Di María, al final del partido en Bolivia.

Di María, al final del partido en Bolivia. Martin Alipaz Efe

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Sancionado Messi, Argentina piensa en Sampaoli para clasificarse al Mundial

La derrota contra Bolivia en el primero de los cuatro partidos de sanción a Messi desata la preocupación en la potencia conosureña, quinta a falta de sólo cuatro jornadas. Inalcanzable por ahora Simeone, el entrenador del Sevilla ya ha sido contactado.

30 marzo, 2017 01:57

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Hace un año, cuando Brasil estaba fuera de los puestos que darán derecho a participar en el Mundial 2018 y el gigante sudamericano rumiaba todavía la humillación de Alemania en las semifinales del Mundial 2014, Argentina vivía su propio proceso de recuperación tras perder la Copa América 2015 (contra el Chile de Jorge Sampaoli) y ponía sus esperanzas en la Copa América Centenario 2016. La albiceleste perdió también esa final, contra el mismo rival, y Leo Messi dejó la selección. Regresó después por aclamación popular y se encontró con que el discutido Gerardo Martino había sido sustituido por Edgardo Bauza, un técnico sin demasiado tirón popular, pero considerado idóneo para mantener la casa en orden y encarrilar una clasificación apacible al último Mundial en el que el mejor jugador del mundo estará en condiciones físicas idóneas para conseguir su último sueño: un gran título con su equipo nacional.

En estos doce meses, la herida Brasil se ha recuperado hasta liderar con suficiencia insultante la ronda clasificatoria más disputada del planeta, con selecciones que obtendrían su pase en otros continentes pero se quedan fuera por la escasez de plazas disponibles: cuatro (más uno de repesca). Argentina, en cambio, está quinta, en puesto de repechaje, y el país lloró amargamente este miércoles la derrota en Bolivia en el primero de los cuatro partidos de sanción decretados a Leo Messi por sus insultos al juez de línea tras finalizar el partido contra Chile del pasado jueves. Los diarios volcaron su acidez con el plantel nacional y apenas salvaron a Di María en un encuentro paupérrimo celebrado con el condicionante de los 3.300 metros de altura de la capital boliviana, La Paz.

El castigo a Messi, que ha provocado una ola de quejas por presunta animadversión de la FIFA, supone un serio problema para una selección que coquetea con el desastre desde el principio de las eliminatorias (6 partidos ganados, 4 empatados y 4 perdidos). Las extendidas suspicacias sobre Bauza se han convertido en un torrente de peticiones que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), envuelta en una tupida maraña de corruptelas y vacío de poder desde la muerte del 'capo' Julio Grondona en 2015, contrate un entrenador de prestigio que sepa coordinar el desbordante talento de una selección con un endémico problema de falta de conjunción y cierto desequilibrio entre las diferentes líneas: el ataque es sistemáticamente más capaz que la defensa y el mediocampo de contención.

"Basta de los amigos en la selección"

Distintos referentes apuntaron su fusil contra el seleccionador Bauza tras la caída en Bolivia. El presentador Alejandro Fantino afirmó en televisión que "Bauza hace de la paranoia una bandera". "Decís que nos pusieron algo raro y lo raro es el equipo que pusiste en La Paz", continuó; "y que hayas puesto a Lavezzi, que hace 9 meses que no juega y que sólo le ceba mates a Messi".

El diario La Nación, por su parte, habló de "golpe durísimo que nuevamente puso en riesgo la clasificación a Rusia. Bauza dejó de nuevo un imagen lejos de la ideal, los jugadores se mostraron desorientados". Y avisó: "Argentina está en zona de repechaje y volverá a jugar el 31 de agosto, ante Uruguay, en el Centenario" (duelo de fortísima rivalidad rioplatense). Campeones del mundo como Daniel Bertoni, integrante de la selección de 1978, también intervinieron para repetir una vieja cantinela de la afición argentina: "Basta de los amigos en la Selección". "Para mí Bauza no está armando el equipo", remató Bertoni; "hoy no se gana por tradición".

