Escena de canibalismo en el Códice Magliabechano (siglo XVI)

Escena de canibalismo en el Códice Magliabechano (siglo XVI)

Arte

La pesadilla caníbal de la otra expedición de Cortés

Nuevas excavaciones en Tlaxcala demuestran el destino de las 550 personas, incluyendo las primeras españolas en México.

9 octubre, 2015 13:51

Formaban parte de la expedición de Hernán Cortés, pero el conquistador español tuvo que dejarlos atrás para sofocar una rebelión y ahí comenzó su pesadilla: varios meses encerrados por los indígenas hostiles que acabaron en un final antropófago. Son las conclusiones de una nueva excavación llevada a cabo al este de Ciudad de México, informa Ap. De la masacre de los españoles hay noticia desde el mismo 1520, cuando quedó recogida en crónicas de la época, pero los arqueólogos han descubierto ahora los detalles más macabros de lo que allí sucedió. Uno de los nombres que recibe el lugar es Tecoaque: "El lugar donde se los comieron", en náhuatl.

La expedición estaba compuesta por 15 conquistadores españoles, 45 soldados de infantería, que incluía a cubanos de origen africano e indígenas, mujeres, y unos 350 indios aliados de los españoles, incluidos mayas y otras etnias indígenas. En total, hasta 550 personas que fueron sacrificadas sin miramientos, según ha podido confirmar el trabajo de los arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, una investigación que ha durado cinco años en el sitio arqueológico Zultépec-Tecoaque en Tlaxcala.

Alimentados durante meses

Los arqueólogos Enrique Martínez Vargas y Ana María Jarquín Pecho, responsables del proyecto, dieron a conocer el descubrimiento de áreas de cautiverio donde se retuvo a los miembros de una caravana de Hernán Cortés al comienzo de la conquista de México. 

La pesadilla caníbal ha podido ser confirmada gracias a los utensilios hallados en las ruinas de Zultepec-Tecoaque. Allí, los texcocanos o acolhuas, que eran aliados de los aztecas, modificaron la estructura arquitectónica de la urbe para dar cabida a los prisioneros, a los que mantuvieron encerrados en celdas sin puertas, alimentándolos probablemente a través de aperturas a modo de ventanillas. Pero lo novedoso de la investigación ha sido el hallazgo de figurillas talladas en barro que representan a personas de etnias diferentes a la de los pobladores de la ciudad. O sea, los españoles.

Entre las posibilidades que barajan los arqueólogos está que los captores obligaran a los prisioneros a tallar las figuras. Después, éstas fueron decapitadas, todo un mensaje de la suerte que corrieron. "Tenemos figurillas de negros y de europeos que fueron decapitadas intencionalmente", aseguró Martínez.

Pero antes, habían sido encerrados y alimentados durante meses. Los sacrificios fueron graduales. Nadie se salvó: hombres, mujeres, caballos.... Con los cerdos, animales que sorprendieron a los indígenas y les provocaron recelo, obraron de forma diferente. Los mataron, pero no se los comieron. El resto fueron sacrificados de forma ritual para pedir protección a sus deidades.

Desmembrada en público

El análisis de restos óseos ha sido clave en la investigación, que ha llegado a la conclusión de que los miembros de las víctimas debieron de ser desgarrados. Uno de los últimos descubrimientos fue el de un caso concreto: una mujer fue sacrificada en la plaza del pueblo y su cuerpo desmembrado. Junto a su pelvis se ha hallado el cráneo de un niño, aunque los investigadores no tienen claro qué quiere decir esta colocación, probablemente simbólica.

Las crónicas históricas no hablaban de mujeres y niños entre las víctimas -unas 50 y unos 10, respectivamente- de la masacre, lo que ha supuesto uno de los principales descubrimientos, explicó Martínez. Sus joyas y posesiones no debieron de impresionar mucho a los nativos, que las depositaron junto a los restos.

"Esto parece ser información realmente espectacular sobre un importante evento de la Conquista sobre el que tenemos muy poca documentación histórica", dijo la arqueóloga de la Universidad de Florida Susan Gillespie, quien no ha estado involucrada ni en las excavaciones ni el proyecto, según recoge la agencia Ap. "Agrega una nueva dimensión a los actos de resistencia realizados por los pueblos indígenas. Existe la idea equivocada que muchos de ellos simplemente se rindieron a las fuerzas europeas, que eran superiores".

Lo que sí parece claro es que sabrían que aquello traería consecuencias: cuando las tropas de Cortés se acercaban a la ciudad, huyeron precipitadamente y escondieron los restos de las víctimas devoradas. A su entrada, las tropas de Cortés encontraron sin embargo las cabezas de los soldados empaladas junto a las de sus caballos. El conquistador montó en cólera y ordenó destruir aquel lugar.

Aquellos infelices fueron unas 550 personas que formaban parte de una segunda expedición de Hernán Cortés, un año después de que éste desembarcara en México en 1519.