista también haya cambiado de chaqueta, porque uno puede virar de liberal a progresista o de la corbata a la camisa de cuadros, pero nunca puede cambiar sus sentimientos futbolísticos. Este domingo, el colchonero no solo se vengó de quienes le decapitaron en el Comité Federal del PSOE y de todos aquellos que le han ninguneado tanto por tan diversos motivos, sino que también se vengó del madridismo con una proeza que eclipsó por completo la Liga que ganó el Real Madrid.

La arrolladora victoria de Sánchez frente a Susana Díaz fue tan sorprendente que en España no se habló de otra cosa entre las 20.30 y las 23 horas. La tele, Twitter y hasta los grupos de Whatsapp ardían con el inesperado desenlace de las primarias del PSOE. Parecía que el Madrid no había ganado la Liga. Los aficionados al Atleti se consolaban viendo al colchonero Pedro rozagante en Ferraz. Nunca una Liga ha quedado tan eclipsada un domingo.

También hay que tener en cuenta, para qué negarlo si nada le debemos a Tebas, que realmente el campeonato nacional ya no le interesa demasiado al personal, debido a que ahora la Champions League es la competición que realmente importa. Si le preguntas a cualquier aficionado quién ha ganado las cinco últimas Ligas, tal vez recuerde un par de ellas. Si le preguntas por quién ha ganado las cinco últimas Champions, el mismo aficionado lo recordará con toda seguridad y hasta recitará las ciudades donde se han jugado las finales.

En el fútbol, un deporte tan pasional, la memoria es decisiva. Porque lo cierto es que, les guste o no a los madridistas, si el Madrid gana en Cardiff la temporada será histórica, pero si pierde solo se recordará su derrota. Así las cosas, los culés hemos perdido la Liga, sí, pero todavía tenemos esperanza para salvar la temporada. Tras la venganza de Pedro Sánchez, nos queda la vendetta de la Juve.