Contactos con Sampaoli

La AFA, que acaba de elegir presidente a Claudio Tapia, mantiene contactos discretos con el entrenador argentino del Sevilla a través de Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors, que mantiene buena relación con la directiva del club andaluz. La cláusula de salida del 'zurdo' Sampaoli, que vive su momento más duro en España después de firmar dos magníficos tercios de temporada, es de 1,5 millones de euros (un presupuesto alto para una federación no sobrada de fondos). Hubo una conversación ya la semana pasada, después de la deslucida (y hasta injusta) victoria de la selección chilena por 1-0 de penalti. [Justo tras el pitido final es cuando Messi abordó al linier en la acción que le ha costado la suspensión].

Messi, dirigiéndose a los árbitros tras el partido ante Chile.

Messi, dirigiéndose a los árbitros tras el partido ante Chile. Efe

La afición argentina maneja tres nombres para inyectar ilusión a su selección: el 'Cholo' Simeone, Sampaoli y Marcelo Gallardo, técnico de River Plate. El técnico del Atlético de Madrid pareció acercarse tras amagar hace meses con acortar su contrato con el club colchonero. La amistad con el presidente Macri parecía ser otro factor influyente. Pero el propio Simeone enfrió los ánimos de la hinchada al afirmar hace algunas semanas: "Siempre digo lo mismo. Dentro de mis ideas, me gustaría mucho dirigir a la selección. Pero está claro que hoy no veo esa situación [...] Me gusta estar todo el día en el campo, ahí trabajando, compitiendo, y la selección no te da eso. El tiempo entre Copa América y el Mundial es largo, aunque no voy a negar que cuando escucho el himno argentino en alguna de las competencias, esa sensación de estar ahí aparece”, explicó.

El director técnico del Sevilla, santafecino como Messi, tiene como sueño máximo entrenar al '10' argentino y es el principal candidato factible para dar un impulso al banquillo conosureño, con Gallardo como tercero en discordia si no hubiese otra opción y los próximos partidos, en agosto, precipitasen una situación de auténtica urgencia. Bauza está acostumbrado a manejar situaciones complejas y ya tuvo suficiente mano izquierda tras el amago de retirada de Messi, a quien en principio pensaban seguir otras estrellas como Agüero, Mascherano o Di María. Siempre ha tenido muy claro, no obstante, que llegó por descarte a la selección, que no tiene apoyos sólidos y que nunca fue el candidato favorito. Sólo los resultados podían avalarle. 

Pero estos no han llegado y las redes sociales arden con la albiceleste. “No entendemos la sanción a Messi", afirmó Bauza tras perder en Bolivia; "nos extraña el poco tiempo que nos dieron para hacer el descargo, apenas media hora”. Su continuidad fue objeto de numerosas preguntas en rueda de prensa. “A mí no me tuerce nada ni nadie. Ni siquiera lo que dicen. Estamos fuertes para seguir”, replicó 'el Patón'.

La intervención de Bilardo

La actualidad deportiva gira sobre los presuntos contactos entre la AFA y Sampaoli, el hombre que sacó a Chile de la insignificancia balompédica. El técnico de Casilda tiene también sus detractores, por supuesto, en un país donde el fútbol adquiere una importancia desmedida. Carlos Bilardo, el seleccionador campeón en México 1986, exentrenador a su vez del Sevilla, afirmó este martes en radio Rivadavia que "Sampaoli no vale como entrenador ni como persona [...] Sólo es amigo de dos o tres periodistas chilenos que le dieron manija". "Si Sampaoli viene a Argentina, me voy a Uruguay en barco", dijo.

Sólo hay una cosa clara: la afición no quiere a Bauza, y una derrota en agosto decretaría su salida fulminante si por aquel entonces sigue en el cargo. Argentina, mientras tanto, vive en repesca (como otras veces en el pasado) y al filo del precipicio. Un Mundial sin Messi en su última oportunidad para ganarlo en plena forma sería un golpe demoledor para un país obsesionado con la pelota que, con permiso de Pelé, ha dado los mayores genios de la historia del fútbol. Inalcanzable Simeone por ahora, el enfoque bielsista de Sampaoli emerge en el horizonte como solución para un equipo histórico que lleva años sin un patrón definido de juego ni una continuidad de resultados.