La gimnasta Chusovitina.

La gimnasta Chusovitina. Adam Pretty Getty Images

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Siete Juegos y cuatro banderas: la gimnasta de los mil regresos

De la URSS a Uzbekistán pasando por Alemania y la Rusia unificada. A los 40, Oksana Chusovitina podría clasificarse para Río 2016.

27 octubre, 2015 00:54

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A Oksana Chusovitina ya no le tiembla el pulso cuando salta al tapiz. No cuando lleva 24 años midiéndose con las mejores, compitiendo en Mundiales, Europeos y Juegos Olímpicos. Pero este viernes, en el tapiz de Glasgow donde se celebra el Campeonato del Mundo de gimnasia artística, la uzbeca tenía sólo un pensamiento en mente: el billete olímpico.

No es la única que sueña con verse en Río de Janeiro este verano, obviamente, pero su lucha tiene un matiz muy especial. Quiere hacerlo por séptima vez y con 41 años, que es la edad que tendrá en verano de 2016. Además es madre de un hijo, Alishon, de 16 años, los mismos que muchas de sus rivales esta temporada. Y compitiendo por Uzbekistán, su verdadera nacionalidad, después de haberlo hecho por la Unión Soviética, el Equipo Unificado de Rusia, Uzbekistán, Alemania y finalmente de nuevo su país de nacimiento.

El objetivo de Chusovitina era meterse en la final de salto, aunque sólo la medalla le daría automáticamente billete para Río 2016. Sabedora de que la hazaña era casi imposible, decidió afrontar el reto de cara y plantear casi otro imposible. “Un Produnova, va a hacer un Produnova”. La voz se corrió como la pólvora en Glasgow. Chusovitina, 40 años, una de las mayores especialistas del mundo en salto, que anunció en Londres 2012 que lo dejaba y volvió al año siguiente, intentando el salto más difícil del código de la Federación Internacional, el que lleva el nombre de la rusa Yelena Produnova, que lo hizo por primera vez en 1999.

Y así saltó Oksana al tapiz. En su mundial número 14, aunque no pudiera completar limpios sus dos saltos, sólo por el hecho de intentar el Prudonova –y dar con sus huesos en el suelo- levantó murmullos de respeto que se podían sentir no sólo en la sala de prensa, también entre las gimnastas. “La gimnasia artística es hoy más dura y difícil que nunca, y estar a ese nivel con esa edad es simplemente impresionante”, comentaba Bart Conner, doble medallista olímpico y ahora comentarista de una televisión estadounidense.

El arrojo de Chusovitina le valió quedarse en la posición 13, de las 12 que dan acceso a la final de salto, por lo que tendrá que centrarse en el preolímpico de Río, esta primavera, para conseguir finalmente colarse entre las gimnastas que disputen los Juegos de Río. Serían, sin duda, los Juegos más especiales para la diminuta uzbeka, que ya se ha ganado el apodo de la gimnasta de las mil retiradas y los mil y un regresos. Nacida en la entonces ciudad soviética de Bukhara (hoy Uzbekistán), empezó a practicar gimnasia con sólo 7 años, y con 15 era ya uno de los pilares del equipo femenino de la Unión Soviética. Fue entonces cuando comenzó a competir internacionalmente y llegaron las primeras medallas mundiales.

Para ella, uno de los momentos más especiales de su carrera fueron sus primeros Juegos, los de Barcelona 92, donde representando al Equipo Unificado de Rusia ganó el oro por equipos. Entre 1993 y 2006 compitió por Uzbekistán, su verdadero país de nacimiento, al que llevó a lo más alto de la gimnasia consiguiendo siete medallas en Mundiales. Su calvario empezó poco despues.

Plata olímpica con Alemania

La entonces estrella mediática uzbeka, casada con un luchador de su mismo país, tuvo un hijo en 1999. Cuando el pequeño Alishon tenía tres años de edad, con su madre retirada de la competición oficial, le detectaron una leucemia que no podía tratarse en su país. Fue entonces cuando aceptó la oferta de unos entrenadores amigos, los alemanes Shanna y Peter Brüggemann, y trasladarse con su familia a Colonia, donde el pequeño Alishon pudo recibir tratamiento médico gracias al dinero que su madre ganaba entrenando a equipos locales.

Tras supercar la leucemia, y como forma de agradecimiento, Chusovitina volvió a la competición activa y se nacionalizó alemana, país por el que compitió en los Juegos de Pekín 2008, donde consiguió una plata en salto, su mayor especialidad. Y tras ellos, de nuevo se planteó retirarse… pero la convencieron para llegar hasta los Juegos de Londres, donde acabó sexta.

Tras proclamar una vez más que dejaba la gimnasia, en 2014 la abnegada Chusovitina volvió a la rutina de entrenamientos de ocho horas diarias para su nuevo objetivo: sus séptimos Juegos Olímpicos, los de Río, en los que representará a Uzbekistán si logra la plaza. Está en ello. Y pocos dudan de que pueda conseguirlo. A entrega y experiencia, pocas le ganan.