Retrato de Emily Bronte, autora de Cumbres Borrascosas.

Retrato de Emily Bronte, autora de Cumbres Borrascosas.

Libros Talento y trastorno

Emily Brontë padeció Asperger, el síndrome que la hizo triunfar (y ser infeliz)

Claire Harman, biógrafa de su hermana Charlotte, lo afirma tras estudiar sus reacciones. EL ESPAÑOL las contrasta con un experto. 

2 septiembre, 2016 01:19

Las hermanas Brontë -Emily, Charlotte y Anne- fueron un pozo de petróleo literario en la Inglaterra del XIX. Pozo porque tuvieron que firmar con seudónimo masculino para que no se desdeñara su trabajo; petróleo por Cumbres Borrascosas, Jane Eyre y La inquilina de Wildfel Hall. Niñas frías que vivían aisladas del mundo en una casita parroquial, abducidas por un padre de sentimentalidad extraña, enganchadas a algún informe parlamentario junto a la chimenea. Genuinas, dolorosas, salidas de un cuento gótico. De esos tres dulces envenenados, el más amargo era Emily: fue una de esas escritoras incivilizadas que no se paladean a la primera, sino que se aman sólo más tarde, ya en perspectiva.

Su gran novela, Cumbres Borrascosas -un clásico de la literatura inglesa y una de las obras más importantes de la época victoriana- no fue bien recibida al principio por su excéntrica estructura, parecida a un conglomerado de muñequitas rusas. Se la llamó selvática, burda; incluso se pensó que que era un trabajo anterior, menos maduro, de su hermana Charlotte (que ya había triunfado con Jane Eyre). Sólo al tiempo se la valoró como una de las expresiones más rotundas y abisales del espíritu romántico anglosajón.

Claire Harman, biógrafa de Charlotte, establece que Emily padeció Asperger por su genio, su aversión a salir de casa y sus estallidos de frustración

Ahora, también en diagnóstico póstumo, Claire Harman -biógrafa literario y autor de la reciente Charlote Brontë: una vida- ha manifestado en el festival internacional del libro de Edimburgo que, según sus investigaciones, Emily padeció síndrome de Asperger. Lo dice a partir de dibujar varios rasgos de su carácter: el genio, la aversión a salir de casa, la incomodidad ante situaciones sociales y los respentinos estallidos de ira y frustración.

El perro al que dejó ciego

Uno de los episodios más locos de la furia de Emily -reseñado por Elizabeth Gaskell en 1857- se dio cuando dejó al perro de la familia "medio ciego y aturdido" después de darle un puñetazo en la cara por ensuciar la ropa. Claro que Harman cuenta que Gaskell sólo describió el incidente como "un signo más del feroz carácter de Emily".

A él le parece muy preocupante. "Charlotte y todos los demás sentían pánico de Emily. Creo que era una persona Asperger: tenía el talento y la libertad imaginativa total. Todos se empeñaban constantemente en protegerla, procuraban que no se alarmase; era un gran proyecto para toda la familia. Un ser absolutamente fascinante", establece. Ricardo Angora -psiquiatra y vocal del Colegio de Médicos de Madrid- explica a EL ESPAÑOL que no es posible hacer una valoración del caso sin observar a la paciente y, muy especialmente, charlar con su entorno más cercano acerca de sus reacciones.

El Asperger tiene un humor muy restringido, porque sólo entiende la literalidad, está centrado en lo explícito y no advierte los matices ni los dobles sentidos

"Es un trastorno nativo que se manifiesta ya en la infancia y se basa en la dificultad de establecer relaciones sociales: la persona no emite el mensaje de forma adecuada y, además, no entiende el que recibe de forma adecuada", relata. No en cuanto a estructura -no hay aquí ningún problema lingüístico- sino en cuanto a "conducta y tono". "La persona puede estar comunicando un párrafo, pero no le da el tono adecuado, y eso confunde al receptor. El Asperger tiene un humor muy restringido, porque sólo entiende la literalidad, está centrado en lo explícito y no advierte los matices ni los dobles sentidos".

