Los protagonistas del cortometraje Bla, bla, bla.

Los protagonistas del cortometraje Bla, bla, bla. Fernando Ruso

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Sara, la síndrome de Down que sueña con ganar el Goya: “Mi premio es conocer a María León”

Así se preparan los protagonistas del nominado corto ‘Bla, bla, bla’ para recoger el galardón.

27 diciembre, 2016 02:13
Pepe Barahona Fernando Ruso

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Sara irá de rojo, con un traje largo y elegante; Manuel y Carlos, de pajarita. La próxima gala de los premios Goya puede alzarlos como protagonistas y quieren estar a la altura. Antes ya lo han estado para convertir el cortometraje en el que actuaron en uno de los nominados en la categoría de ficción. Más real es su vida como discapacitados intelectuales, que inspira la cinta del cineasta Alexis Morante, una historia con la que desmontar los estereotipos que lastran la inclusión de estos tres síndrome de Down en su día a día. Ese es su principal premio… por ahora.

La selección de Bla, bla, bla se ha celebrado con cava en las instalaciones de la asociación de Padres de Personas con Discapacidad Intelectual (Apadis) de la Bahía de Algeciras. Allí mismo se gestó el que es uno nominados a mejor cortometraje de ficción para la próxima edición de los premios Goya, los más reconocidos del cine patrio. Y en el mismo sitio se vivió con tensa calma la lectura de los nominados.

Cortometraje Bla bla bla

El silencio se quebró cuando el actor Javier Cámara, que junto a la actriz Natalia de Molina anunciaba los seleccionados, pronunció la palabra ‘Bla’. En ese preciso instante se desató la locura en Algeciras, donde Sara, Manuel y Carlos aguardaban el veredicto de los académicos. Nadie escatimó un abrazo, una sonrisa o una lágrima.

Un día después todavía resonaba el eco del ‘Sí, sí, sí, nos vamos a Madrid’ con el que los cientos de usuarios de la asociación vitoreaban a los protagonistas, que comparten trama con actor malagueño Salva Reina, por su nominación. Y, quien más y quien menos, ya se veía haciendo la maleta para subir al escenario en la gala de entrega de premios.

“¡A Madrid voy yo!”, confirma convencidísimo Manuel Ponce, don Manuel para quienes le felicitan por el logro. Aguarda paciente en uno de los pasillos la llegada de los periodistas de EL ESPAÑOL, a los que contagia la desmesurada alegría por lo sucedido con un fuerte abrazo y sendos besos. Y pone orden. “Esperad aquí, no os mováis”. Y así sucede mientras explica algunos detalles de su participación en el cortometraje.

Las películas de amor le gustan, pero tienen mucha porquería, y las de pelea no. Me gusta Chuck Norris. Y hacer kárate

“No fue difícil aprenderse el guión”, confirma con sobrada solvencia a sus 54 años. “Lo peor eran las repeticiones, una y otra vez. Machacar, machacar, machacar...”, asegura Manuel, que padece síndrome de Down y pasa horas en la sede de Apadis. “Pero yo —subraya— era muy obediente”.

Lloró la primera vez que se vio en la pantalla. “La emoción…”, explica. Y ahora consuela a su novia, que espera celosa mientras que atiende a EL ESPAÑOL. Mabel lleva mal la repentina fama de su pareja, pero Manuel la consuela con la misma dedicación que puso para interpretar a un ladronzuelo en la trama diseñada por Alexis y su hermano Bruno Morante, responsables del cortometraje.

Antes de despedirse, Manuel avisa: “Lo volvería a hacer, me da igual las horas que haya que echar”.

—¿Una comedia romántica o algo de acción?

—Las películas de amor le gustan, pero tienen mucha porquería, y las de pelea no. Me gusta Chuck Norris. Y hacer kárate.

Un cortometraje por la inclusión

Antes de plantarse delante de las cámaras, tanto Manuel como el resto de sus compañeros de reparto tuvieron que superar un exigente casting entre los usuarios de la asociación. “Y a la vista del resultado podemos asegurar que no nos equivocamos”, detalla Bruno Morante, psicólogo de Apadis y guionista de Bla, bla, bla.

Está abrumado por las repentinas muestras de cariño que ha recibido en las últimas horas, pero recuerda que el objetivo del cortometraje nunca fue el de llegar a los Goya. Lo esencial era hacer una historia que apostara, detalla, por la “inclusión de las personas con discapacidad intelectual de una forma diferente, dejando al margen los estereotipos de la que la sociedad está contaminada”.

Bruno Morante, productor, guionista y psicólogo de la asociación.

Bruno Morante, productor, guionista y psicólogo de la asociación. Fernando Ruso

En Bla, bla, bla hay palabras malsonantes, giros inesperados… y concentradas dosis de humor negro. También una voz de alerta sobre la difícil situación por la que atraviesan las asociaciones que como la suya se dedican a fomentar la inclusión de las personas con discapacidades intelectuales.

