Parece ser, a tenor de lo visto este domingo ante el Betis, que el Madrid también puede jugar francamente mal sin la BBC, pero esto no es algo que ustedes vayan a escuchar en la radio o la televisión, no es algo que ustedes vayan a leer en alguna crónica del partido. La prensa deportiva en pleno lleva semanas y semanas dando la matraca con las pésimas prestaciones de Bale, Benzema y Cristiano, en agudo contraste con el empaque que muestra el equipo cuando falta alguno de los tres. Este domingo se cayeron del once inicial las dos Bs (una de ellas por sanción y otra por decisión técnica) dejando huérfana a la C, y aun así el equipo jugó uno de los peores partidos que se le recuerdan. Parte importante de la prensa española, que linda la xenofobia en su modo de exigir la presencia de españoles en el once del Madrid, no comentará que sus protegidos (por lo demás espléndidos jugadores y no hay ironía alguna: Isco, Morata, etc.) facturaron un encuentro que rayó lo calamitoso. Va a ser que Zidane atraviesa problemas que trascienden la alineación o no alineación de sus tres máximas estrellas ofensivas, pero este hallazgo no rozará al comité de sabios de pandereta futbolera que sufrimos, o si les roza el descubrimiento les dejará como el viento a Juárez, que dicen en México.

Parece ser, continuando con la argumentación de la prensa deportiva que padecemos todos (pero sobre todo quienes tenemos alguna inclinación por el Real Madrid, pienso que legítima, aunque ya dudo), que el córner que posibilitó el gol de la victoria del Deportivo ante el Barça no era tal córner, y que este hecho es perfectamente equiparable a la toma de no menos de seis decisiones de valor gol absolutamente decisivas y erróneamente señaladas por el ya tristemente célebre Aytekin durante el Barça-PSG, a saber y sin que prácticamente ningún culé sea capaz de oponer a su contundencia poco más que un sarnoso “Os fastidiáis”: dos penaltis a favor inventados, dos penaltis indudables birlados al rival y dos expulsiones propias condonadas. Pero como hubo un córner erróneamente concedido ante el Dépor, queda demostrado que “unas veces se equivocan a tu favor y otras en contra”.

Un aytekin = un córner, igualdad que por supuesto da la razón a John Carlin en el artículo de El País donde, en su intento por insultar al madridismo, demostraba involuntariamente su alineación con quienes tapan la corrupción en el fútbol al minimizar por completo la trascendencia de la ristra de decisiones más sospechosas del fútbol de élite europeo en décadas. Pedir que se investigue eso es, al parecer, “envidia miserable”, algo de lo que probablemente también se acusó a los primeros que solicitaron que se abrieran pesquisas relativas a lo que después sería el Moggigate. Si una sola de las seis escandalosas decisiones de Aytekin hubiera sido de signo contrario, en el bombo del viernes estaría el PSG, pero esto tiene un peso similar al saque de esquina que acabó en el gol de Bergantiños. Parece ser, como parece ser también que alguien madridista no puede opinar de nada cuando juega el Barça, y que un madridista siempre opina cegado por su sesgo y nunca, nunca jamás, en aras de la justicia. Resulta que hay cientos de miles de zaragocistas, gunners y partidarios del Aboomoslem de Irán que opinan que lo de Aytekin fue un atraco -en el mejor de los casos solo deportivo- sin precedentes, pero como a ellos no les mueve la “envidia miserable” su opinión no es digna de insulto, si bien tampoco de ser tenida en cuenta.

Parece ser también que la no-expulsión de Keylor Navas este domingo no es igual sino muchísimo más grave que las (no menos de) seis decisiones erróneas y del mismo sesgo de Aytekin en el Barça-PSG. La cadena de igualdades y desigualdades es pues la siguiente en términos de gravedad: No expulsión de Keylor > Aytekin = córner a favor del Dépor. Resulta que Keylor Navas sale a despejar el balón, que las cámaras prueban que lo despeja y que la posición de su cuerpo en el lance deja clarísimo que su intención es la de despejar el balón de cabeza, pero opinar esto, que por lo demás las imágenes respaldan, es atentar contra el pensamiento único a partir del cual la no-expulsión de Keylor se convierte en gravísima canallada por obra del mantra, primero, y por extensión por obra del dogma de fe. Cuando opina ex cathedra, y eso es casi siempre, un periodista deportivo antimadridista (sea declarado o, lo que es peor, de los que operan en el solapamiento) nunca se equivoca.

Parece ser, como rúbrica final y a modo de resumen, que mientras el Barça es el ejército desarmado de un pueblo sojuzgado, y que como tal exige la secesión geopolítica mientras reclama la continuidad en las competiciones españolas, el Madrid acata su inevitable pertenencia geopolítica (pese a que le respetan infinitamente más en Panamá o Kuala Lumpur) mientras comienza a suspirar por su no continuidad en las competiciones españolas, organizadas por españoles, mediáticamente comentadas por españoles y televisivamente dirigidas por realizadores españoles que deciden con criterio puramente aytekiniano qué jugadas polémicas son dignas de repetición y cuáles no. Menos mal que Mourinho, que era el culpable de toda la animadversión que genera el Madrid, ya no anda por aquí. Lo que sí anda por aquí y andará siempre (no sabemos si miserablemente o no, John Carlin) es la envidia que despierta el Real Madrid -nuevo líder, por cierto- incluso entre quienes firman remontadas fraudulentas, o especialmente entre ellos.