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Adame paga con sangre su buena presentación en Las Ventas

Undécima de feria El mexicano fue corneado gravemente y cortó una oreja. Filiberto, herido en la mano, sólo mató uno también. Disposición de Juan de Castilla, que se quedó con cuatro novillos.

16 mayo, 2016 22:23

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El reluciente día de puente en Madrid atrajo a Las Ventas a una buena cantidad de gente. Más que a alguna de las corridas del inicio leve, sobre el papel, de este San Isidro. A los chavales les viene bien eso. Día perfecto para una novillada. Hubo incluso un ambiente menos riguroso, casi distendido, que en la primera novillada, confirmando que Madrid existe para atacar al bueno. El calor como morfina. Dentro, en los corrales, esperaba otra cosa. La contradicción hecha plaza.

La novillada de El Montecillo fue un cepo para los aspirantes. Exigente, seria y mansa: todos, excepto el exigente tercero, miraron a tablas o buscaron refugio en chiqueros. Los tres novilleros dieron la cara. Filiberto y Luis David Adame, que se presentaba, sólo pudieron matar uno. Juan de Castilla se quedó con cuatro.

Adame, mexicano, recibió una cornada en el gemelo. El novillo hizo por él y lo levantó. En el suelo lo volvió a enganchar atravesándole la pierna con todo el peso del cuerpo elevado sobre el pitón, que se hundió con dos trayectorias de 30 y 25 centímetros tanteando el peroné. Lo había esperado a portagayola y galleado por tapatías al caballo. Un quite por chicuelinas fue despacioso. La larga al segundo también.

Hasta el percance había estado cuajando al utrero. Tuvo clase cuando persiguió la muleta por el lado derecho 'Grabador'. Lo había cantado en el capote del subalterno. Tiró bien de la embestida el de Aguascalientes, templado desde la segunda tanda la exigente embestida. Algún derrote había lanzado ya antes el montecillo sin inmutarse el debutante. Luego cogió la izquierda. Herido aguantó en el ruedo. La sangre inundaba la zapatilla y el muchacho ni se miró. Lo fulminó a la primera. Paseó la oreja como si no llevara nada y entró a la enfermería sin aspavientos.

Juan de Castilla durante la faena a su segundo en la undécima de San Isidro.

Juan de Castilla durante la faena a su segundo en la undécima de San Isidro. Emilio Naranjo EFE

El murciano se encontró con un primero correoso, una prenda mansa que embistió a golpes, a oleadas. Brindó a su madre antes de la lucha. 'Garrafa' se sujetó una tanda. Podido, huyó a chiqueros. Ya lo hizo en el caballo, perdiendo el puyazo que lo parara.
Detrás de él se fue Filiberto y se metió en la querencia en un largo intercambio. 'Garrafa' estuvo atento a todo menos a la muleta. Descompuesto se asomó al embroque. En la derecha emergió algún muletazo. Por la izquierda libró el novillero el gañafón. La suerte suprema la tomaba el bicho con todo poniendo el hueso por delante. Se cazaron mutuamente: 'Garrafa' salió con un bajonazo insuficiente y el murciano con los tendones asaeteados de la mano izquierda en la voltereta. La profunda media luna que se dibujaba en la muñeca era un caño. Logró matarlo y no pudo continuar la lidia.

Ante esa situación, el colombiano tiró con la tarde. Hubo disposición. Enterró la espada las cuatro veces y cortó una oreja al sexto como premio a toda su actuación.
A ese último quiso recibirlo a portagayola por gaoneras. Rehusó el novillo con hechuras de toro el encuentro. Cuando acudió se quedó debajo. Con la muleta se agarró al tercio. Dejó dos series antes de rajarse definitivamente, enhebradas por el colombiano con efectividad. Se montó encima después y terminó de prender a los tendidos.

El quinto transmitía cuando iba. Era cambiante. Le costó al de Medellín encontrar el sitio. En el tercio, una vez fuera de la segunda y otra en la primera raya, sacó algunos muletazos. La condición cambiante del utrero no dejaba resquicio a la confianza. Descompuesto y a su aire. Había perdido las manos en la primera serie y se vino arriba después, cuando no encontró mando. Un esfuerzo de Castilla, que lo despenó a la primera. Con el segundo saludó una ovación. Hizo las cosas el novillo como el primero, saliendo suelto de las telas. Atacó el novillero por el lado derecho, basculó la faena de terrenos y al natural la voltereta. Se confió después y sacó algo. Lo mató de una gran estocada. El cuarto, serio, se paró. No pudo hacer más que irse por la espada.

EL MONTECILLO/ Filiberto, Juan de Castilla y Luis David Adame

Monumental de las Ventas. Lunes, 16 de mayo de 2016. Undécima de abono. Media entrada. Utreros de El Montecillo, con genio el manso 1º, también rajado el 2º, un exigente 3º, parado el 4º, con transmisión el cambiante 5º, mansurrón el 6º.

Filiberto, de salmón y oro. Pinchazo trasero, pinchazo arriba, bajonazo y estocada entera en el único que mató. Dos avisos (silencio).

Juan de Castilla, de blanco y oro. Gran estocada (ovación). En el cuarto, espadazo algo caído (silencio). En el quinto, estocada tendida y trasera. Un aviso (vuelta al ruedo). En el sexto, estocada casi entera (oreja).

Luis David Adame, de azul cielo y oro. Estocada algo caída en el único que mató (oreja).

PARTE MÉDICO

Filiberto sufre una "herida en dorso de la mano izquierda con sección completa del aparato extensor del 2º dedo y sección del extensor común del 3º". No pudo continuar la lidia.

Luis David Adame sufre una "herida en cara anterior de la pierna izquierda con dos trayectorias: una de 30 centímetros, destrozando músculo tibia la anterior, y otra de 25 en cara externa que alcanza peroné y nervio ciático".