Genios con Asperger

El trastorno no está reñido con la brillantez. Casi al contrario: se cree que el coeficiente intelectual de los Asperger siempre oscila en una escala de nivel normal a superior (genio). El investigador Hans Asperger -que bautiza el síndrome- llegó a escribir que "se requiere un chorrito de autismo para el éxito en la ciencia o en el arte". Emily Brontë no es la única sospechosa de haberlo padecido: también se han creado auténticas controversias en torno a Isaac Newton, Albert Einstein, Alan Turing o el mismísimo Mozart. ¿Por qué se relaciona el Asperger con el genio? Porque induce a concentrarse de manera intensiva en algo y a cargar con toda la fatiga del mundo si así se levanta un trabajo creativo. "Son inflexibles, rígidos", continúa el experto Ricardo Angora. "Muy meticulosos. Pueden llegar a desarrollar una actividad de forma mucho más profunda que alguien que tiene intereses más plurales y equilibrados, como es el caso del resto de la gente". Adoran la rutina y tienden a la repetición.

Las hermanas Bronte.

Las hermanas Bronte.

Así Emily Brontë, recluida por su propia voluntad en aquella casa lejana, impermeable al bullicio exterior. A la vida real. Según Angora, el Asperger no afecta a ninguna actividad que se lleve a cabo en solitario, como, en este caso, la escritura. "El problema es que todo pasa por la relación. Si vas a la facultad, tendrás que comunicarte con el profesor y los compañeros. El Asperger se siente mal por esto, se siente excluido y acaba dejando de asistir". Emily, que era incluso más solitaria que su hermana Charlotte, también se negó a ir al colegio y empezó a estudiar de forma interna.

El psiquiatra sostiene que este aislamiento "influye en la capacidad intelectual de las personas, que no se desarrollan plenamente": "Según el psicólogo canadiense Albert Bandura, al menos un 50% de nuestro aprendizaje viene de lo que vemos, de lo que aprendemos de los demás. Ahora bien, uno puede leerse toda la literatura mundial desde su casa y adquirir conocimientos mundiales. No hay nada que no esté en los libros".

Describir la vida sin vivirla

En el caso de que Emily realmente fuera Asperger, podía haber gozado de la capacidad de describirlo todo, hasta la emoción más recóndita, pero no de experimentarla. "Claro que pueden definir sentimientos. De hecho, el Asperger suele ser mucho más brillante expresándose por escrito que a través de la comunicación verbal. Recuerdo que en la facultad, para ilustrarnos esto, nos ponían vídeos de David Foster Wallace, y siempre había discusiones sobre si realmente era Asperger o no".

Y continúa: "El Asperger tiene emociones restringidas como consecuencia de su incomunicación, no porque no quieran tener relaciones con la gente. Sí que las desean. No es un psicótico. Sufre mucho, se frustra, no entiende las convenciones sociales, tiene miedo a la soledad. Sus amores suelen fracasar. Se sienten rechazados, pero no saben por qué". En psiquiatría, cuenta el experto, nunca se habla de causa-efecto, sino de "correlaciones". Por eso precisa que es complicado hablar del Asperger como un síndrome congénito, pero que sí influye que lo haya padecido una persona de ascendencia directa en la línea familiar.

Emily Brontë sabía de amor y de rencor desde lejos, tocaba la víscera a través de un cristal; y esa soledad la canjeó en rabia. Escribió para pisar la vida de otros, para calarles y desenredarles a su antojo

La biógrafa, Claire Harman, alude también al poder del padre de Emily sobre ella: "Él le dio a sus hijos una inmensa latitud en cuanto a temas de interés: eran una familia muy inusual, nada restringida intelectualmente. El padre era un hombre terriblemente frío, egoísta, y un poco Asperger también".

Si hay violencia en el Asperger, es producto de la frustración. Quiere llegar a los demás y no llega. Harman cree que "la gente tiende a idealizar la obra de Emily": "Dicen que su novela romántica favorita es Cumbres Borrascosas, pero es un trabajo lleno de violencia y de cosas que no calificaría como románticas en absoluto". Emily Brontë mamó de Milton y del teatro shakesperiano -El rey Lear, Romeo y julieta- para parir su obra estelar. Sabía de amor y de rencor desde lejos, tocaba la víscera a través de un cristal; y esa soledad la canjeó en rabia. Escribió para pisar la vida de otros, para calarles y desenredarles a su antojo. Murió a los 30 años de tuberculosis, triunfante y herida.