Apadis atiende anualmente a unas 390 personas en la Bahía de Algeciras. Sus usuarios se reparten diariamente por talleres de terapia para trabajar las habilidades sociales, la higiene o la estabilidad emocional. También en los cursos de formación que persiguen la inserción laboral de estas personas. Además, la asociación tiene cinco pisos tutelados y una residencia con una veintena de usuarios.

“Acompañamos a las personas discapacitadas a lo largo de su vida y tratamos de dar respuesta a una pregunta machacona para muchos padres: ¿Qué será de nuestro hijo cuando nosotros no estemos?”, detalla la gerente de Apadis, María del Carmen Portillo, que admite estar sobrepasada por tantas muestras de cariño recibidas desde el anuncio de la nominación. “Bendito desbordamiento”, puntualiza.

Acompañamos a las personas discapacitadas a lo largo de su vida y tratamos de dar respuesta a una pregunta machacona para muchos padres: ¿Qué será de nuestro hijo cuando nosotros no estemos?

Compara el logro de la selección para los premios de la academia con el sorteo del Gordo de Navidad. “Y este está muy repartido por todos los usuarios que atendemos”, cuenta. “El llegar a una gala de los Goya es hacerles ver que los sueños se cumplen”, argumenta.

Todavía no sabe quién podrá ir a la gala, pero en su mente ya se van juntando las palabras de lo que sería su discurso de agradecimiento. “Por si acaso ganamos”, aclara. “Me gustaría aprovechar para decir que no hay personas con discapacidades y sí personas con diferentes capacidades. Y que utilizando los apoyos necesarios es posible que cumplan sus sueños. Y este Goya es la prueba de ello”, adelanta.

María del Carmen conjetura el número de butacas que la academia les cederá, el número de personas que podrían subir al escenario… pero nada tiene claro. La que sí fantasea con meridiana claridad sobre cómo le gustaría que fuese esa noche es Sara, una de las protagonistas. Su vestido será elegante, largo y rojo. Apenas ha dormido las últimas dos noches, la anterior y posterior a la nominación. Aunque para ella, el sueño —además del Goya— sería conocer a María León. “Me gustó muchísimo ‘Carmina o revienta’ y ella es mi actriz favorita”, cuenta con ilusión.

Los protagonistas de Bla, bla, bla, sueñan con el Goya.

Los protagonistas de Bla, bla, bla, sueñan con el Goya.

—¿Qué sentiste al trabajar con Salva Reina, un actor famoso?

—Cuando lo vi en persona, me emocioné mucho. Le dije que estaba encantada de conocerle y le pregunté si él sentía lo mismo de hacerlo con nosotros. Y respondió que sí.

—¿Y Alexis, el director?

—Me cae muy bien. Pero es muy riguroso. Nos obligaba a repetir. Me costó un poquito de nada decir bien la frase: “A la siguiente calle, a la derecha y te paras”. Me quedé en blanco. Parada.

—¿Qué sentiste cuando te viste en la pantalla?

—Se me saltaron las lágrimas. Le doy las gracias a todos por hacerlo posible, ojalá tenga más oportunidades para volver a hacerlo.

De subir al escenario, Sara no sería la primera persona con síndrome de Down en recoger un premio. El actor malagueño Pablo Pineda se hizo en 2009 con la Concha de Plata al mejor actor por la película Yo también. Papel por el que estuvo nominado a los Goya sin alzarse con el triunfo.

Cuando me vi en pantalla se me saltaron las lágrimas. Le doy las gracias a todos por hacerlo posible, ojalá tenga más oportunidades para volver a hacerlo

“Pablo Pineda, que es una persona a la que admiramos y alguien a quien debemos seguir”, asegura el guionista de Bla, bla, bla. “La diferencia entre este proyecto y Yo también es que en nuestro caso no somos políticamente correctos”, añade. “Además, se rompe con el estereotipo —argumenta Morante— porque las personas con síndrome de Down pueden perfectamente interpretar un personaje de villano, o cualquier otro papel, sin necesidad de recurrir al la bondad o al dramatismo”.

—¿Se puede hacer terapia con un cortometraje?

—Se puede hacer y muy bien. Las artes escénicas son herramientas fundamentales a la hora de trabajar con personas con discapacidad. Se consigue estabilidad emocional, autoestima, disciplina…

—Terapia en la asociación, ¿pero también para educar a la sociedad?

—Evidentemente. Hay trabajo por hacer con las personas con discapacidad, pero mucho más importante y más difícil es con su entorno. Se habla de discapacidad cuando no la hay, en todo caso, es la sociedad la que está discapacitada y no está dotada de las herramientas que debería tener para convivir día a día con ellas. Y el cine es una herramienta perfecta para lanzar este mensaje.

El próximo 4 de febrero se sabrá si el mensaje ha calado entre los académicos y por primera vez una persona con discapacidades intelectuales levante un Goya.